Que se venía una crisis migratoria fue evidente desde que el Sun Sentinel publicó una serie de reportajes donde “descubre” que los emigrantes cubanos no son perseguidos políticos y que la “exitosa” comunidad cubanoamericana está compuesta por delincuentes y estafadores.
Atrás vino un editorial del Nuevo Herald, el principal medio anticastrista de Miami, en el que critica la Ley de Ajuste y una cadena de TV hispana le “pone la tapa al pomo” con un reportaje en el que se muestra el recorrido que hacen los emigrantes cubanos desde Ecuador hasta los EEUU.
Mientras tanto los políticos cubanoamericanos, en un giro inesperado, empiezan a transmitir en la misma frecuencia que el gobierno de La Habana y se lanzan a atacar la legislación que desde hace medio siglo beneficia a todos los cubanos que logren llegar a suelo estadounidense.
La procesión migratoria cubana a través de los territorios de Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y México hasta la frontera con EEUU, era bien conocida por todos los gobiernos implicados, incluyendo a La Habana y Washington.
Es el gobierno de Costa Rica, fiel aliado de los EEUU, el que agita el avispero. Detiene a una red de traficantes de personas que operaba con el beneplácito de funcionarios corruptos y “visibiliza” el movimiento migratorio, con lo cual los demás gobiernos ya no pueden mirar hacia otro lado.
El presidente Luis Guillermo Solís le propone a Daniel Ortega que autorice el paso de personas indocumentadas por su territorio, a sabiendas de que su destino son los EEUU. Incluso propone abrir un “corredor” para canalizar a los emigrantes hasta la mismísima frontera estadounidense.
Por supuesto que ese corredor “humanitario” solo se abriría para beneficio de los cubanos, tal y como si los cientos de miles de emigrantes de otras naciones no fueran seres humanos, como si no merecieran el mismo trato humanitario que los ciudadanos de la isla.
Claro que si sorprendente fue la propuesta del Presidente Solís mucho más lo es el silencio de Washington. Quien iba a decir que se quedarían callados cuando otro gobierno propone una alianza regional para introducir en los EEUU decenas de miles de emigrantes ilegales.
Si están de acuerdo con la propuesta costarricense ¿por qué no hacen el traslado en aviones o en un barco directamente a los EEUU? y así se acaba el drama de estas personas. Si no están de acuerdo con el corredor migratorio entonces ¿por qué no protestan ante el gobierno tico?.
Otra pieza del rompecabezas fue Nicaragua, país que actuó dentro de la más estricta legalidad internacional y coherente a su alianza con La Habana. Sin embargo, su posición fue tan cuestionable que terminó convertida en la mala de la película, incluso para muchos cubanos de la isla.
No parece casual que todo el escenario se monte un par de semanas antes de que Cuba y los EEUU se reúnan para tratar los temas migratorios dentro de la negociación para la normalización de las relaciones. “¡Caramba que coincidencia!”, diría Les Luthiers con su ironía rioplatense.
Sin dudas, es una tentación para un ciudadano del Tercer Mundo contar con una legislación que te otorgue residencia en la mayor economía del planeta. Pero los 37 millones de mexicanos que viven en EEUU son la mejor prueba de que la emigración no se detendrá si se elimina la Ley de Ajuste.
Sin embargo, lo que se está cocinando es su derogación y la situación creada en Costa Rica podría ser una pieza clave del rompecabezas. Ya lograron el primer “éxito”, Ecuador anunció que pedirá visa a los cubanos, una medida a la que Correa se había negado repetidas veces.
Convertir la emigración cubana hacia los EEUU en una “crisis” es el camino más rápido hacia el fin de la Ley de Ajuste, sobre todo cuando ya los medios de difusión estadounidense condenaron a estos emigrantes que, según ellos, van a aprovecharse de la buena voluntad de aquel país.