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Penny Pritzker y el manicomio raulista

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Penny Pritzker, secretaria de Comercio de Estados Unidos, visitó Cuba la semana pasada. La también multimillonaria que, según Forbes, amasa una fortuna de 2.400 millones de dólares, describió la Isla como “un país hermoso y fascinante, con gente hospitalaria y mucho potencial para hacer cosas juntos“. Por igual dialogó con niños y aficionados del béisbol de Grandes Ligas, a quienes solicitó apoyo para su equipo favorito, los Chicago Cubs.

Antes se entrevistó con ministros, funcionarios y visitó las obras del Mariel. Pero no se produjo un intercambio de opiniones entre Pritzker y Marino Murillo, “el zar de la economía raulista”, quien defiende a capa y espada la supuesta “superioridad” de la empresa socialista sobre el sector privado.

Pritzker ofreció una conferencia de prensa en la embajada de EEUU, a la que no fue invitado el periodismo independiente. Y, de vuelta a Washington, concedió una entrevista al programa Squawk Box del canal estadounidense especializado en economía CNBC.

En el diálogo manifestó que el Gobierno de Cuba está muy interesado en que compañías extranjeras inviertan anualmente 2.5 millardos de dólares en su economía. Sin embargo, para  Pritzker, “los propios cubanos [el Gobierno] son los que están bloqueando las mayores inversiones y el comercio,  amén del embargo vigente… Me parece que son cautelosos y conservadores mientras intentan hacer que su economía evolucione”, alertó.

Entre los principales engendros que entorpecen el desarrollo económico —según analizó Pritzker— sobresalen las limitaciones al sector privado en el desempeño de menos de 200 categorías laborales, que solo le permiten aportar el 2,5% al PIB. Mientras, la doble moneda continúa entorpeciendo la economía interna.

En cuanto a las trabazones que impiden la inversión extranjera tanto para norteamericanos como para cualquier empresario extranjero, Pritzker señaló que las contrataciones de fuerza de trabajo hay que hacerlas a través de una agencia de empleos controlada por el Estado. “Así que usted no tiene libertad para entrevistar a quien quiera; y también hay incertidumbre con respecto a las regulaciones que son impedimentos para la inversión directa”, aseveró.

Dentro de la camisa de fuerza

Con el título “Publican reglamento sobre contratación de personal para prestar servicios en entidades extranjeras”, el periodista René Tamayo, del oficialista Juventud Rebelde, anunció el pasado 29 de setiembre que dicho código fue publicado en la Gaceta Oficial Nº 40. Lo cierto es que hasta la redacción de esta nota, aún no se conocía el contenido: al intentar acceder al sitio web de la Gaceta, un cartel alerta de que el sitio “está en mantenimiento y piden disculpas”.

La nota de Juventud Rebelde aclara ―según resolución del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS)― que ciudadanos cubanos y extranjeros o personas sin ciudadanía residentes permanentes en la Isla, solo podrán trabajar en entidades extranjeras si han establecido previamente una “relación de trabajo” con las entidades empleadoras autorizadas: La Agencia de Contratación a Representaciones Comerciales (Acorec S.A.), y los Almacenes Universales S.A. (AUSA). Ambas forman parte del consorcio militar GAESA.

Asimismo, las entidades empleadoras aplicarán el procedimiento establecido para la contratación. El personal que aspira a ser contratado solo prestará servicios de asesoramiento, en labores técnicas y de servicios, incluyendo quehaceres domésticos.

Los escogidos pueden ser personas en edad laboral o jubilados que cumplan con los parámetros de la legislación laboral vigente, de igual forma podrán ser incluidos trabajadores procedentes del sector cuentapropista.

El aspirante a contratación que esté vinculado laboralmente, requiere del permiso de su director. Y, de pertenecer a cualquier organismo de la Administración Central del Estado, debe ser autorizado por el máximo jefe.

Los contratos tendrán un término máximo de 5 años. Al concluir el período, si la entidad extranjera lo solicita, se valorará por parte de la empleadora estatal si prorrogan el contrato o no, acorde a las reglas establecidas.

Las remuneraciones serán en pesos cubanos (CUP) a partir de los salarios mínimos establecidos por el MTSS, atendiendo a la diversidad del servicio; la experiencia, calificación, la utilización de idiomas, condiciones anormales, jornadas irregulares y otras razones debidamente consideradas por la entidad empleadora, la que podrá fijar un salario superior para el cargo, siempre y cuando no produzca incongruencia salarial, o sea, no resulte “disparatadamente alto”.

Según las regulaciones, el Gobierno cubano estipula pagar dos pesos (CUP) por cada dólar/salario a los trabajadores contratados, partición que de acuerdo a la tasa de cambio actual, significa que el trabajador recibirá el 8% del salario que le pagan los inversores, mientras el Estado se embolsilla el 92%.

La resolución prohíbe a las entidades extranjeras establecer una relación de trabajo directa con ninguna persona y establece una cuota mínima y obligatoria de empleo: un trabajador cubano por cada empleado extranjero.

Para el suministro de mano de obra, la entidad extranjera tendrá que hacer una solicitud a la parte empleadora cubana. La resolución del MTSS también alerta que la entidad empleadora está en la obligación de brindar la información necesaria, para que la concertación del contrato sea de mutuo beneficio para las partes.

Examinando el capitalismo explotador

“Hay que ser guanajo para aceptar esos términos”, alega Carlos, un ingeniero civil de 55 años que actualmente trabaja como cuentapropista.

“¿Si los inversores extranjeros pagaran directamente a los trabajadores contratados ―pregunta Carlos―, por qué el Estado no puede aplicarle una tasa de impuesto?” Luego se responde: “Bueno en primer lugar se tendrían que conformar con muy poco. Pero hay otro problema: el trabajador se convertiría automáticamente en contribuyente directo y le exigiría al Gobierno una buena administración. Sería un cambio de conciencia que no le conviene al Estado”.

“Creo que el bloqueo debe ser el instrumento para presionar al Gobierno ―propone―. Si no cambian las reglas no debe levantarse. Son tan brutos que ponen el grueso de la economía en manos de los militares, dándole motivaciones políticas a los conservadores para mantenerlo.”

“A fin de cuentas está política muestra el verdadero desprecio que siente el Estado cubano por el trabajador ―asegura―. Aún recuerdo una entrevista hecha a uno de los contratistas que participaron en la construcción del túnel de La Habana, donde el entrevistado recordó haberle manifestado su preocupación al francés [jefe de obra], por no cumplir el cronograma de ejecución, y, lo peor del problema es que afectaría el salario de los obreros. A lo que el francés respondió: ‘A los trabajadores no se les castiga, al contrario se les estimula’. No recuerdo haber escuchado nunca a un líder sindical o dirigente partidista pronunciar estas palabras.”

Entretanto, Leocadio, un jubilado de 84 años, al conocer el texto de Juventud Rebelde, suelta una carcajada y califica la resolución del MTSS de garrafal disparate. “Esta visto y comprobado que esta gente [el Gobierno] no saben¡ nada de política empresarial”, apostilla.

Cuenta que en los años 50 del siglo pasado era empleado de la Shell Co. y se enteró de una convocatoria para ocupar plazas vacantes en la Standard Oil (Esso), actual refinería Ñico López, una oportunidad que le representaba ganar más dinero.

Gracias a sus conocimientos técnicos y el dominio del inglés, aprobó los exámenes y fue seleccionado para ocupar una plaza. Recuerda que durante el proceso le suministraron una planilla para los datos personales. Una de las casillas solicitaba fijar una “cifra” del sueldo que aspiraba a ganar.

Días después fue citado al edificio Ambar-Motors, en la intercepción de las calles Infanta y 23, en el Vedado. “Allí, planilla en mano, el jefe de personal de la compañía se dispuso a negociar conmigo el sueldo que me pagarían en base a la cifra que yo había fijado. Al finalizar la negociación ―añade Leocadio―, el funcionario me dijo que si  necesitaba un carro la compañía tenía un contrato con Ford Co. Como empleado de la compañía podía pasar por la agencia, escoger uno y, después, se acordarían las condiciones de pago”.

Y, para concluir, sentencia Leocadio: “Los capitalistas pagan bien, pero exigen eficiencia y honestidad, por eso obtienen los mejores resultados. Como viejo con bastante experiencia le digo a los jóvenes a manera de consejo, que tienen que hacerse respetar. Aceptar trabajar como capitalista para que te paguen como socialista es una humillación”.

Publicado en Diario de Cuba

Written by @diariodecuba

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