La proximidad del invierno y las medidas de control adoptadas por distintos Gobiernos europeos han ralentizado el flujo de inmigrantes y refugiados hacia el viejo continente.
En noviembre, 140.000 cruzaron el Mediterráneo, 80.000 menos que en octubre. Según los cálculos de la ONU, un millón de personas habrán realizado ese trayecto antes de que acabe el año.
ACNUR alerta de que aunque haya disminuido su flujo, llegan más desesperados: “El número de mujeres y niños sigue aumentando, lo que para nosotros honestamente supone una sorpresa, y sólo podemos suponer que es un síntoma de la desesperación que las familias están atravesando. Cuando alguien se lleva a toda su familia con él significa que no tienen escuelas para sus hijos, no tienen un refugio adecuado, no tienen ni idea de lo que está por venir, y es una indicación de que cierra la puerta tras de sí”.
Los acuerdos alcanzados por la UE con Turquía, que recibirá 3.000 millones de euros a cambio de que frene el flujo de refugiados hacia Europa, comienzan a dar fruto. La policía turca ha desmantelado una red dedicada al tráfico clandestino de personas en el municipio de Ayvacik, frente a la isla griega de Lesbos.
