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Mariano, el hombre que se convirtio en héroe | José Iturriaga

Era un pueblo muy rico y hermoso, merecía un mejor destino. El mal gobierno del alcalde, lo había empobrecido, todo escaseaba, todo menos el valor.
Una tarde, el alcalde reunió al pueblo en la plaza principal y en un discurso atronador y sin sentido, invento enemigos y culpas. Maldijo a los que estaban en su contra, los acuso de traidores. Ellos eran los responsables de todo, vocifero por los altoparlantes. Cada frase estaba preparada, bien estudiada, para confundir y crear miedo, pero cometió un error al elegir la frase final de su discurso, “el que esté libre de culpa, que lance la primera piedra”. Una lluvia de piedras lanzada por los niños del pueblo, lo cubrió. No quedo un niño del pueblo sin lanzarle su pedrada, con toda la fuerza y certeza que dan la inocencia y el saberse dueños de los sueños.

El alcalde ordeno a su guardia que tomara medidas, tal acto de desobediencia no podía quedar sin castigo. Su autoridad estaba en juego, hasta su futuro como alcalde peligraba si no tomaba medidas extremas. Cuando la guardia intento actuar y cumplir las órdenes recibidas, de entre los niños, protegiéndolos en su gesto, apareció Mariano, enfrento a la guardia, los desafío. Se interpuso entre ellos y los niños, estaba dispuesto a defenderlos con su vida si era necesario, sabía que eran el futuro del pueblo. La guardia vacilo, el valor de un hombre siempre impresiona, aún a sus enemigos y valor era lo que le sobraba a ese hombre; todos en el pueblo lo sabían.

Todo el pueblo se agrupo en torno a Mariano. Niños, jóvenes, viejos. Todos estaban dispuesto a defenderlo, era el líder que llevaban tiempo esperando; un hombre capaz de enfrentarse al alcalde, mirarlo a los ojos y no sentir miedo. Un hombre capaz de luchar por el futuro. Cuando la guardia del alcalde intento apresarlo, el pueblo como un tsunami incontenible, lo protegió, lo oculto en su seno, lo cuido.

El alcalde mando a poner fotos de Mariano por todas partes. Era el hombre más buscado del pueblo. Se le acusaba de crímenes horrendos, de manipular a los niños y usarlos a su favor, de agresión y ataque al alcalde y a los principios del pueblo. Si lo encontraban, su condena seria larga, sería difícil que se lograra un juicio justo. El pueblo lo sabía y trataban de convencerlo que huyera y se refugiara en algún pueblo cercano, donde no pudieron atraparlo. La idea de huir no le gustaba a Mariano, era valiente, no conocía el miedo.

Después de pensarlo todo el día, decidió ir a ver a su abuelo Simón. En su juventud, su abuelo había participado en luchas por la libertad de varios pueblos. Sabia de guerras y batallas, su consejo le era necesario, casi imprescindible para tomar una decisión.

Cuando anocheció, acompañado por un grupo de hombres, se encontró con su abuelo en la casa de un amigo, allí no irían a buscarlo. Se abrazaron, su abuelo lo miro a los ojos.

– Mariano, yo puedo ayudarte en una guerra, como disponer las tropas, de mi heredaste tu valor, tu hombría. En esta guerra no solo debes tener valor y saber de guerras, vas a necesitar ideas, se de alguien que puede ayudarte más que yo; el viejo José. Mi consejo es que vayas a verlo, somos como hermanos, es un hombre muy inteligente y con una visión muy clara y objetiva de todo. Muchas veces me asombra con sus ideas, conversar con él, te hará bien. Ve a verlo, sus consejos te serán valiosos, lo sé.

La gente del pueblo lo ayudo a llegar a casa del viejo José. De pie, en el portal lo esperaba.
– Sabia que vendrías tu abuelo y yo estuvimos hablando de ti todo el día. No dividas une, desde el río grande que esta al norte hasta las montañas del sur, somos un solo pueblo. “La libertad cuesta muy cara, y es necesario, o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a comprarla por su precio”. No temas, Simón y yo estaremos a tu lado, cuenta con nosotros. El pueblo confía un ti, no lo defraudes nunca.

Mientras hablaban sintieron acercarse a los soldados de la guardia. El viejo José, se plantó en medio del jardín y levanto el brazo.
– ¡Adelante, sin miedo!
Mariano, a su lado, de pie, levanto el brazo retando al futuro y a los sueños, convocándolos a hacerse realidad. Espero a los guardias sin miedo.
El pueblo asombrado y emocionado, vio iluminarse el rostro de Mariano. Asistían, sin saberlo, a la conversión de un hombre en héroe.

 

José-IturriagaJosé Iturriaga
Nací y crecí en La Habana, la mayoría de mis escritos, giran, de un modo u otro, en torno a esta, mi ciudad. En el año 2000, emigré, esa fecha, marca un antes y un después en mí. Después de pensar un nombre a mi blog, me decidí por este, HABANERO2000.
habanero2000.wordpress.com

 

Written by José Iturriaga

Nací y crecí en La Habana, la mayoría de mis escritos, giran, de un modo u otro, en torno a esta, mi ciudad. En el año 2000, emigré, esa fecha, marca un antes y un después en mi. Después de pensar un nombre a mi blog, me decidí por este, HABANERO2000.

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