LA HABANA, Cuba – En el trabajo del periodista René Tamayo León, publicado en el diario Juventud Rebelde el 8 de noviembre con el título “¿Bajaron los precios en el mercado agropecuario?”, se percibe el intento infructuoso de demostrar algo que no es cierto.
En el extenso artículo, el periodista recurre a datos incompletos e inexactos cuando intenta demostrar que los precios al por menor de los productos del agro han experimentado una caída.
No es cierto: ocurre todo lo contrario.
El periodista de Juventud Rebelde pasa por alto en su artículo el monto total de dichos productos en el semestre y el real potencial de consumidores que concurren a las diferentes formas de comercialización para adquirir los alimentos.
Se aspira a que los suministros de alimentos lleguen a sobrepasar ampliamente la demanda. De lograrse eso, los vendedores se verían obligados a rebajar los precios para evitar que los productos se les queden en las tarimas. Pero hace años que los precios no bajan.
El trabajo del periodista Tamayo León no permite hacerse un juicio exacto de las causas de la imparable subida de precio de los productos del agro.
Tamayo León no reflejó en su trabajo el total de las tierras aptas para el cultivo de las empresas agrícolas, las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC), las Cooperativas de Producción Agropecuaria, las de Créditos y Servicios, los campesinos y usufructuarios.
La información reflejada en el Anuario Estadístico 2014 emitido por la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), en el capítulo referido a la distribución de la tierra y su utilización según formas de tenencia, es bastante desalentadora.
De las 6 278 900 hectáreas de tierra cultivable en el semestre solo se reportaron cultivadas 2 668 700, lo que representa el 42,5% del total.
Al cultivo de papa, boniato, malanga, plátano, tomate, cebolla, arroz, maíz y frijoles, se dedicaron 250 800 hectáreas, lo que representó solo el 9,4% del total de las tierras destinada a los cultivos más demandados.
El monto total de los alimentos cosechados y que mayores ventas reportaron en el semestre en la las red de mercados agropecuarios, puntos de ventas y carretilleros, ascendió a 5 724 900 toneladas.
Las empresas agrícolas y las UBPC lograron cosechar el 10,7% del total producido. Las cooperativas, los campesinos y usufructuarios, el 90,2%. Es decir, que la producción agrícola del semestre recayó en lo los cooperativistas, los campesinos y los usufructuarios de tierras.
Esos productores no estatales, por toda una larga lista de dificultades que confrontan, cuando tienen la cosecha lista para enviarla al mercado, no les queda otra alternativa que ponerse de acuerdo con los intermediarios y revendedores para que sus producciones lleguen al mercado y no se les pudran o terminen convertidas en alimento para los cerdos.
Estos revendedores e intermediarios les garantizan la compra de sus producciones, las colocan en el mercado y se las venden a los tarimeros y carretilleros al doble o el triple del precio al que las pagaron, que de por si era alto, dado que es la única forma que tienen los campesinos y arrendatarios de compensar los elevados gastos en que incurren para lograr sus cosechas y sacarles algún rédito.
Desde el pasado enero, el incremento de los precio de los productos del agro ha sido realmente alarmante.
La Habana, con sus 2 121 871 de habitantes, es el principal destino de productos del agro. Diariamente llegan decenas de camiones procedentes de casi todas las provincias al mercado mayorista “El Trigal”, ubicado en el municipio Boyeros.
A dicho mercado concurren los dueños de tarimas de los mercados agropecuarios, los puntos de ventas y carretilleros. Allí compran las mercancías no a los campesinos, sino a los intermediarios y revendedores, a los que están obligados a pagarles los precios que ellos imponen. Luego, venden los productos al doble o el triple de su precio.
Los intermediarios y revendedores imponen los abusivos precios en la red minorista de mercados agropecuarios con la total complicidad de los funcionarios de las direcciones de la Agricultura, Comercio, el Poder Popular y los inspectores.
En ningún establecimiento de productos del agro ocurren rebajas de precios. Los clientes, cuyos salarios, en la mayoría de los casos, no rebasan los 23 dólares mensuales, no tienen otra opción que comprarlos a esos abusivos precios o irse con las jabas vacías.
Estos abusivos precios los sufren principalmente los habaneros. Aunque recorran los 14 municipios de la capital, no hallarán precios más baratos. En cualquier mercado al que vayan, la libra de carne de puerco cuesta entre 1,80 y 2 dólares, una cabeza de ajo a 25 centavos de dólar, una libra de tomate a 45 centavos de dólar, el arroz, ya sea de producción nacional o de importación, 25 centavos de dólar la libra, y por una ristra de cebolla hay que pagar entre 2,40 y 4 dólares.
El Ministerio de Comercio Interior es el responsable por el Estado Cubano de regular los precios y evitar subidas arbitrarias y descontroladas, como ocurre en estos momentos, que perjudiquen los deprimidos bolsillos de los consumidores. Pero parece que este asunto no está entre las prioridades del MINCIN.
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