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Los plebiscitos de la dictadura castrista

Palacio presidencial de la revolución. Foto: Archivo

Como cuando los fusilamientos, la creación de los Comités de Defensa fue "aprobada" por una multitud frente al Palacio Presidencial (foto tomada de internet)

LA HABANA, Cuba – Los plebiscitos que hemos visto en más de medio siglo de dictadura cubana, no se parecen a ningún otro.

Engañaron –o se dejan engañar, el colmo de los colmos– a periodistas y escribidores que se dan de cultos, avispados, sagaces, despabilados y bien despiertos.

¿O es que inescrupulosamente esos escribidores y periodistas se han prestado al engaño, nada menos que a estas alturas del tiempo?

Ninguno de ellos tiene justificación, aunque aleguen que para elaborar sus trabajos utilizan una historia escrita y reescrita hasta el cansancio, a conveniencia del Comandante Invicto, el principal culpable de una historia mal contada.

Nos referiremos a un hecho que, en días recientes, se ha comentado en la prensa nacional que controla el gobierno cubano: el mitin político presidido por Fidel Castro el 21 de enero de 1959, celebrado frente al Palacio Presidencial, con el fin de buscar respaldo popular a los fusilamientos que ocurrían a diario.

Para comenzar, aclararemos el error de la primera cronología publicada por la Editora Política en 1983, “A 22 años de la Revolución”, cuando cita la fecha del 16 de enero, cuando el hecho ocurrió cinco días después.

El colega Ciro Bianchi Ross, en una de sus crónicas titulada “Cincuenta y cinco años atrás”, considera que aquel mitin representó para Cuba un “plebiscito colosal”, al que acudieron, según él, “campesinos y obreros a pie desde las provincias de Pinar del Río y Matanzas, porque en la capital no había vehículos disponibles”.

Como el periodista era entonces un niño de diez años, no recuerda que, entre otras cosas, en la capital sobraban ómnibus, trenes y todo lo que requería una ciudad moderna como La Habana.

Sigue el escribidor Bianchi, comprometido hasta la médula con una dictadura que se diluye poco a poco como la sal en el agua, que en aquel “plebiscito colosal”, Fidel Castro sintetizaba sus ideas. No creo que Fidel hiciera eso alguna vez, pero vamos a creerle.

Lo que sí no le creemos, ni a él ni a tantos otros que han tenido la desfachatez de repetirlo, es que aquello resultó un plebiscito, no sólo para seguir fusilando a los que defendieron con sus armas al régimen de Batista, sino además, a todo el que se opusiera a la Revolución, como dijera el Che Guevara a la prensa internacional en la ONU, en 1965.

Entrevistados por mí hace unos días, dos arquitectos retirados de larga trayectoria laboral me aseguraron que en ese espacio que comprende el frente del Palacio Presidencial y sus dos calles aledañas, hasta las inmediaciones de la bahía, donde se celebró aquel mitin histórico, solo caben, incluso algo apretados, unas 400 mil personas.

Aún así, el colega Ross, utilizó las páginas del periódico Juventud Rebelde para destacar un hecho que representa hoy una vergüenza y una deshonra para la dictadura castrista y ha repetido, a lo largo de medio siglo, que aquello representó un plebiscito, porque aplaudieron y dieron vivas a Fidel más de un millón o un millón medio de personas, congregadas frente a la tribuna del Palacio Presidencial.

Aunque hubiera sido verdad, ¿que representaba un millón o un millón y medio de personas, frente a una población compuesta por más de seis millones de habitantes?

Esos eran los plebiscitos de la dictadura cubana. Jamás su protagonista principal quiso hacer uno a semejanza del que hizo el dictador Pinochet en Chile, en 1988 y por el que fue derrotado.

Ni lo hará jamás.

Todo lo contrario. Aquellos opositores pacíficos que han levantado su voz para reclamarlo en Cuba, han sido encarcelados o muertos.

Después de aquel 21 de enero de 1959, se siguió fusilando hasta hace muy poco. En ningún momento el pueblo es culpable. Esta horrible y bárbara historia de fusilamientos arbitrarios sólo tiene dos culpables.

Los conocemos bien.

Written by CubaNet

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