Humo en La Habana

Sep 22, 2015

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Pese a una población de poco más de dos millones de personas y centenares de grandes, medianas y pequeñas industrias, La Habana disfruta de una atmósfera bastante limpia, casi libre de humo, lo cual la convierte en una rareza dentro del concierto urbanístico mundial.

Una gran parte de los cubanos no rechaza la presencia de lo humeante, a causa de que uno de sus emisores, el tabaco, ha constituido uno de los grandes hitos de la humanidad; tal vez el único producto autóctono de Cuba desde 1492 como expresan algunos anuncios comerciales.

Ahora atacado, restringido, odiado y probado que origina enfermedades pulmonares, cáncer y otros males a la salud, no puede negarse que al fumarse un habano se experimenta cierto placer, en especial para quienes conocen los valores de ese producto singular de la llamada Isla Grande del Caribe.

Los primeros en probar esas sensaciones resultaron los expedicionarios que junto a Cristóbal Colón llegaron en 1492 y protagonizaron el denominado Encuentro de las Dos Culturas.

Colón vio a los aborígenes (presumiblemente indios Taínos) inhalar unas hojas secas para luego exhalar humo. Los imitó y después introdujo en las Cortes españolas esa costumbre que más tarde invadió a todo el mundo.

El hábito de fumar atravesó todas las fronteras y como la rumba, otro producto autóctono de Cuba, degustan del tabaco lo mismo el inglés que el alemán y hasta el musulmán.

Para disfrutar de ese placer y evitar agresiones contra los no fumadores, en Cuba y en diversas partes del planeta, funciona una red de Casas del Habano, donde sus asistentes se entregan a la combinación perfecta de un puro cubano con la bebida de mayor solera.

Son sitios idóneos para atraer a los fumadores, en los cuales se ponen en venta las mejores marcas y se disfruta de un ambiente poco usual en los días actuales como resultado de las campañas antitabaquismo.

En 1990, en Cancún, México, se abrió la primera de las Casas del Habano y la iniciativa cobró tal relevancia que hoy día existen unas 150 distribuidas por el mundo.

Partagás, tal vez la fábrica de mayor reconocimiento mundial, inició esa línea en 1993, la primera en Cuba, y tomando en cuenta su historia (la factoría data de 1845), la calidad de sus vitolas (Lusitanias y Churchill, por mencionar algunas) y su prestigio, se trata de una de las más emblemáticas y concurridas.

Es un espacio pequeño, una especie de imperio del humo, cuya estrechez la genera la abundante clientela que se agolpa ante los mostradores, en su afán por escoger el puro de mejor presencia y luego apoltronarse junto a un trago de ron, a manera de establecer una mezcla entre dos productos antagónicos, azúcar y tabaco, según el intelectual cubano Fernando Ortiz, empero complementarios.

De La Casa del Habano de la Flor de Tabacos de Partagás, así es realmente el nombre de esa fábrica, brota humo de las marcas más famosas como Montecristo, Romeo y Julieta, Hoyo de Monterrey, Por Larrañaga, H. Hupmann, Partagás y, por añadidura Cohíba, Cuaba, Vegas Robaina y Trinidad, dentro de una lista considerable.

Todo comenzó en 1827 cuando el español don Jaime Partagás compró unas vegas en las regiones de Vuelta Abajo y Semi Vuelta, las de mayor prestigio en la producción tabacalera, ubicadas en la occidental provincia cubana de Pinar del Río.

En 1845 levantó su industria, en una de las áreas céntricas de La Habana, presente y en funciones aún hoy en un edificio de cuatro pisos, cuya fachada es una obra maestra.

La obra de Partagás se ha mantenido hasta nuestros días, pese a su temprana muerte en 1861 como resultado de un litigio, dicen algunos que comercial, otros que amoroso.

Luego de su deceso continuaron sus parientes hasta que la fábrica pasó a manos de José A. Bances y Ramón Cifuentes y luego a otros propietarios.

Cifuentes se asoció con un empresario de apellido Fernández y finalmente con Francisco Pego Pita. A la muerte de este último, en 1940, se fundó la sociedad Cifuentes y Cia, con una producción de 30 marcas.

Al triunfo de la Revolución Cubana, en 1959, reapareció como Fábrica Partagás, tal como opera hoy, y con una preocupación constante por la formación de sus torcedores y obreros, a fin de mantener la calidad de sus puros.

Es la fábrica más visitada por los turistas, y en su salón de la planta baja radica La Casa del Habano Partagás, adonde han acudido entendidos y famosos, entre ellos el actor estadounidense Jack Nicholson.

por Por Armando Reyes (Jefe de la Redacción de Asia de Prensa Latina.)

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