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El arroz amenaza con perderse de la mesa

Yasmani Llamazares, en el centro sembrando arroz (foto del autor)
Yasmani Llamazares, en el centro sembrando arroz (foto del autor)

La prolongada sequía que azota a la isla no ha sido menos intensa en Pinar del Río, donde la cosecha de arroz este verano sufrió importantes afectaciones en el sector estatal y campesino. Como consecuencia, los precios del grano en el mercado negro fluctúan con tendencia al alza en tanto el gobierno provincial se muestra incapaz de abastecer la demanda en las ventas liberadas.

Según un trabajador de la Dirección Provincial de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), producto del estrés hídrico el macizo arrocero compuesto por los polos productores de Los Palacios, Alonso Rojas y Ovas, alcanzará aproximadamente el 50 por ciento de la recolección prevista en los planes pre contienda.

De acuerdo con la fuente, que pidió no divulgar su identidad por temor a represalias, son varios los factores que imposibilitan cumplir con los estimados sobre el cultivo del grano. Entre ellos, resalta los atrasos generados por la sequía para el inicio de la cosecha, la insuficiencia de los volúmenes de agua destinados a la adecuación de las tierras y el riego de las plantaciones y, el bajo por ciento del área total que se pudo sembrar con relación a lo que estaba planificado.

Como botón de muestra ilustra que en la presente cosecha, la Empresa Agroindustrial de Granos Los Palacios, principal productora en el occidente del país, solo pudo plantar cerca de 15 mil hectáreas de las 25 mil que tenía habilitadas. Algo similar ocurre en Alonso Rojas y Ovas, en donde se habían preparado cerca de 20 mil hectáreas de tierra de las cuales se llegaron a utilizar unas 11 mil.

Precisamente, no alcanzar las metas de siembra en conjugación con la deshidratación de las plantaciones, incide potencialmente en el rendimiento final de la cosecha.

De las 300 mil toneladas métricas de arroz que se esperaba producir, hasta la primera quincena de agosto, señala el funcionario, en el macizo ya se habían acopiado alrededor de 100 mil toneladas métricas, y a tono con sus valoraciones pudieran recogerse otras 70.

“Esta cosecha ha sido muy mala, prácticamente la perdimos, y si no cambian las condiciones climatológicas para la de invierno –septiembre a diciembre-, los niveles de almacenamiento van a perjudicar el inventario del 2016”, apunta la fuente. “Desde hace algún tiempo se viene trabajando para eliminar estos riesgos, o al menos para poder enfrentarlos por cierto tiempo”.

Aunque en menor magnitud, los problemas de sequía existían ya en 2014. Preventivamente, a principios de año se comenzaron obras hidráulicas para unir con canales a varias de las 11 presas que abastecen de agua a la cosecha arrocera en los polos de Los Palacios, Alonso Rojas y Ovas, situados al sureste de la provincia.

“Las obras debieron estar listas para apoyar la cosecha, pero se atrasaron y el resultado ya se sabe. El porqué de la demora lo desconozco, eso sí no me compete, no obstante pronto entrará a funcionar y será muy beneficioso”, comenta la fuente y luego amplía que en estos momentos los embalses que nutren las plantaciones almacenan aproximadamente el 10 por ciento de su capacidad de llenado. Otras estadísticas de medios provinciales ofrecen cifras inferiores.

También sufren los agricultores pequeños

Paralelo a la producción estatal, los pequeños agricultores sortean las dificultades que impone la inusual sequía. Su producción reviste gran importancia, pues de ella se abastecen fundamentalmente los mercados agropecuarios y significa la principal fuente de sustento y alimento de numerosas familias.

Yasmani Llamazares
Yasmani Llamazares (foto del autor)

Las lluvias de la última semana resultan pocas, no ofrecen garantías de éxito para comenzar una cosecha, relatan algunos campesinos. Sin embargo, presurosos trasladan los bueyes hacia los diques y empiezan las labores de “fangueo” –habilitación de tierras-, mientras que otros “arrancan” a plantar con los dedos, las posturas de arroz en el fango. Saben que esta pudiera ser la última oportunidad de obtener el valorado alimento.

Yasmani Llamazares, joven campesino del municipio San Luis, destaca que a causa de la escasez de lluvias la mayoría de los “guajiros” se quedaron sin sembrar arroz en la cosecha de verano. Para esta etapa del calendario, ya deberían haber plantado el cultivo para cosechar en invierno.

“Aquí nada más pudo sembrar alguna gente con tierra cerca de ríos. Si el gobierno nos hubiera entregado turbinas eléctricas o motores de combustión apropiados, a lo mejor hubiéramos podido regar los diques y cosechar arroz aunque sea para el consumo del hogar. Incluso ahora aunque llueva es un poco tarde para arreglar la tierra”, resaltó Llamazares.

Lo situación preocupa al sector campesino, a quien los ingresos que percibe una vez al año por la producción de tabaco, no alcanza para costear los gastos más básicos de las familias.

Crescencio Avidal, afiliado de la Cooperativa Fortalecida de Créditos y Servicios Gilberto Barcón, explica que el arroz amén de ser un alimento, en el territorio funciona como una moneda de cambio.

“La entrada de dinero es muy baja, resolvemos cambiando arroz por productos que a veces no podemos comprar con dinero. Mucha gente viene de la ciudad a intercambiar ropas, aseos, electrodomésticos y hasta otros alimentos como son carnes y grasas”, argumenta Avidal.

Contradictoriamente, una representación de comercio visita a los agricultores privados para pedirles que, en carácter de “donación”, renuncien a la cuota de arroz que corresponde a la canasta básica, alegando que ellos pueden producirlo. Bajo un pretexto similar hace dos años les suprimieron la mensualidad de huevos.

La especulación con la realidad de la cosecha provoca inestabilidad en los precios. Por estos días, en una época donde lo natural es la abundancia del grano, los campesinos venden la libra a seis pesos -el valor fijado por el estado para el tipo de arroz que producen es de 3,50 pesos-, mientras que en el mercado negro alcanza un precio de ocho pesos. En 2014, por estos días, el arroz criollo -como se le llama al que producen los campesinos- se vendía a 2,50 pesos en el mercado subterráneo.

La sobrevaloración del producto y el insospechado futuro de la cosecha de invierno, mantiene en vilo a una población que todavía lleva fresco el recuerdo del 2010, cuando una crisis de causas diferentes provocó la desaparición del grano y los precios se situaron por encima de los quince pesos.

Written by CubaNet

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