Eneida Sánchez Sánchez, anciana bayamesa de 89 años, propietaria de una vivienda por más de 40 años, lamenta no poderles dejar esta casa a sus descendientes, porque las autoridades le niegan el derecho de propiedad y de actualizar sus documentos.
Vea aquí el testimonio completo de Eneida:
“Fui combatiente clandestina y después del triunfo de la revolución trabajé como voluntaria en la Campaña de Alfabetización. Mi casa siempre fue un albergue de los revolucionarios, te digo más, mi abuelo era mambí. Mi familia completa fue de combatientes, pero teníamos otros ideales. Nosotros no luchamos para esto y hasta en eso nos engañaron”, confiesa.
Según Eneida, desde 1978 es propietaria de su casa, radicada en el Reparto La Unión en Bayamo, y tiene Orden de Construcción desde 1987. Además es dueña de una placa (planta superior de una construcción) en otra vivienda del mismo reparto.
En el año 2005 logró que le repararan su vivienda, sin embargo, ahora le exigen que debe pagarla como arrendataria de por vida, sin derechos a vender, permutar, dividir o dejar en herencia.
Ella nos cuenta, mientras muestra el estado de la “nueva” construcción: “Cualquiera piensa que está buena, pero la reparación fue malísima, las piezas de prefabricado que pusieron estaban cuarteadas y luego tuvieron que ponerle rasilla al techo por las filtraciones. Las paredes están abiertas (grietas) por doquier y cuando midieron el terreno, midieron menos de lo que debían, a pesar de mis aclaraciones”.
Mileidis Treto, trabajadora de Vivienda Municipal Bayamo, declaró sobre el caso: “Yo no tengo conocimiento de esta situación, habría que revisar un montón de archivos y averiguar con el personal que la atendió anteriormente pero eso puede tardar bastante”. “Para eso tiene que hacer la cola y comenzar los trámites nuevamente, o pedir un despacho con la directora Hilda Galafé y definir con ella, lo que tiene que hacer”, agregó.
Tales planteamientos parecen indicar que todavía le quedan muchas gestiones por hacer a Eneida, antes de obtener la propiedad legal de su casa y poder testarla en favor de sus familiares, si su avanzada edad le permite salir del limbo de la burocracia.
Sus palabras resumen su decepción por los años de abandono y desconsideración de aquellos a quienes ella misma ayudó a llegar al poder. “Yo hago esto por ayudar la revolución, por eso yo quiero que haya un cambio y que se le reconozca el derecho a quien lo tiene. Eso que hacen ellos, eso sí es una contrarrevolución”.