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Cuba juega apuesta segura con sus peloteros.

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El tema de las salidas legales de peloteros cubanos es tan recurrente y misterioso, como novedoso y atrevido. Las especulaciones son muchas, pero algo está claro: es un hecho que los atletas están saliendo a diestra y siniestra, en una jugada muy arriesgada que bien pudiera ser magistral, de parte de una isla que durante décadas había confinado a sus mejores exponentes.

No queda de otra, por muchos rumores que existan y opiniones, desde ambas “orillas”, el gobierno cubano y su Federación Nacional de Beisbol, están contando con que todos esos beisbolistas, eventualmente, sean una fuente de ingresos, de la tan necesitada economía de la Mayor de las Antillas.

¿Qué se está cocinando?

A ciencia cierta se desconoce, pero nuevo Comisionado en las Grandes Ligas, visitas de Tony Castro a Yoennis Céspedes (la temporada pasada, en partido que se jugó en Toronto) y el propio Castro, hace un mes a las Pequeñas Series Mundiales (World Series Little Leagues), contando con teorías optimistas sobre el bloqueo, son, en gran medida, señales en el viento que no debemos dejar de leer.

Pero la verdad no se sabe, quizás ni siquiera los actores de este potencial “futuro real” para la pelota en Cuba, sepan que va a ocurrir.

Las autoridades, no obstante, se lo están jugando todo a una sola carta, la que le permitirá a los peloteros del patio ir y venir cuantas veces quieran y de paso, casi que por accidente, gastar y hasta invertir, los millones de dólares que sean capaces de generar con sus habilidades.

Andy Ibañez no va a jugar más Series Nacionales
Andy Ibañez no va a jugar más Series Nacionales

La reciente noticia de que el prometedor Andy Ibáñez, miembro del equipo Cuba al Clásico Mundial del 2013, pidió la liberación de su equipo Isla de la Juventud, el hecho que no haya sido convocado y su lógica ausencia del roster de Piratas, no hace más que acentuar la situación.

La Federación ha sido instruida de la siguiente manera: “el que se quiera ir, que lo haga.”

Esto no es un acto de buena fe, ni mucho menos, aunque lo parezca y haya varios beneficiados. El asunto es que se les convirtió en insostenible la salida ilegal de peloteros, al extremo de desprestigiar una de las joyas más importantes del orgullo cubano, el béisbol.

Cuba tomó la decisión más sabia, inclusive de manera conjunta. La apertura de inmigración a todo el que tenga una visa y quiera viajar, y el rango de dos años sin preocupaciones por perder los derechos de la ciudadanía, son, mágicamente, lo que se necesita. El atleta cubano que no quiera seguir participando en eventos nacionales e irse a probar mejor suerte a ultramar, lo puede hacer y, muy oportunamente, también puede regresar.

En el peor escenario para el gobierno cubano, los peloteros no volverán, pero aun así, además de abrir las puertas a otros que vengan detrás, está el tema de las remesas familiares.

Según varias fuentes, en el 2013, el total de dinero generado por remesas familiares hacia Cuba, alcanzó cifra record de 2.77 billones de dólares el pasado año, superior en un 6.57% a los 2.605 millones de dólares del 2012.

Si a esos números, que son sin dudas el aliciente de gran parte de la familia cubana, le sumamos unos 30-50 peloteros jugando en la MLB y otros 120 en las Menores, con salarios que permitan enviar dinero a los amigos de la infancia, a los familiares que no lograron traer y la novia oculta, el total volverá a ascender. El negocio, indiscutiblemente, siempre tiene un lado ganador para la isla.

Los más de 200 beisbolistas en la Republica Dominicana y los otros tantos repartidos por el resto del mundo, intentando tocar las puertas de Las Mayores, son el incentivo y respiro que necesita la sufrida y poco confiable economía cubana.

Los sueños son grandes, pues el talento es inmenso. La presencia de 5 representantes nuestros en el Juego de las Estrellas de este año no es un accidente, si no la evidencia de lo que puede aportar Cuba al beisbol mundial.

La apuesta parece segura y mucho más inteligente que combatir lo indetenible. La única pena palpable es que para el fanático, el que vive su vida en la isla (muchos aficionados de la pelota cubana ya estamos fuera del país), tiene que conformarse con anécdotas, de quienes también son sus compatriotas y sus peloteros, en vez de tener acceso directo y constante a la actuación de los suyos, los nuestros. Esa deuda, puede ser que cueste un poco más, y ver un juego en vivo de los Medias Blancas de Chicago frente a los Padres de San Diego, con 7 cubanos envueltos en el mismo, sea un sueño muy futurista.

Pero en todos estos años no nos ha quedado otro remedio que soñar y el destino ha querido que algunas de estas quimeras se nos hagan realidad, asi que a seguir pidiendo, que no sabemos que nos depara el mañana, pero si sabemos lo que queremos.

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