in

La paz cubana le importa a unos pocos

Prosiguen en Cuba diálogos para la paz en Colombia

Juan Manuel Santos y "Timoshenko" estrechan manos junto a Raúl Castro (foto tomada de Internet)

LA HABANA, Cuba.- Lo que parecía imposible se hizo realidad el pasado 23 de septiembre en La Habana, cuando a través de la televisión vimos al presidente colombiano Juan Manuel Santos y al jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC Timoleón Jiménez “Timochenko” darse la mano durante la firma del acuerdo que creó la Jurisdicción Especial de Justicia para la paz en Colombia.

El mencionado acuerdo constituye un importante paso en el largo y complejo proceso de paz destinado a poner fin a casi seis décadas de guerra en lo que ha sido el conflicto más dilatado y traumático del hemisferio occidental, con una dolorosa secuela de millones de víctimas entre muertos, secuestrados, desplazados y despojados. Tanta violencia, fratricidio, narcotráfico, están ahora al parecer más cerca que nunca de concluir cuando tanto Santos como Timochenko se comprometieron ante los garantes (Cuba y Noruega) los acompañantes (Chile y Venezuela) y la opinión pública a concluir un acuerdo de paz definitivo en el término de seis meses.

El acuerdo recién firmado establece las condiciones y las vías a través de las que se juzgarán y castigarán a los participantes en el conflicto culpables de delitos graves y crímenes, a partir del consensuado principio de lograr la paz sin impunidad. El acuerdo consta de dos elementos trascendentales: en primer lugar reafirma el reconocimiento a las FARC como una contraparte con pleno derecho y además extiende la mano de la justica y la ley a todos los actores del conflicto, a saber guerrilleros, militares, policías y paramilitares, amén de establecer la rebaja considerable de las penas para los culpables que colaboren y sobre todo reconozcan abiertamente sus crímenes. En la ceremonia se anunció que al firmarse la paz las FARC se convertirán en un partido político con todos los derechos y entregarán las armas.

Sin embargo para Cuba lo más significativo es apreciar los conceptos y fundamentos en que se sustenta la negociación, los compromisos y los acuerdos. En la ceremonia escuchamos varias veces las palabras reconciliación y voluntad política, además del tratamiento respetuoso a la contraparte, a la cual se le reconoce en su beligerancia y en sus derechos. Fue coincidente el llamado a la unión de todos los colombianos para construir una convivencia armónica y justa, sin violencia ni desigualdades.

En tanto, en Cuba…

Tales fundamentos y propósitos contrastan de manera chocante con la actitud del gobierno cubano en su problemática doméstica, cuando exige para sí todos los reconocimientos y es incapaz de admitir el mínimo error o el derecho de la contraparte.

A diferencia de Colombia, hace medio siglo que en Cuba no hay enfrentamientos armados, la oposición política al régimen ha dado muestras de un pacifismo sin precedentes en el continente, la confrontación política en la Isla está libre, al menos por la parte opositora, de violencia, secuestros, genocidio, narcotráfico y venganzas estériles como las que han desangrado a Colombia. A pesar de esto, los gobernantes cubanos se niegan a reconocer al otro, al diferente como sujeto beligerante y de derecho.

Los gobernantes cubanos jamás usan la palabra reconciliación, simplemente porque no admiten que hay otro sujeto contraparte en un conflicto político. Para los jerarcas de La Habana solo ha existido un adversario: los Estados Unidos, lo cual convalida el útil argumento fascista del poderoso y amenazante enemigo externo. Para ellos los opositores internos e incluso los interlocutores críticos desde el exterior son dependientes de la política y los presupuestos de Estados Unidos.

Ahora, cuando los gobiernos de Cuba y Estados Unidos emprenden un camino, al parecer irreversible, de reconocimiento mutuo, diálogo constructivo y acuerdos trascendentales, las autoridades cubanas ni siquiera se molestan en reconocer la natural diversidad y pluralismo del pueblo cubano y recrudecen sus dinámicas represivas y de terrorismo de estado contra los adversarios internos. A éstos los continúa tratando como ‘mercenarios’, el problema es que ahora no se sabe al servicio de quién.

La cara más terrible de la realidad cubana es que muchos interlocutores y actores desde el mundo democrático conceden a los gobernantes cubanos respaldo, espacios y beneficios sin exigirle que reconozcan el más elemental fundamento de la convivencia democrática, la existencia digna y respetada del otro, del diferente.

Hace pocas semanas fueron cerradas las puertas de la Organización Internacional del Trabajo OIT para los activistas cubanos. Los demócratas ‘de afuera’ pasan por Cuba y no reclaman abiertamente espacio y respeto para los demócratas ‘de adentro’, el papa Francisco se fue sin enterarse que en Cuba había detenidos.

La historia ha demostrado el enorme precio que se paga por apaciguar a criminales confesos y sin escrúpulos. La historia ha enseñado que el camino de la paz y la reconciliación pasa por el reconocimiento y compromiso con esos valores, principios y voluntades que ahora parecen anunciar la solución del conflicto colombiano.

Mientras el apretón de manos de La Habana abre una luz de esperanza para Colombia, escuchar a tanto demócrata en el mundo hablar de transformaciones en Cuba sin exigir un cambio radical en las leyes y en las prácticas institucionales, anuncia para Cuba mucho tiempo de dolor y sufrimiento.

Written by CubaNet

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Cómo detectar y combatir el cáncer de mama

Cómo detectar y combatir el cáncer de mama

Danilo Maldonado, El Sexto.

‘Lo único que todavía no me pueden quitar es mi cuerpo’