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La historia de un cubano que no cumplió una orden

Odelín Alfonso ( foto del autor)
Odelín Alfonso ( foto del autor)

LA HABANA, Cuba. -Según los chinos de la más remota antigüedad, que se la sabían todas, quienes nacieran en el Año del Perro, serían seres privilegiados por su buen carácter y su noble personalidad.

Así describen a ese ser respetable, que avanza por la vida con un gran sentido del deber, por su lealtad y valentía. Así es Odelín Alfonso Torna, periodista independiente que nació en 1970, Año del Perro, según el Zodiaco Chino.

Él me cuenta que, por muy leal que se sintió en su primera juventud con la sociedad cubana a la que pertenece, un 5 de agosto de 1994 su corazón se estremeció y tomó conciencia de la vida cuando sus jefes superiores le dieron una orden que no pudo cumplir aquella tarde, mientras laboraba como civil de las FAR, en el poblado de Managua.

Él y un grupo de trabajadores fueron convocados para subirse en un camión, y dirigirse a La Habana, donde miles de personas avanzaban por las calles exigiendo libertad para largarse del país, mientras daban gritos de Abajo Fidel, que se escuchaban por todas partes.

La misión de Odelín y sus compañeros de trabajo sería enfrentarse a golpe limpio contra los manifestantes, así fueran ancianos o mujeres.

“Yo no pude. No pude sencillamente”, me dijo el colega.

Sus razones de por qué no pudo, son obvias. Cualquier cubano, si lo analiza bien, no posee sentimientos fratricidas, a pesar de que fue un mandato de Fidel Castro, enfrentar al pueblo y dividirlos entre revolucionarios y escoria, en los muy conocidos actos de repudio.

A partir de abril de 1980, cuando miles cubanos se refugiaron en la Embajada del Perú en busca de refugio político, esa ha sido la ¨técnica¨ empleada por la dictadura: implantar el terror en la isla, sobre todo a disidentes, opositores, periodistas independientes, o a aquellos que deciden irse.

Aquel día 5 de agosto de 1994, Odelín tenía 23 años. La llamada Revolución Cubana perdía a un joven valioso, como ha perdido y pierde a tantos por esos malos procederes propios de una dictadura totalitaria.

Luego me cuenta que, decepcionado, con una gran angustia, al ver que su isla tan querida retrocedía en vez de prosperar, se incorporó al periodismo independiente en 2005 a través de la página digital CubaNet.

Es así que comienza a escribir con el corazón, con modestia, con honradez. Sin dar codazos, porque es hombre preocupado por todos sus colegas, y sincero siempre, porque sabe amar y respetar a los demás.

Quien mejor lo ha acompañado en estos diez años de difícil bregar en la oposición política, en un país donde sentirse libre es una gran quimera, ha sido su esposa Jacqueline, una típica criolla de aquellas que seguían al marido a la manigua mambisa, aún sin aprender a tirar tiros. Así, le ha brindado apoyo y confianza, sin dejar de sentirse juez ante cualquier posible error, ¨…porque ningún hombre, por mucho que se ame, es perfecto¨, dice Jacqueline.

Es posible que el mayor defecto de Odelín, sea su devoción por los amigos. De eso ha sufrido. Algunos han abusado de su bondad, de su falta de fiereza.

Es por eso que yo, luego de haber visto tanto, le he dedicado esta crónica, una de las más sinceras de mi vida.

Written by CubaNet

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