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Acuerdos y desacuerdos

acerdosHace algunos días un amigo expresó un comentario relativo a los desacuerdos que él ha tenido con sus padres y hacía un paralelo con los desacuerdos entre los cubanos.

De hecho, todo en la vida está lleno de desacuerdos. Hay desacuerdos entre hermanos, hay desacuerdos entre amigos, hay desacuerdos con nuestros padres y nuestros propios padres muchas veces tienen desacuerdos entre ellos. Pero aunque puedan llevar en ocasiones a una discusión, normalmente por tener una diferencia nadie se pelea con el otro. Eso hacen las personas civilizadas.
Desde luego, los cubanos somos especiales y como decía Don Luis Aguilar León en su célebre escrito “El Profeta habla de los cubanos”, con los cubanos no se puede hablar de lógica, porque la lógica implica razonamiento y mesura y los cubanos somos hiperbólicos y desmesurados y como ejemplo decía que si un cubano invitaba a alguien a comer, no lo invitaba a un buen restaurante sino que lo llevaba “al mejor restaurante del mundo”. Por eso durante un desacuerdo, rara vez un cubano le dirá “no estoy de acuerdo con usted” o “no coincido con usted”. Don Luis Aguilar decía que los cubanos cuando discuten, lo que dicen es “usted está completamente equivocado” y sin lugar a duda hay muchos cubanos que reaccionan así.

Pero en una discusión familiar y fraternal, no se tiene que llegar a esos extremos. Aparte en una discusión entre padres e hijos no existe la democracia, sino que se aplica la línea de autoridad y la última palabra la tienen los padres. Aunque tomen nuestra opinión en cuenta, ellos deciden por nosotros y su decisión es inapelable. Se aplica el “organigrama familiar” y lo que diga papá (y muchas veces mamá) es lo que se hará.

Y si a nivel familiar encontramos desacuerdos, en asuntos económicos, sociales y políticos a nivel nacional, también habrá desacuerdos. Eso es típico de la democracia y por eso se realizan elecciones y escogemos representantes que tratan de llegar a consensos entre ellos. Nótese que digo “llegar a un consenso” en donde la parte que tiene la mayoría no necesaria mente impone su voluntad, sino que se trata de llegar a una solución que pueda ser aceptable para todos, aunque no sea la mejor. Así se maneja la política de altura.

Hoy otra política en la que una parte busca la mayoría para imponer su voluntad y no acepta la opinión de los demás. En este caso se está aplicando el principio de autoridad y el organigrama manda. Eso lleva a decisiones que son rechazadas por un porcentaje fuerte de la población pero que tienen que ser acatadas. Pero la democracia da revanchas, y el que hoy perdió puede ganar mañana. Eso crea un incentivo para buscar una política de consensos. Hoy por ti, mañana por mí, y permite sentar las bases de un país más estable y con un horizonte o visión compartida que permite establecer políticas de largo plazo.

En Cuba, no hay democracia, hay una unanimidad porque así lo impone la dictadura totalitaria donde el que manda es el único que opina. Y esa opinión se impone por la fuerza y como nos enseñaba Isaac Newton en sus leyes de la Mecánica Estática, toda fuerza o acción genera una reacción igual y en sentido contrario para mantener el equilibrio. Pero como la Dictadura tiene más fuerza, no hay equilibrio y se impone la opinión del número uno, llámese dictador o comandante y el desequilibrio se rompe utilizando la violencia, dando golpes, con actos de repudio, con encarcelamientos injustos e inmerecidos, y hasta matando si fuera necesario.

Así se gobierna Cuba ahora. El gobierno tiene la única opinión y la impone y obliga a que se siga. Y el que no la acepte sabe a qué se expone, porque a la más mínima situación que el gobierno estime peligrosa, se responde con violencia desmedida, con golpes, con cárcel. Con cubanos enfrentados y lastimando a otros cubanos.

Cuando no se tiene la razón, se gobierna a palazos, pero, que forma más detestable de gobernar es esa, aunque es la forma típica del totalitarismo marxista cubano.
¿Cuándo entenderán que un país no se gobierna a palos?

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