Se hace dificil cerrar los ojos para vivir, dormir cuando debemos estar despiertos, adormecer el espíritu cuando se debe estar alertas. Hasta una mente tan lúcida como la de Carlos Alberto Montaner ha parecido parpadear al hechizo.
¡No!, en Venezuela no ganarán los demócratas. ¡No!, no retornará la Democracia a las calles y al Parlamento Venezolano.
No se puede explicar cómo en unas escasas horas la diferencia en simpatías entre la oposición, en mayoría absoluta por tanto tiempo, se torne en un minúsculo margen y amenace, no solo con un reñido diferendo, sino con una mínima victoria parlamentaria chavista.
¡Pero ocurrirá!
Años llevan sufriendo el mismo básico y elemental error los demócratas venezolanos: confían en el mecanismo del ladrón para ganarle al que les ha robado mucho más que su cartera.
Por Dios, ¡qué estupidez!
La única respuesta al «avance» del chavismo a últimas horas en las estadísticas de voto es la manipulación de las encuestas, de las estadísticas y de las compañías encuestadoras para manipular el resultado de las elecciones sobre un margen mínimo.
¡Elemental!
Ya ha ocurrido antes y siguen sin abrir los ojos, despertar del sueño y alertar al espíritu. Será una desfachatez, pero ¿qué esperan de un poder degenerado que habla con «pajaritos», condena a presidentes democraticamente electos a «polvos cósmicos» – por cierto el polvo cósmico hace ocultar a grandes estrellas en nuestro universo, tomen nota los astrólogos políticos de la bachata – y amenaza con uniones cívico-militares, ilegales en las propias leyes constitucionales chavistas?
Soy enemigo de las dictaduras y de los dictadores de cualquier signo, pero a veces hasta condonaria una junta militar al estilo de Pinochet para eliminar la banda terrorista que ha fusilado la Democracia en Venezuela. Desgraciadamente parece que la existencia de militares pundonorosos ya escasean hasta entre los mismos venezolanos.
¿Qué queda?
Otra junta militar que ya ha provocado en violencia sangrienta más de 200 mil muertes. Mercados vacios. Bandas paramilitares ideológicas armadas. Delincuencia estatal y común. Cárceles repletas y Ministros de Cárceles que paren bandidos, y lo son. Fiscales desvergonzados. Desfachatez política, vulgaridad y obscenidad que ha corrompido más de un cerebro. Hasta los ideólogos de izquierda del chavismo en el mundo asquean de Maduro
¡Qué vamos a dejar entonces para los verdaderos demócratas!
Tres meses de enfrentamientos sangriento de jóvenes contra el salvajismo policial chavista con saldo de heridos y muertos, golpizas y paramilitarismo feroz. Asaltos criminales armados a miembros de la oposición. Encarcelamiento a los líderes más verticales que proponían la única alternativa para lograr la democracia frente a un poder demencial, violento y corruptor. Suspensión de parlamentarios inconvenientes al oficialismo. Criminalidad hasta en los mismos claustros del Parlamento y una vocalidad de delincuente bárbaro de su principal locutor político, el «presidente» Maduro. Nada de eso ha traido a las mentes y corazones de la oposición demócrata la consecuente comprensión de que se enfrentan con un poder que no abandonará el timón de la «guagua» venezolana sino por la fuerza, por el enfrentamiento directo y por la acción de golpe de todos los elementos democráticos.
¿Hasta cuándo tendrán que esperar? ¿Cuántas vidas tendrán que morir para que se acaben de dar cuenta?
No hay respuestas sencillas.