
¿Se ha preguntado usted cuántas veces ese casual turista, fotógrafo de ocasión o «periodista» en ciernes se convierte en un ignorante con poder de opinión y de dispersión de esa opinión, gracias a la apreciación absurda de que con solo ocho días, unas cuantas fotos coloridas y un recorrer apresurado por un país al que desconoce su esencia?
No es una pregunta superficial porque hoy Cuba está de moda, y todos quieren salpicarse con esa moda a cualquier coste, aun cuando la aparente noticia ya es vieja, pero la retocan como a una vieja con colorete.
Imagínese entonces que usted es un abogado en Tampa, peinando canas, y que una vez allá por los años cincuenta se fue a La Habana, de jerga y nocturnidad. Era joven y estaba en la «high school», muy «high» al parecer. Nada mejor entonces que salpicarse de mulatas y música rumbera por los casinos y burdeles de la ciudad de entonces. Tenía hasta un amigo que, a la luz – o a la oscuridad oportuna – de esos salpiconazos habaneros, decidió irse a vivir a esa ciudad después de servir en la armada americana. Y usted regresó a Tampa, pero en Cuba «llegó el comansindiente y mandó a parar» y pasaron más de cincuenta años por su balcón. Y La Habana volvió a ser la misma, los casinos no han aparecido pero nada es imposible en el poscastrismo con Castro.
Usted hoy es abogado, casado con una consultante de hospital, pertenecen ambos a los cuerpos directivos de la ápera de St. Petersburg (No canta «La Boheme» pero tal vez sí «Il Pagliaccio»), y usted además es directivo de la Orquesta de la Florida.
Música, cuerdas y violín, ¿no es así?
Esa es la historia que desempolva un tal Tony Fabrizio en el sitio de «BayNews9» con un titular que es para afilarse los dientes: «CUBA IN PHOTOS: Local couple captures country’s essence».
Sí, en ocho días. ¡Nada menos!
La historia es la de Dick Caldwell y Gloria Matyszyk, abogado y consultante de «Treasure Island», que no es la «Isla del Tesoro» de la que leímos cuando niños de mano de Robert Louis Stevenson. Visitaron La Habana en el 2013, tomaron sus fotografías turísticas y regresaron a su atesorada isla, y como hoy toda noticia sobre Cuba es moda – digámoslo de una vez, esta yendo Juana y su Palangana –, pues hay que apurarse y sacar de debajo de la manga un escritico en el periódico local. ¡Para eso nos sirven la Gloria y el Dick!
Si esto no fuera lo cotidiano no valdría la pena ni mencionarlo, el problema es que es lo usual. Dos mentecatos que dicen ser fotógrafos empacan unas cañas para instrumentos de viento, unas cuerdas para violín y papel de composición y se van a regalárselos a una orquesta cubana como ayuda, para luego regresar y descomponer estas fotos donde, así mismo afirma el Fabrizio, «descubren la esencia de Cuba».
Y en ocho días.
Hay cosas como para reírse. Les pongo algunos ejemplos, solo unos pocos, pero sirve para despeinar a estos tontos.
La foto que encabeza el post tiene como pie de fotografía lo siguiente:
“A woman living in a residence above a business hangs her laundry to dry from a veranda. Note the dangling electrical wiring – a common sight around Havana.”
“Traducción: Una mujer viviendo en una residencia encima de un negocio (¿?) cuelga su ropa a secar en una veranda. Note el tendido eléctrico colgando – una visión muy común alrededor de La Habana.”
“Havana became strikingly colorful after the revolution. Part of the reason is cultural and part of it is the limited access to paint. Proprietors often will use whatever color paint they have available at a given time.”
“Traducción: La Habana se convirtió en notablemente colorida después de la revolución. En parte por razones culturales y también por el acceso limitado a pintura. Los propietarios a menudo usan cualquier tipo de color de pintura que tengan disponible en un momento dado.”
No puedo decir si es ignorancia o la arrogancia del primermundista que nos mira, desde allá, en lo alto, a los tercermundistas con la condescendencia del neocolono británico desde su silla, defecando boberías y cuerdas de violines para deleitarnos los oídos a nosotros, los indígenas con levita.
Autor: Juan Martin Lorenzo
