Tomado de El Nuevo Herald. Por Andrés Reynaldo.
Lo de gusano, honra. Se da por descontado. Fidel toma el término de Hitler. Ah, cuántas cosas le toma Fidel a Hitler. Para empezar, desde 1953, su frase emblemática: “La historia me absolverá”. Los enemigos de Hitler eran gusanos. Judíos, polacos, ingleses, la Resistencia Francesa, los alemanes antifascistas. Todos gusanos. Einstein, Thomas Mann, Churchill, De Gaulle. Gusanísimos. No podíamos haber quedado de un mejor lado de la historia. Con una sola palabra Fidel nos puso en sus antípodas. Por los siglos de los siglos. Gusanos de Miami. Los enemigos de Fidel.
No hay que olvidarlo. Sobre todo en estos días. Obama le regaló a Raúl el restablecimiento de relaciones. A cambio de nada. También está la posibilidad de que le quiten el embargo. A cambio quizás de menos. Debe indignarte, nunca deprimirte. Esa batalla se la habrán ganado a la Casa Blanca, al Pentágono, al Congreso. Pero no a ti. Tú estás en Miami. ¿Recuerdas a Humphrey Bogart en Casablanca cuando le dice a Ingrid Bergman: “Siempre nos quedará París”. Bueno, a ti siempre te quedará Miami.
Hace unos años, en España, un general cubano llegó a la cena de unos empresarios hoteleros. Venía con sus botas Florsheim y la camisita Yumurí a cuadros. Mientras atacaba con furia congoleña una bandeja de percebes comentó que, si no hubiera sido por Fidel, él seguiría en la bodeguita de su padre en un remoto pueblo de Oriente. Ese es el pensamiento de los ancianos que hoy gobiernan Cuba. Si no hubiera sido por Fidel. Como dijo Néstor Díaz de Villegas, el pensamiento del sector menos ilustrado de la pequeña burguesía rural. Un exiliado de Miami que estaba presente le corrigió: “Si no fuera por Fidel mi padre no hubiera tenido que dejar la pequeña tintorería de su padre en Matanzas, coger un bote, estudiar Ingeniería y hacerse millonario en Miami”. Esa es la diferencia entre el esclavo y el hombre libre. Entre tu Miami y la Cuba de Fidel y Raúl.
Se habla mucho de lo que han hecho los cubanos por Miami. Está a la vista. No se habla tanto de lo que Miami hace por los cubanos. Si no fuera por Miami, Cuba no pudiera comer ni vestirse, para empezar por lo básico. Desde las sillas de ruedas hasta los uniformes escolares salen de Miami. El Miami de la gusanera. Los próceres de nuestra independencia arriesgaron sus vidas para liberar a Cuba del yugo de España. Tú pones el bolsillo para aliviar a los cubanos del yugo de Fidel y Raúl. Tú le envías dinero al primo que todavía desfila en la Plaza de la Revolución. Tú te dejas estafar por las agencias de viaje con tal de ir a ver a tu madre. Tú te empeñas para traer de visita al hermano que te dio la espalda. El papa Francisco no sabe quién eres, el cardenal Ortega nunca te menciona, pero tú eres la Santísima Providencia de Cuba.
Así que cuando te parezca que Fidel y Raúl se han salido con la suya, prende el carro y sal a dar una vuelta. ¿Te has detenido, por ejemplo, en el puente de Key Biscayne y has visto el cielo empedrado de las luces de los rascacielos en Brickell? ¿Has entrado al atardecer por la embocadura de Miami Beach y has notado que a derecha y a izquierda, atrás y adelante, no hay una ruina, un poste con la luz fundida, un bache en la carretera, un desagüe de aguas albañales, un muro despintado?
Recuérdalo, gusano, en el mejor lado de la historia siempre te quedará Miami.
