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La cantante Dulce Pontes enamora a los cubanos con un espectáculo memorable

Dulce Pontes.
Dulce Pontes.

Dulce Pontes.
Dulce Pontes.

A teatro lleno, la cantante portuguesa Dulce Pontes estremeció al público la noche del pasado 11 de octubre en el teatro Mella, con su espectáculoPeregrinación, dentro del Festival de Las Voces Humanas.

“La voz de Portugal”, como se le ha distinguido, nació en Lisboa hace 46 años, y tiene 20 de trayectoria artística. Estudió piano y danza contemporánea; además de actuar en su juventud en comedias musicales como actriz y bailarina. Su participación en espectáculos televisivos y festivales de la canción, contribuyeron a su posterior desarrollo como artista integral. Posee una extensa discografía, con fonogramas como Lágrimas (1993), y Focus(2003), en colaboración con el músico italiano Ennio Morricone. Además de numerosos géneros musicales, ha cultivado el fado en todas sus vertientes, renovándolo con el uso de instrumentos modernos. Asimismo, fados de siglos anteriores forman parte de su repertorio.

La fadista Pontes vino acompañada de su grupo, integrado por Fernando Silva (guitarra portuguesa), Amadeu Magalháes (cavaquinho, mandolina, gaita de foles y flautas), Davide Zacacaria (violoncello), Daniel Casares (guitarra), Juan Carlos Cambas (piano), Antonio Pinheiro Da silva (técnico).Y como invitado, el percusionista cubano Ruy López-Nussa.

Pontes es una mujer muy apasionada en escena, sus excelsas dotes le permiten incursionar en varios registros con una transición sorprendente; se mueve del soprano al contralto sin la menor dificultad, logrando unos pianíssimos fascinantes. Sin zapatos, con el pelo suelto, un largo vestido color marrón rozando el suelo y chal del mismo tono, nos ofreció lo mejor de la música de su país y temas de la música universal.

Pontes comenzó la primera parte de Peregrinación tocando el piano y cantando de espaldas “Ondeia y Un” de su propia autoría. No hacía falta verle el rostro, con una potente voz de soprano se encargó de trasmitir el sentimiento desgarrador que tienen esos fados cargados de nostalgia y tristeza.

Se la escuchó en la “Bohéme” de Charles Aznavour, “Nada te turbe”, de Santa Teresa de Ávila, y “Senhhora do Almortáo”, del folklore tradicional portugués.

Pontes, con un dominio absoluto, trasmutó con facilidad al canto alegre y a la danza amarrándose el vestido con el chal, bailando con los pies desnudos, haciendo movimientos giratorios con las caderas y levantando los brazos. Cantó el fado bailable de ritmo y colorido tradicional, “Bailados do Minho”, compuesto por ella y Artur Paredes.

Memorables fueron también sus interpretaciones de “Alfonsina y el mar”, del pianista argentino Ariel Ramírez y el escritor Félix Luna; “Meu amor sem Aranjuez”, de Joaquín Rodrigo; y “Soy un circo”, el homenaje a Horacio Ferrer y a Hector Stamponi donde despliega su faceta dramática-musical. Luego, Pontes se remontó al siglo XIII con “Mar de Vigo”, del trovador Martin Cobax, con un timbre que bien podía confundirse con el gorjeo de un pájaro.

De pie con largas ovaciones, gritos de bravo, palmadas con ritmos, coro de melodías, fueron los agradecimientos del público a esta artista portuguesa, demostrando una vez más que los cubanos están abiertos a la cultura universal, no importa de donde venga.

Publicado en Diario de Cuba

Written by @diariodecuba

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