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Elogio de la ignominia

José Martí Zayas Bazán (foto tomada de Internet)

José Martí Zayas Bazán (foto tomada de Internet)

LA HABANA, Cuba.- Una desagradable sorpresa significó para mí el artículo a página completa que en la edición del diario Juventud Rebelde del pasado jueves 22 de octubre hace el elogio inmerecido del general (del ejercito constitucional) José Francisco Martí y Zayas-Bazán con motivo del aniversario setenta de la desaparición física del capitán del ejército libertador y único hijo reconocido del apóstol José Martí.

En el artículo firmado por Paula María Luzón, reconocida a pie de página como biógrafa de Martí Zayas-Bazán, el personaje es calificado como “notable figura de nuestra vida republicana”. Al dar detalles de las honras fúnebres la autora asegura que “las dimensiones del duelo ilustran el significado de esta pérdida para la nación cubana”. En otra parte del texto se refiere al civismo y “manera personal de servir a la nación”.

La autora además recuerda y coincide con las palabras del destacado intelectual Jorge Mañach, quien en su momento calificó a Martí Zayas-Bazán como caballero intachable, que supo vivir puro como su padre había querido.

Por suerte a estas alturas son muy pocos los jóvenes cubanos que se rebajan a manchar sus manos con la tinta que embarra el libelo revolucionario, ni sus intelectos con las falsedades y tonterías que publica. Sin embargo, quienes lean el artículo de marras pueden llevarse la equivocada idea de que Martí Zayas-Bazán fue un egregio heredero y continuador de los valores y bondades de su ilustre padre.

Lo que dice la biógrafa

En el artículo, de manera sorprendente, esa etapa histórica que persistentemente nos han descrito como la republica mediatizada, la pseudorepública, la neocolonia, de gobiernos corruptos y entreguistas, miserias y desigualdades, se convierte por extraño sortilegio de coyuntural conveniencia “en nuestra vida republicana”, en la cual enaltece la figura de este personaje de triste memoria.

La autora sustenta su argumentación en lo expresado en su momento por el destacado intelectual Jorge Mañach, adversario ideológico de los gobernantes cubanos, cuyos criterios y proyecciones no han sido tradicionalmente reconocidos y valorados.

Llama la atención como en el texto la autora califica positivamente al personaje, sin embargo no aporta hechos ni pruebas de esa supuesta encomiable ejecutoria, lo cual no resulta serio ni desde el punto de vista historiográfico ni periodístico. Tales elogios además resultan chocantes si tenemos en cuenta que el señor Martí Zayas-Bazán detentó varias altas investiduras en el ejército constitucional republicano, siempre denostado por el discurso oficial.

Lo que no dice la biógrafa

En un deplorable ejercicio de manipulación, la autora nos brinda una lección magistral de como mentir por omisión. Lo único destacable de este personaje fue su prominente participación, en la condición de jefe del estado mayor del ejército constitucional, como uno de los principales diseñadores y promotores de la masacre de miembros del Partido Independiente de Color (PIC) (1908-1912), ordenada en la primavera de 1912 por el presidente José Miguel Gómez.

Este partido, liderado y compuesto en su mayoría por veteranos de la guerra de independencia, luchaba en el terreno político contra las desigualdades e injusticias que, entrada la república, enfrentaba la población afrodescendiente, sin embargo esta lucha se estructuraba sobre un programa colmado de propuestas y demandas muy progresistas para todos los cubanos sin distinción.

Los poderes fácticos de la época, muchos de cuyos representantes habían sido compañeros de armas y correligionarios políticos de los miembros del PIC, ante el prestigio de sus líderes y el potencial de su propuesta no encontraron otro argumento que la más cruenta represión, ignominioso acto de racismo fratricida que cobro miles de vidas entre los miembros del PIC, pobladores inocentes e incluso entre soldados negros del ejército en campaña en varias regiones del país.

Acto seguido de esas semanas de terror, el señor Martí y Zayas-Bazán organizó y presidió, en el Parque Central de La Habana, el banquete de celebración por la brutal masacre.

Si grave es promover el genocidio fratricida, más grave aún resulta organizar la celebración del crimen como si constituyera una hazaña digna de orgullo. Es acaso a eso a lo que llama civismo la ilustre biógrafa.

Las autoridades cubanas y sus voceros intelectuales y mediáticos, un siglo después, no se han dignado a reconocer los méritos de los líderes del PIC, si no se atreven a reconocer que el PIC fue precursor del progresismo político en el continente o que treinta años antes de la Constitución de 1940 y cuarenta años antes de “La historia me absolverá” señalaron los principales problemas sociales —algunos hoy vigentes— que enfrentaba la joven república, y además muchas soluciones. Resulta lógico y entendible que reinstalen en su pedestal la estatua del principal promotor de la masacre fratricida de 1912 (El ex presidente José Miguel Gómez) o considere al general Martí Zayas-Bazán un caballero de gran civismo y puro continuador del legado del apóstol.

Cosas como estas no es primera vez que suceden. En 2012 al cumplirse un siglo de la masacre, la destacada cineasta Gloria Rolando estrenó en la Casa de las Américas la segunda parte de su documental “1912, voces para un silencio”, en el cual destacó la participación del hijo del apóstol en los lamentables hechos. Pocas horas después un grupo de intelectuales, con soberbia y guapería asistida por el evidente respaldo y la orientación de las autoridades, develaron una placa alegórica al personaje en la mansión de la barriada habanera de El Vedado donde vivió hasta su muerte Martí Zayas-Bazán y hoy es la sede del Centro de Estudios Martianos (CEM). La posición de esas autoridades en estos casos siempre resulta inequívoca, el documental jamás ha sido trasmitido por la pequeña pantalla. Ahora se abren las páginas del diario de la juventud cubana al este increíble elogio de la ignominia.

No deben extrañarnos tales proyecciones. Con la misma indecorosa inmisericordia que demostró el hijo del apóstol hace un siglo, los paladines del civismo que hoy representa la señora Luzón bombardearon quimbos (aldeas) en Angola, hunden embarcaciones llenas de niños cuando lo creen conveniente, enviaron hace doce años a tres jóvenes cubanos negros al paredón de fusilamiento y golpean mujeres inocentes cada mañana de domingo.

Written by CubaNet

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