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Cifras indican que Cuba se quedara sin mano de obra

La cantidad de cubanos que viven fuera de la isla se acerca a los 3 millones, una cifras que cada año tiende al incremento y que, en consecuencia, ha hecho al gobierno repensar el tema migratorio ya no solo desde el empecinamiento ideológico de épocas pasadas sino desde sus planes actuales de crecimiento económico que pudieran verse frustrados si la tendencia se mantiene como vaticinan los expertos, con un porciento de desaceleración del crecimiento demográfico entre los más preocupantes de América Latina donde se prevé que, para el 2080, se reduzca la población a mucho menos de la cantidad actual, es decir, de unos 11 millones a unos escasos 4 millones, pasando Miami a convertirse en la ciudad con mayor número de cubanos en fecha tan cercana como el 2020.

No son cifras para asustar, son cálculos reales, basados en las estadísticas oficiales. El fenómeno ha sido reconocido por instituciones científicas cubanas e incluso por la prensa oficialista.

Basado en los datos del Anuario Demográfico del 2009, publicado por la Oficina Nacional de Estadísticas, un estudio titulado “Las tendencias de la población cubana y la situación económica y social actual”, realizado por el Departamento de Economía de la Salud, perteneciente a la Escuela Nacional de Salud Pública, advierte sobre las consecuencias de esta tendencia migratoria, unida a otros factores:

“Esta situación provoca importantes efectos económicos y sociales, entre ellos se incrementarán las demandas de servicios de geriatría y gerontología y habrá un aumento importante de los gastos en salud. El país nunca llegará a 12 millones de habitantes, por lo que existe la posibilidad de haber alcanzado ya el tamaño máximo de población. (…) En el 2009 hubo un saldo neto de 36 564 emigrantes de los cuales más de 19 000 eran mujeres, aspecto que también repercute en la reproducción de la población, ya que estas se encuentran, fundamentalmente, en periodo reproductivo”.

En un artículo del periódico Juventud Rebelde, del 15 de agosto de 2015, titulado “Números jóvenes” se revelaban algunos de los resultados del Informe “Juventud en Cifras”, de la investigadora Mariam Trilce Martinto. Los datos que aporta el fragmento citado a continuación permitirán al lector hacer cuentas:

“Respecto a la migración externa, en el período 2008-2012 hubo una tendencia creciente. En el 2012, se registró un saldo negativo de 46,662 (que significó una tasa de saldo migratorio de -4,2 por mil habitantes). El 38,2 por ciento de los emigrantes eran jóvenes (-6,06 por cada mil personas entre 15 y 34 años, más de 1,4 veces mayor que la tasa general), y el 52 por ciento de quienes salieron fueron mujeres, otro factor que afecta la capacidad reproductiva cubana”.

 

Varios comentaristas del artículo citado, en su versión digital, nos han ahorrado la tarea de hacer el cálculo: la cifra ofrecida por el estudio permite determinar que anualmente emigra el 1% de la población, de manera que, de 1990 al presente, ha emigrado el 25% de los cubanos.

Pero la noticia del momento es que cerca de tres mil cubanos, la mayoría de ellos jóvenes, se encuentran varados en la frontera de Nicaragua con Costa Rica, y esta cantidad puede darnos una idea no solo de cuánta desconfianza despierta entre la gente las promesas de cambio de Raúl Castro sino, además, de cuál es el verdadero conflicto interno al que se enfrenta el gobierno de la isla si pretende, en verdad, llevar a buen término sus ambiciosos planes de desarrollo económico: Cuba se está quedando sin fuerza laboral y la población marcha hacia un franco proceso de envejecimiento y de extinción.

Tres mil son los que, tan solo en 2015, han sido detectados y retenidos en su intento de escapar de Cuba por esa tortuosa vía del peregrinaje desde Perú o Ecuador hasta la frontera estadounidense, pero la cifra no refleja el verdadero número de ciudadanos cubanos que abandonan el país anualmente con el fin de encontrar las oportunidades de progreso que les son negadas en su tierra natal.

La suma del total de migrantes por año, fijada conservadoramente en los 40 000 individuos, para una población que no supera los 12 millones de habitantes, unido a la baja natalidad y a los elevados índices de envejecimiento poblacional, entre los más críticos del mundo, más las decenas de miles de personas sin ningún tipo de vínculo laboral por decisión propia y cuya economía doméstica depende exclusivamente de las remesas del exterior o del mercado negro, hablan de un país cuya fuerza de trabajo cada día se vuelve más escasa y menos especializada debido al éxodo pero, además, a la muy justificada falta de confianza de los cubanos en las instituciones estatales donde las condiciones de trabajo son muy similares a las de las relaciones amo-esclavo.

“¿Trabajarle al Estado?, ni muerto”, es lo que opinaría la mayoría de los jóvenes en las calles de Cuba, un país al que la mala planificación de los recursos por parte del gobierno, los bajos salarios como método de sometimiento de las masas y los elevadísimos niveles de corrupción han convertido en un “territorio de lo provisional” por el que muy pocos cubanos apuestan como escenario para su desarrollo personal.

Tema obligado en las reuniones del Partido Comunista de Cuba, el éxodo masivo de la fuerza laboral e intelectual del país mantiene preocupado al gobierno cuya estabilidad depende de que las empresas extranjeras decidan invertir dentro del territorio nacional y en las condiciones de explotación laboral actuales, donde la parte cubana roba al trabajador cerca del 90 por ciento del salario.

En ese sentido, la preocupación por el aumento del número de emigrantes y las estrategias para frenarlo estableciendo alianzas con gobiernos afines, parece no responder a un interés humanitario sino a una medida de emergencia para asegurar que no se escape ese capital humano indispensable para generar el dinero que garantiza la estabilidad política que prometen a los inversores.

“Sin gente que trabaje, esto se va definitivamente a la basura”, razonan algunos en la calle a raíz de las protestas masivas ante la sede diplomática del Ecuador. Han descubierto que el gobierno hará todo por coartar las alternativas que le permitan al ciudadano cubano prosperar económicamente, de manera individual, sin depender del Estado.

Ya en su momento aumentaron la edad de jubilación, más tarde se encargaron de regular las importaciones de mercancías que surtían los negocios particulares, y que colocaban en desventaja a los comercios estatales. Ahora se disponen a cerrar las escasas vías de escape a su mano de obra, la más barata de todas. Los diseñadores de ese proyecto llamado “socialismo próspero y sostenible”, han descubierto que, al ritmo que van las cosas, Cuba es la que se está yendo de Cuba y pronto se quedarán sin fuerza laboral que responda a ese crecimiento económico “fácil” y “rápido” que pretenden.

Tomado de: Cubanet

Written by María Fernanda Muñóz

Periodista venezolana. ¿La mejor arma? Humanidad. Pasión se escribe con P de periodismo

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