Bandas terroristas del grupo Estado Islámico (EI) destruyeron el famoso Arco Monumental en la ciudad siria de Palmira, una joya arquitectónica del siglo III, confirmó el Director General de Antigüedades y Museos, Maamoun Abdulkarim, informó Prensa Latina.
El arco era una de las obras más valiosas que atesoraba esta histórica ciudad ubicada a 223 kilómetros al noreste de esta capital, y declarada Patrimonio de la Humanidad en 1980 por la Unesco.
El Arco Monumental permitía el paso a la gran avenida de las Columnatas, una de las joyas que atesora Palmira.
“Parece que una maldición ha caído sobre esta ciudad y espero solo noticias que van a preocuparnos aún más. Si Palmira se mantiene en sus manos, la ciudad está condenada”, subrayó Abdulkarim.
El pasado 6 de septiembre se supo que los extremistas del grupo EI, cavaron túneles bajo el histórico Arco Monumental, y colocaron cargas explosivas, en un nuevo intento por continuar destruyendo el patrimonio cultural universal de esta zona.
Dos días antes, el 4, los grupos takfiristas que mantienen ocupada la ciudad de Palmira desde mayo último, destruyeron tres importantes torres funerarias de alto valor arqueológico.
Las torres destruidas corresponden a las célebres tumbas de Elahbel, Jamblique y Khitot, obras que “simbolizaban el desarrollo económico de la ciudad en los primeros siglos de nuestra era”.
El 30 de agosto, los extremistas armados dinamitaron y destruyeron las ruinas del templo Bel, un monumento milenario, con mil 983 años de historia.
El templo de Bel era una antigua construcción de piedra en ruinas, construido en el año 32 del siglo I, estaba consagrado al dios semita Bel.
También fue destruido el 24 de agosto el templo de Baalshamin, otra joya arquitectónica de casi dos mil años, después de dinamitarla con una gran cantidad explosivos.
Este santuario, uno de los sitios arqueológicos más importantes del mundo, fue construido en el año 17, del siglo I, y sobrevivió a numerosos invasores y ocupantes.
Otros monumentos destrozados por el EI fueron el mausoleo dedicado a Mohammad Ben Ali, un descendiente de la familia del profeta Ali Ben Abi Taleb, demolido por una explosión, y la estatua de la diosa Al-lat, una de las piezas arqueológicas más importantes que se preservaban en Palmira, y que fue destruida a martillazos.
“Ahora es la destrucción sin sentido -dijo Abdulkarim-, sus actos de venganza no son ideológicos, ya que ahora están explotando edificios con ningún significado religioso”, añadió.