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¿Una nueva piñata en Nicaragua?

Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, y Wang Jing, presidente de la HKND (foto tomada de Internet)

LA HABANA, Cuba – En los últimos meses, los medios masivos de comunicación han prestado atención al tema de la publicitada construcción de un nuevo canal interoceánico en Nicaragua. Según las informaciones, en ese empeño le corresponde un papel fundamental a Wang Jin, un discreto magnate chino radicado en la ex colonia británica de Hong Kong.

La idea de escoger a ese país centroamericano para erigir una vía acuática entre los océanos Atlántico y Pacífico es antigua. Pero en la puja decimonónica para escoger la sede de tal obra, Panamá alcanzó la victoria. En esto, la vulcanología y la sismología desempeñaron el papel fundamental: Los constructores prefirieron enfrentarse a una cordillera antes que a los terremotos y las erupciones volcánicas de Nicaragua.

A partir de su inauguración en 1914, la vía interoceánica del Istmo prestó servicios en su versión original. Al aumentar el porte de los buques, se hizo cada vez más necesario agrandar las esclusas para permitir el paso de esos navíos mayores. Las autoridades panameñas, encargadas de la administración del canal tras los tratados Torrijos-Carter, aseguran que culminarán la colosal ampliación para abril de 2016.

Si el proyecto de Nicaragua se hubiese anunciado antes de acometer estos trabajos, podríamos aceptar que en la decisión hubo alguna racionalidad. Pero dedicarse a esos trajines cuando falta poco para que los llamados barcos post-Panamax puedan empezar a cruzar por el canal ya ampliado, tiene todo el aspecto de una insensatez. Si se lograra ejecutar los planes, ¿a qué se dedicaría en gobierno de Managua? ¿A una ruinosa guerra de tarifas con el país hermano?

Varios colegas han señalado las razones de prestigio mundial que, en su opinión, informan esa decisión desde el punto de vista de China. Esto, pese a que las autoridades de Beijing han optado por no involucrarse directamente en el asunto. Pero, ¿y si enfocamos éste desde el lado nicaragüense? ¿Qué perspectivas tienen al respecto el presidente Daniel Ortega y su equipo?

La naturaleza misma, como si quisiera terciar en el debate, acaba de recordar que la falla geológica de Tiscapa atraviesa de norte a sur todo el territorio de Nicaragua. Hace apenas unos días, la prensa informó de una serie de temblores que sacudieron ese país. Se especula que ellos anuncien un sismo de gran intensidad.

Todas esas interrogantes que surgen al enfocar el tema, nos obligan a que especulemos sobre los verdaderos motivos de Ortega y su claque para embarcarse en esta aventura. En ese sentido, no debe subvalorarse el filón que, en el plano de la demagogia, ofrece la magna obra: si se supone que los sandinistas podrán lograr “vengarse de Panamá”, entonces cabe esperar que sus compatriotas voten en masa por ellos.

Aquí viene al caso una anécdota de la Cuba democrática. Se acercaban unas elecciones parciales, y en una villa pinareña las cosas tenían mal aspecto para el partido del alcalde. Pocos días antes de la votación, aparecieron camiones que descargaron grandes tuberías en las calles del poblado. ¡Por fin se acometerían los trabajos tanto tiempo esperados! Sólo hacía falta que los ciudadanos votaran por la reelección para asegurar la ejecución de la obra. Unas noches más tarde, tras el previsible triunfo arrollador del oficialismo en los comicios, los mismos camiones recogieron discretamente las conductoras y se marcharon con destino desconocido.

Otro factor a tomar en cuenta es el económico. No olvidemos que fue precisamente Ortega quien, antes de entregar la presidencia a Doña Violeta Barrios, llevó a cabo el proceso que sus opositores bautizaron con una nueva y pintoresca acepción de un viejo vocablo: “la Piñata”. ¿Acaso una inversión como la que se anuncia ahora no ofrece un generoso filón en este sentido?

También aquí resulta oportuna una remembranza. A mediados de los años cincuenta del pasado siglo, en la mayor de las Antillas se lanzó el proyecto de abrir el llamado Canal Vía Cuba: una ruta acuática que atravesaría el centro de la Isla, entre las bahías de Cochinos y Cárdenas. La idea era ahorrar algo menos de dos días de travesía a los buques que navegaban entre el Canal de Panamá y la costa este de Estados Unidos.

El poco ahorro de tiempo y combustible no parecía justificar la cuantiosa inversión. Después se supo que el plan no era real, y que el verdadero propósito era buscar capitalistas incautos y despojarlos de unos cuantos millones de dólares. ¿Estarán planificando los sandinistas una nueva piñata con el cuento del Canal de Nicaragua?

Written by CubaNet

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