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La “puñalada por la espalda” que salvará al MINFAR y al MININT

Der.: Militares izan la bandera cubana en Washington, durante la ceremonia de apertura de la embajada. Izq.: un policía observa la embajada norteamericana en La Habana (imagen de archivo)

Izq.: Militares izan la bandera cubana en Washington, durante la ceremonia de apertura de la embajada. Der.: un policía observa la embajada norteamericana en La Habana (imagen de archivo)

LA HABANA, Cuba – La historia ha contado hechos que después se pueden repetir. Y por esta época de cambios en las relaciones políticas de Cuba y Estados Unidos resulta llamativo, por su similitud, un hecho sucedido en la primera mitad del siglo XX.

A inicios del año 1918, durante la Primera Guerra Mundial, a pesar de la derrota de Rusia y la extinción del frente oriental, que permitió al ejército alemán trasladar hacia el occidente las tropas que allí operaban junto a las que quedaban del Imperio Austro Húngaro, los soldados de la “Entente” (Francia, Inglaterra e Italia)  y la incorporación de los Estados Unidos de América, entre otras acciones, formaron un escenario en el que se hizo evidente la derrota de Alemania.

Todo sería cuestión de tiempo; y no de mucho, sino más bien de poco.

Los sagaces militares alemanes se dieron cuenta de lo que sucedía, y sus principales jefes –Hindenburg y Ludendorff, verdaderas eminencias del arte de la “Guerra Relámpago”– vieron la necesidad de preservar el prestigio del ejército alemán de la derrota que se avecinaba.

Le plantearon al Káiser Guillermo II lo que dio por llamarse “teoría de la puñalada por la espalda”, y lanzaron una campaña mediática con el objetivo de librar al ejército alemán de la responsabilidad de la derrota. De esta forma se haría ver que el fracaso se debía a los sindicatos, a los pacifistas y a los miembros del incipiente grupo Espartaco, de tendencias marxistas y cuyos líderes eran en aquel entonces Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo, que luego serían ejecutados.

El Káiser Guillermo II aceptó. La paz fue firmada, la figura política de Hindenburg cobró grandes proporciones, lo que le llevó a la presidencia en 1925 de la llamada “República de Weimar” y al posterior apadrinamiento, a principios de la década del 30, del Partido Nacional Socialista Alemán –nazi– y a su líder Adolfo Hitler.

Viniendo al presente, en nuestros días también se han sucedido una serie de hechos luego del inicio del “deshielo” Estados Unidos de América-Cuba, del pasado 17 de diciembre.

Habría que considerar el discurso del secretario de Estado estadounidense John Kerry en la ceremonia de reapertura de la Embajada de su país en La Habana, cuando planteó que “el problema del embargo es una cuestión de dos vías”; también la avidez manifiesta de numerosas empresas norteamericanas y europeas que –en última instancia– solo patentizan su fe en el futuro próximo, de una vuelta al capitalismo en Cuba.

Están además las visitas a la Isla de Penny Pritzker y Alejandro Mayorkas, secretaria de Comercio y subsecretario de Seguridad Nacional respectivamente –la presencia de este último resultó un tanto enigmática–, y aún a despecho del recibimiento por parte de la viceprimera ministra china Liu Yandong del hijo de Fidel Castro, conocido como Fidelito, Físico Nuclear que funge –según informaciones del Global Times– como Asesor Presidencial para Asuntos Científicos.

Habría que añadir el catastrófico escenario económico actual del benefactor venezolano, de quien prestigiosos economistas internacionales dan como inminente su caída, al igual que cayeron los precios del petróleo.

Si hacemos un parangón con la historia, es de suponer que los estrategas político-militares cubanos, estén tratando  de preservar “algo” para el futuro del agonizante proyecto socialista. Ese “algo” a  amparar sin dudas serían los militares y entre ellos –de manera fundamental– los relacionados con la inteligencia

No sé qué tipo de “puñalada por la espalda”, justificativa de la posibilidad del derrumbe que se avecina, se tratará de lograr para preservar algún prestigio del Ministerio de las Fuerzas Armadas (MINFAR) y del Ministerio del Interior (MININT) cubanos, pero sin lugar a dudas, conociendo cómo ha actuado siempre el régimen, deben estar tramando lo que se pueda para salvarlos del probable naufragio económico –y en consecuencia político– en ciernes.

En estos días las especulaciones abundan, debido a la renuncia del General de Cuerpo Ejército, Abelardo Colomé Ibarra –el legendario “Furry”–, que, según lo expresado por los medios oficiales, fue motivada por enfermedad.

Si entonces volviéramos a los finales de la Primera Guerra Mundial, me pregunto: ¿Qué habría sucedido si el Káiser Guillermo II no hubiese aceptado la propuesta Hindenburg? ¿Lo habría destituido del mando de las tropas alemanas? ¿El ejército alemán habría terminado la guerra lo suficientemente desprestigiado? ¿El grupo Espartaco de Liebknecht y Luxemburgo se habría fortalecido en 1919 y en consecuencia les esperaría un papel protagónico en el futuro de su país?

También cabría pensar que de haber fracasado la “Teoría de la puñalada por la espalda” hubiera influido en la no ascensión de Hitler al poder. Es evidente que mucho puede especularse de todo lo sucedido en la historia; pero por mi parte intuyo que la nación cubana –es decir los de “adentro” y los de “afuera”– vive momentos trascendentes. ¿Se estará escribiendo una nueva teoría?

(Félix Antonio Bonne Carcassés)

Written by CubaNet

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