Veo mi bandera y pienso en La Habana, veo mi Habana y pienso en mi bandera, ciudad devenida bandera, símbolo. Ciudad que ondea al viento, que luce orgullosa sus colores, que los lucirá por siempre.
¿Puede una bandera ser ciudad o una ciudad ser bandera? En La Habana, lo he dicho mil veces, todo es posible. ¿Vivimos en una bandera? ¿Somos franjas o colores, un punto azul, rojo o blanco? ¿Ondeamos al viento, orgullosos e invencibles? ¿Es La Habana una estrella que ilumina el Caribe con destellos rojizos?
La Habana, ondea al viento en nuestro recuerdo, se funde con nuestra bandera. Cada una aporta algo, se complementan en este, nuestro revivir memorias, amar a Cuba.
Para los que somos habaneros, por nacimiento, adopción o decisión, La Habana es un símbolo de nuestro país. ¡Ciudad camaleónica y multifacética, deslumbrante! Cada uno de nosotros la recuerda a su modo, allá cada uno de los que se quedaron, la vive a su manera. Ella, segura, tranquila y bella, ondea al viento, mira al horizonte y clama por un viento más fuerte. No nació para brisas suaves, se curtió desafiando tempestades, venciendo huracanes. Ella y nuestra bandera, no temen a nada, aprendieron a vivir y vencer tiempos difíciles. No la asustan cataclismos ni discursos. Saberse bandera y cubana, bastan para su eternidad.
Mi bandera y La Habana, se me unen en el recuerdo me hacen trampas, guiños. Se saben dueñas de mí, mujeres traviesas que juegan a confundirme. Tal vez dos caras de una misma mujer que amo o dos mujeres con un mismo rostro, que intercambian traje y maquillaje. Bandera gigantesca que segura en el malecón, se mece al influjo de las olas. Ciudad tricolor, que ondea al viento en el corazón de cada uno de sus hijos. Mar y viento que se unen en homenaje constante a ciudad y bandera. Habana, de recuerdos, historia, lágrimas y risas. Bandera, de combate, de orgullo de razón de ser, de emociones al viento.
La Habana, señora coqueta y elegante, eligió, para siempre, vestir su bata cubana azul, blanca y roja. Por siglos ha andado hermosa y seductora, conquistando corazones, arrancando suspiros. Mi bandera, nuestra bandera, ondea al viento, sin aceptar protección de tormentas, lluvias, ni tiempos difíciles. ¡Se basta sola para convocarnos a todos, vivos y muertos a alzar nuestros brazos por ella!
José Iturriaga
Nací y crecí en La Habana, la mayoría de mis escritos, giran, de un modo u otro, en torno a esta, mi ciudad. En el año 2000, emigré, esa fecha, marca un antes y un después en mí. Después de pensar un nombre a mi blog, me decidí por este, HABANERO2000.
habanero2000.wordpress.com