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Visa Negada, o el “oscuro” caso de Juantorena

Alberto juantorena
Alberto juantorena. Foto: Raquel Pérez

El mundo deportivo cubano “amaneció” hace apenas unas horas con una curiosa noticia: El Departamento de Estado de Estados Unidos negó la visa de entrada a Puerto Rico a Alberto Juantorena.

Juantorena, campeón olímpico de los 400 y 800 metros en 1976 debía ser parte de la delegación cubana que participará en el Ponce Grand Prix de Atletismo, el próximo sábado 23 de mayo pero a menos que ocurra un milagro, o algún funcionario poderoso meta sus manos en el asunto para resolver el tema de su visado, Alberto no podrá viajar junto con la delegación cubana.

Citado José Enrique Costas Loyola, director ejecutivo del evento, dijo que “le habían escrito a David Bernier (el secretario de Estado de Puerto Rico) para ver si puede hacer unas gestiones, pues pensamos que con los anuncios recientes (las negociaciones entre los gobiernos de Estados Unidos y Cuba) se podría lograr la visita del ya retirado corredor.

Se suponía que arribara el miércoles junto al resto de la comitiva”  dijo Costas Loyola

Lo que Costas Loyola seguramente desconoce, es que en torno a la mítica figura del legendario corredor cubano, existe un par de posibles motivos “reales” que fundamenten la decisión del Departamento de Estado, pues en repetidas ocasiones Estados Unidos ha denegado la visa a Alberto Juantorena. ¿Por qué?

Probablemente alguien con sentido común sepa, o haya (sido) informado, que desde hace muchísimos años, Juantorena dejó de convertirse en un dirigente deportivo que representaría a los atletas ante el Gobierno, y pasó a ser un funcionario del Gobierno “atentiendo” a los atletas.

Su última cruzada contra Dayron Robles, con todo el despliegue mediático que incluyó, fotos con la rabia saliéndose por los ojos (imagen de entrada del artículo) – muy distante a la imagen que proyectan ahora los medios cubanos -, puso a la luz el fenómeno, del divorcio evidente que existe entre los atletas y el movimiento deportivo cubano.

Enredos, chismes, trapos sucios, y un sinfín de cosas más dejaron muy mal parado a Juantorena en este asunto – llamésmole “Robles” –  y todo hubiera pasado quizás inadvertido o al menos alguien hubiese creído se trataba de una coyuntural “epopeya” sino fuese porque se conoce desde hace mucho tiempo, algunas de las triquiñuelas, realizadas por él, para quitarse de encima a quién, le moleste o le haya molestado en su ascendente camino a “la gloria”.

Si alguien le queda alguna duda, de si se merece o no haberse quedado fuera de viaje, pregúntenle a Alejandro Casañas, otrora corredor de 110 metros con vallas, el mejor amigo de Juantorena en aquellos tiempos – 1970 a 1980 – quien hoy vive en el ostracismo deportivo, dentro del movimiento deportivo cubano, precisamente a la “bondad” de aquel que un día dejó el corazón en Montreal.

Written by Redacción CPEM

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