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Cine cubano en el Festival de La Habana: Los filmes inéditos

Espejuelos oscuros, de Jessica Rodríguez/Foto: CubaContemporánea.com
Espejuelos oscuros, de Jessica Rodríguez/Foto: CubaContemporánea.com
Espejuelos oscuros, de Jessica Rodríguez/Foto: CubaContemporánea.com

De la decena de largometrajes cubanos que concursarán en el cercano 37mo. Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, apenas Vuelos prohibidos, de Rigoberto López, tuvo ya un estreno masivo. Del resto, si exceptuamos La Obra del Siglo (Carlos Machado), que inaugurara en presentación especial la 15ta. Muestra Joven, y Cuba libre (Jorge Luis Sánchez), que tuvo una premiere el 20 de octubre, en saludo al Día de la Cultura Nacional, poco se ha podido ver en pantallas habaneras.

De ahí que me toque hablar a ciegas de la mayor parte de estos títulos, que tendrán su primer encuentro con su público natural en los diez días del Festival. Exceptúo además de esta relación a El tren de la línea norte (Marcelo Martín), al que ya me referí anteriormente en este espacio.

Entre las novedades que los cubanos seguirán con avidez está el nuevo largo del realizador Gerardo Chijona, La cosa humana. Según se ha dicho, es este el retorno a la comedia de un director muy conocido por los cubanos debido a sus anteriores Adorables mentiras y Un Paraíso bajo las estrellas, aunque en sus títulos más recientes (Boleto al paraíso y Esther en alguna parte) se alejara del género.

El humor en La cosa humana -ha declarado Chijona- tiene un sesgo más sofisticado. Aunque, si se atiende a su sinopsis, acaso se adivine que el tono de sátira social rige un tratamiento que vuelve a poner en evidencia las vertientes menos evidentes de la doble moral. Cuenta Chijona: “Narra cómo un delincuentico de mala muerte encuentra de la manera más asombrosa e inesperada su verdadera vocación. A partir de un robo de una casa a la que van a sustraer efectos eléctricos comienza todo. Entre los objetos que sustraen hay un bolso que tiene un manuscrito literario. Entonces ve la posibilidad de convertirse en escritor”.

La idea original pertenece a Francisco García, coescritor del guion de Boleto al paraíso. Nació de una conversación en torno a Balas sobre Broadway, de Woody Allen. Dice el director que tiene mucho que ver con el humor de Allen, aunque esta es en esencia su primera película donde “el referente no es la realidad sino el cine mismo. Hay muchos homenajes al cine del mismo Allen, al de los hermanos Coen, a filmes como El padrino y a series como Los Soprano”.

El protagonista de La cosa humana es Héctor Medina, acompañado por un reparto de primera: Carlos Enrique Almirante, Vladimir Cruz, Laura de la Uz, Osvaldo Doimeadiós y Mario Guerra, entre otros.

Otro título nuevo es El acompañante, que apenas se ha visto en algunos festivales en el extranjero. Es el tercer largo de ficción de Pavel Giroud, resultado de un extenso proceso que tomó más de media década. En 2009 había sido reconocido en el Festival de Gotemburgo como Proyecto en desarrollo. En 2010 obtuvo el Premio SGAE Julio Alejandro, y fue Mejor proyecto en desarrollo en el Festival de San Sebastián en 2013.

La anécdota de El acompañante se remonta a mediados de la década de 1980, cuando iniciaba el enfrentamiento a la epidemia del SIDA en Cuba. En ese tiempo, los individuos reportados como seropositivos eran recluidos en un sanatorio en los márgenes de la capital, y cuando les correspondía salir “de pase” debían ir acompañados por otra persona en calidad de vigilante.

Cuenta Giroud: “El acompañante es la historia de dos hombres que están ahí por razones diferentes, pero con un objetivo común: escapar del destino que les ha sido impuesto. Uno es un paciente, héroe internacionalista que contrajo el virus en África, y el otro, su acompañante. Se trata de un boxeador sancionado por dopaje, que ve en esa nueva labor la posibilidad de regenerarse socialmente. Hay varios filmes que se acercan al tema, pero aseguro que este no se parece a ninguno, y justo porque el fenómeno en Cuba tiene matices muy particulares. No fueron gays los primeros casos, sino héroes internacionalistas. Otra diferencia que generó polémica fue la del sistema de control de propagación: los enfermos ingresaban obligatoriamente en un sanatorio, que en su inicio era bajo régimen militar”.

El resto de los títulos cubanos son, además de novedades, óperas primas con las que sus realizadores se atreven con el largo de ficción. Es el caso de Bailando con Margot, de Arturo Santana. Él mismo refiere la sinopsis: “En la actualidad hay un señor en un asilo, él es una suerte de detective que comienza a recordar un momento en su vida. Ese recuerdo es la trama de la película, que se remonta al amanecer del 31 de diciembre de 1958. A su vez, esa fecha nos traslada a 1918, luego salta a los años 20, a los 30 y regresa al 58. Todo eso transcurre mientras ese hombre recuerda, sentado en una silla de ruedas en un portal”.

Todas las reseñas periodísticas aproximan el tratamiento formal al cine negro. Cuenta Santana: “El protagonista realiza la investigación sobre el robo de una marina de Romañach en la casa de una elegante viuda habanera. Las pistas que este detective encuentra lo lanzan al pasado, y en ese pasado se descubre quién era esa viuda, cuál fue su entorno, quién fue su esposo, cómo llegó a donde está… Y mientras se nos revelan estos detalles de la personalidad de la mujer, se va desarrollando la pesquisa sobre el robo del cuadro”.

Este proyecto tiene dos décadas siendo soñado por su director. En el relato original se trenzaban tres historias sobre boxeo, pero el tiempo lo hizo mutar. “Yo imaginé que esta no sería mi ópera prima, sino la tercera o cuarta película, por la complejidad que tiene. Pero la vida me dijo ‘es ahora o nunca’ -confiesa Santana-. Tenía otros proyectos aprobados por la industria que tratan la realidad actual e inmediata. La vida me obligó a saltar”.

También salta a la ficción el documentalista Rigoberto Jiménez, formado dentro de la TV Serrana, con Café amargo. Este proyecto fue rodado en 2012 y ha conocido un largo y accidentado proceso de posproducción hasta que hace pocas semanas se estrenara en calidad de premiere en Bayamo y luego en San Pablo de Yao, Sierra Maestra, donde tuviera la mayor parte de sus locaciones. Ahora llega a La Habana.

Su sinopsis señala: “En la década de 1950, Lola, Gelacia, Pepa y Cira Garlobo son cuatro hermanas jóvenes que viven solas en una finca cafetalera en medio de las montañas de la Sierra Maestra. No quieren a ningún hombre en la casa, pero el paso por la finca de un joven de la capital que va camino de alzarse con los rebeldes cambiará sus vidas de golpe, aunque no por ello escaparán de su soledad”.

Esta historia nace con el documental Las cuatro hermanas, dirigido por Jiménez en 1994, aunque de ahí a la ficción varió un mundo. El argumento original fue escrito por el propio director y por Roberto Renán, y luego llevado a un guion por Arturo Arango y Xenia Rivery.

Otra documentalista que salta al largo de ficción es Jessica Rodríguez, con Espejuelos oscuros. Dice la sinopsis: “Esperanza es una mujer ciega que vive sola con su gato en una casa solitaria en el medio de la campiña cubana. Mario es un delincuente buscavidas que huye de la policía tras cometer un robo en un pueblo cercano. Cuando Mario irrumpe en casa de Esperanza para esconderse, pronto mostrará un interés sexual por la ciega. Y esta tratará de desviar la atención de Mario a través de sus historias. Porque Esperanza escribe historias, historias de gente común que a su juicio merecen ser recordadas. Así, como si de una Scheherazade moderna se tratara, Esperanza elige tres relatos que le contará a Mario antes de entregarse a él”.

Estas tres historias, así como la trama central, son interpretadas por Laura de la Uz y Luis Alberto García. Atraviesan diferentes momentos de la historia cubana. Devuelven el tema central de la obra de Rodríguez: la soberanía de la mujer sobre su cuerpo y libre albedrío en medio de sociedades patriarcales y machistas. Algo que ha atendido la realizadora en sus obras anteriores: Tacones cercanos (2008), El mundo de Raúl (2010, codirigido con Orizoe García), Crac (2012), y Ahlam (codirigido con Shaza Moharam).

Finalmente, el guionista y cortometrajista Fabián Suárez hace su ópera prima con Caballos. Basada en un texto para el teatro del mismo título que publicara hace unos años, la versión fílmica supone variaciones frente a ese referente.

Cuenta Fabián: “Es la historia de Robi, un joven fotógrafo de vida un poco solitaria que básicamente se debate entre dos amores: el de Salomón, su mejor amigo y protector, y Galaxia, que es una cantante. Todo comienza una noche en un bar, cuando Robi conoce a esta misteriosa cantante. Le gusta mucho, la invita a una fiesta para hacerle unas fotos y ahí se empiezan a develar estas relaciones de poder y se desata el triángulo amoroso. Robi descubre que Salomón está celebrando su cumpleaños enfermo de VIH y hace un testamento para dejarle la inmensa casa donde vive. También descubre que esta muchacha se va a vivir dentro de unos días a París. Él se debate entre esas dos decisiones: quedarse en Cuba para cuidar a su amigo o irse a Francia detrás de esta joven”.

Caballos es un homenaje confeso al fotógrafo estadunidense Robert Mapplethorpe, y se inspira no solo en su obra y vida, sino también en la historia de amor que lo envolviera con la intérprete Patti Smith. Precisamente, el primer álbum de la cantante se titulaba Caballos (Horses) y tenía de portada una icónica instantánea que le hiciera su amante.

El guionista Arturo Arango ha escrito a propósito de esta historia enigmática y nada complaciente con el espectador: “Se trata de una historia sobre una Habana distinta o, mejor, que es mirada por otros ojos. Fabián trabaja con personajes que se comportan como seres comunes, que no son conscientes, o apenas lo son, de su excepcionalidad. Pero su riqueza está, justamente, en esa rareza, en esa capacidad de ser extraordinarios sin apenas darse cuenta. La historia, pequeña en apariencia, tiene la posibilidad de ahondar en relaciones de dominio, en procesos de frustración y, sobre todo, en las relaciones de los seres humanos con el destino y con la muerte”.

A seguidas, Arango desliza una consideración más severa: “En la actualidad, me atrevo a asegurar que el panorama del cine cubano, y del arte en general, parece desolador. Se reiteran, una y otra vez, los mismos tópicos, idénticos recursos artísticos ante una realidad que, de momento, no parece ofrecer estímulos para la indagación estética. Sin embargo, al menos en el cine, ya ha comenzado a aparecer una mirada distinta, muy esperanzadora, que está asumiendo esos riesgos artísticos que deberán remover, convulsionar, el audiovisual cubano”.

Ojalá la selección cubana en concurso del 37mo. Festival deje alguna confirmación de tan esperado renacimiento.

 

 

Written by @norismarnavas

Productora de contenido en Cubanos por el Mundo. Locutora certificada. Profesora universitaria. Investigadora

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