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Memorias de Santiago de Cuba de una niña

Santiago antes de la guerra.
Santiago antes de la guerra.

El 10 de agosto de 1861 el presidente de los Estados Unidos Abraham Lincoln designaba, como cónsul de su país en la ciudad de Santiago de Cuba a Mrs. Elisha T. Wallace. Llegó a la Habana en septiembre del mismo año y en la madrugada del 6 de octubre de 1861, a bordo del Vapor Cuba, a la ciudad de Santiago de Cuba. Su nombre, aunque nada lo desmerita, solo puede hallarse hoy, en las cofradías de los archivos oficiales; donde en cambio nada se dice que el ilustre hombre venía acompañado.

Caroline Wallace era solo una niña cuando vio por primera vez la fortaleza escavada en la roca a la entrada del puerto de Santiago de Cuba. Acompañaba a su padre, el nuevo cónsul norteamericano en esta ciudad del caribe, donde vivió junto a él seis años. Legando, con inocente objetividad, el más singular testimonio de la sociedad santiaguera de entonces que se tenga noticia hasta hoy.

Los molestos insectos. La jerga callejera donde se mezclaba el español y el Creole “que asaltan los oídos del visitante como la música de diversos instrumentos”. La poca prisa que muestran para todo los habitantes de esta ciudad. Son colores de un mundo vivido con intensidad y amor por esta niña norteamericana.

Que no duda en recrear, con sabia credulidad, a pesar de su formación protestante; su visita al cobre. Primero a las minas; -las más ricas, entonces, de este metal en el mundo y que fueron las primeras escavadas en america por los europeos en el año 1524- en ellas ve a los mineros “embarrados y tiznados” emergiendo de los pozos, escavados a mil pies de profundidad, en jaulas tiradas por sogas. Pasa luego al santuario De La Virgen De La Caridad Del Cobre; a la cual llama “Virgen Milagrosa “. Aquí su elocuencia se desborda. El instinto la lleva al control de su imaginación y con serena objetividad relata todo lo que escucha y ven sus ojos.

Calle de Santiago de Cuba
Calle de Santiago de Cuba

La leyenda de la aparición de la virgen. La subida y bajada de los peregrinos a toda hora del día por la escalinata enladrillada hasta el templo. La abundancia de confortables hoteles para los viajeros que llegan desde muy lejos, lo mismo a pie que a caballo. Una vez dentro del templo, siguiendo el orden de su atención, nos dice que la mayor atracción del santuario es, por supuesto, la propia virgen maravillosa; pero confiesa quedar más admirada por las enormes cadenas de plata que cuelgan en el interior del templo sujetando grandes cuencos llenos de aceite donde flotan cientos de velas; a donde los creyentes llegan con un cucharon largo recogen aceite y después de rezar lo beben.

Por exactitud histórica debo decir que el santuario actual no es el mismo que acogiera a nuestra viajera. Aquel se derrumbó en 1906 en su lugar, hacia la segunda mitad del siglo XX, se construyó el que tenemos hoy.

Con igual precisión y delicado olfato, Caroline detalla la belleza de la mujer cubana; su vivacidad en los gestos, la expresividad de sus rasgos, el carácter fresco y afectuoso así como otras costumbres inherentes al alma femenina cubana que no duda en mostrar: tan desconocidas para ella en su natal New York.

Su prodigioso interés por todo, revelarían al público norteamericano, más de treinta años después de su regreso a New York y al iniciarse el conflicto hispano-norteamericano-cubano; un mundo único de singular belleza donde, mestizaje, religión, y hábitos hacen destacar una cultura legitimada por los contrastes y costumbres de su gente. “Santiago de Cuba antes de la guerra”. No es solo un libro de memorias; son las memorias de una niña guardadas en un libro.

Por Ariel Glaría para HAVANA TIMES

Written by Havana Times

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