Cuba en la confrontación entre Venezuela y Colombia

Nicolás Maduro retomó el papel de la fierecilla indomable, afanado en imitar a Hugo Chávez. Raúl Castro había logrado apaciguarlo durante la Cumbre de las Américas, donde sostuvo un breve encuentro con el presidente Obama, y se reiniciaron las negociaciones entre los gobiernos de Venezuela y Estados Unidos, pero nuevamente comenzó a vociferar por los supuestos planes del imperio para derrocarlo.

El 13 de agosto, Maduro festejó con Fidel Castro el cumpleaños 89 en La Habana. El 19 de agosto ordenó el cierre de la frontera de Venezuela con Colombia por 72 horas (que luego prolongó indefinidamente) en los municipios Bolívar, Junín, Ureña, Capacho Libertador y Capacho Independencia del Táchira, e impuso el estado de excepción por primera vez, según el artículo 337 de la Constitución chavista de 1999, que establece la suspensión de garantías por parte del ejecutivo durante 60 días, prorrogables por un período similar. Nombró al gobernador José Gregorio Vielma Mora como jefe de la zona, donde inició la Operación Liberación y Protección del Pueblo con varios miles de agentes de seguridad y militares para terminar el desabastecimiento debido al bachaqueo o contrabando de productos subsidiados, la delincuencia y la subversión política de las bandas paramilitares y narcotraficantes colombianas, según acusa, auspiciadas por el expresidente Álvaro Uribe, con la posible anuencia de las autoridades locales sin que el gobierno colombiano intervenga para evitarlo. El puente Simón Bolívar ha tenido atravesada una barrera de alambres de púas y soldados. Según pasaron los días, colombianos ilegales, muchos residentes por largos años, perdieron sus míseras y únicas viviendas y fueron deportados con las pocas prendas que pudieron cargar. Estos países tienen una frontera de 2 300 kilómetros, con intenso el movimiento de personas y mercancías.

El presidente Juan Manuel Santos, tomado por sorpresa al parecer, consideró desafortunada la medida (lesiva a su gestión como mandatario), y expresó su disposición a sostener un encuentro con Maduro. Poco después, Uribe se trasladó al lado colombiano del puente donde pronunció una arenga. El miércoles 26, las cancilleres María Ángela Holguín de Colombia y Delcy Rodríguez de Venezuela se reunieron en Cartagena de Indias, donde anunciaron acuerdos de colaboración. Sin embargo, el 27 de agosto, Maduro dijo que al presidente Santos lo tenían engañado, y “lo peor a estas altura, le gusta que lo engañen”. “Usted mintió públicamente”, gritó (se refería a unas declaraciones emitidas por Santos en Cúcuta). Desde la tribuna de la asamblea de la Unión Nacional de Mujeres ordenó que se pusieran sus palabras en las redes sociales, pues en Colombia no se transmiten; añadió que poseía videos y grabaciones, adelantó que al día siguiente haría importantes anuncios y convocó una gran marcha contra el paramilitarismo en Caracas. Además anunció que había llamado al embajador en Bogotá. Juan Manuel Santos respondió con la llamada a consulta de su embajador en Caracas, reiteró que Colombia privilegia el diálogo y la diplomacia, y pidió una reunión extraordinaria de UNASUR. Antecedentes notables fueron la retirada del personal diplomático venezolano en protesta por la incursión del ejército colombiano en territorio ecuatoriano en marzo de 2008 y   la llamada al embajador en julio de 2010. Venezuela estableció la delimitación marítima de una zona en disputa entre ambos países en mayo de 2015. La actual confrontación antecede a las elecciones regionales colombianas el 25 de octubre y las elecciones parlamentarias venezolanas del 6 de diciembre. Muy probablemente los chavistas actuaron también con la intención de minar eventuales resultados favorables de la oposición, pero podrían ocasionar amplias consecuencias muy desfavorables.

El diálogo gobierno-FARC/EP se complica de inmediato, con irradiación al papel de Cuba, Estados Unidos y Venezuela, país acompañante. El proceso de paz podría interrumpirse, si las huestes de Uribe se reforzaran. Esto tendría implicaciones inmediatas para los países fronterizos, en especial Ecuador inmerso en fuertes protestas sociales. La difícilmente lograda “unidad en la diversidad” en CELAC y UNASUR se fragmentaría. Los laboriosos e inteligentes equilibrios culminados con la participación de todos los países en la Cumbre de las Américas, en especial de Raúl Castro y Barack Obama, propiciadores de una nueva etapa de diálogo y cooperación, resultarían seriamente dañados. Las gestiones del Papa Francisco y sus desempeños en Cuba, Estados Unidos y la Asamblea General de las Naciones Unidas durante septiembre, se resentirían.

Para el gobierno cubano la situación es muy complicada. Los petrodólares venezolanos son vitales para una economía que no levanta, pero sobre todo porque las autoridades isleñas han despilfarrado el poco tiempo disponible para aplicar sus timoratas acciones económicas, promotoras de una salida a la crisis, y no ha permitido la libre creatividad privada, entrampadas por el miedo a perder el poder absoluto que ostentan desde hace 56 años. Sin prisa prosiguen, inmersas en los preparativos para el congreso del Partido Comunista a comienzos de 2016, cuando además la situación internacional no favorece la llega de las multimillonarias inversiones extranjeras, que esperan de los capitalistas. La aproximación con Estados Unidos recién comienza y la parte cubana no ha propiciado la implementación de las medidas dispuestas por el presidente Obama el 17 de diciembre de 2014, beneficiosas para la población y el país.

La campaña por el Esequibo resultó muy pequeña para tapar los descalabros neochavistas. La ofensiva fronteriza podría resultar una deflagración extensiva, que la sensatez demostrada en los últimos años por los mandatarios de las Américas tendrá que resolver con premura, muy especialmente los asentados en La Habana.