LA HABANA, Cuba.- Convertido en primer ministro por decisión propia, el 16 de febrero de 1959 Fidel Castro dijo que en pocos años el estándar de vida del pueblo cubano sería más elevado que el de Estados Unidos. Y dijo además que no se afeitaría la barba hasta que no se hubiera cumplido la promesa de tener un buen gobierno.
Cometió un gran error: dejar que fuera el tiempo quien tumbara sus pelos. Varios éxodos le ha regalado la vida en los últimos tres años para que él y su hermano reconozcan el fracaso de su gobierno: en 2013, cien mil cubanos optaron por la ciudadanía española, acogidos a la llamada “ley de nietos”; en 2014, 43 mil cubanos emigraron a Estados Unidos y por estos días, más de cinco mil cubanos en edad laboral, muchos de ellos jóvenes, atraviesan numerosos países como emigrantes para llegar a Estados Unidos.
Pero, ¿qué hacen los hermanos Castro mientras los cubanos se marchan de Cuba?
Muy sencillo: Como telón de fondo, se divulga la creación del Centro de Estudios de la Juventud (CESJ), para que estudie de manera integral a la juventud de hoy, en coordinación con la Red Nacional de Investigadores sobre la Juventud (RNIJ). Ambos organismos informan que en marzo de 2016 obtendremos un análisis parcial de sus estudios, mientras que los resultados finales estarán en 2017, con la publicación de un libro sobre los jóvenes cubanos. Para esa fecha, es muy probable que los jóvenes que se analizaron en 2015 y en 2016, hayan zarpado hacia Estados Unidos, en balsas o a pie por distintos países.
Pasan los días y continúa el telón de fondo. En La Habana se celebran asambleas de la Federación Mundial de Juventudes Democráticas, con el fin de revitalizar la lucha de la izquierda juvenil. Sus 130 delegados, reunidos en el Palacio de Convenciones, aplauden una dictadura de izquierda, mientras tratan de descubrir por qué los cubanos huyen de esa misma dictadura.
En la prensa aparecen numerosos artículos sobre las causas verdaderas de las crisis migratorias en Europa, pero nunca se dicen las verdaderas causas de las nuestras y se ofrecen conciertos compuestos por grupos musicales de jóvenes en los barrios más céntricos de la Habana, bajo el nombre de “Juventud unida por la paz”.
Para no variar, nos visita el teólogo Frei Betto, quien exhorta a los jóvenes cubanos a que mantengan viva la llama revolucionaria y la esperanza por el Socialismo; en la prensa se reciclan discursos de Fidel Castro, ofrecidos en décadas pasadas en la Universidad habanera, y, en la mayor brevedad, se reúne en asamblea de balance el Partido Comunista de Cuba para debatir el tema de la atención e incorporación de los jóvenes a tareas económicas y sociales. Por último, sale en el Noticiero Nacional que jóvenes norteamericanos marchan el 8 de noviembre por las calles de Washington, en demanda de justicia para el clima, la raza y la inmigración.
Así responde una dictadura ante un pueblo que emigra y donde los jóvenes no representan una arcilla maleable, porque no se sienten responsables de continuar con un gobierno fracasado.
¿Será que ya no convencen a nadie los cantos de sirenas de la Revolución, repetidos y repetidos en su prensa diaria durante más de medio siglo?
Lo piensa el mismo Partido Comunista. Si algo representa un gran riesgo para el futuro inmediato de la dictadura castrista, es el empeño de los jóvenes de huir de cualquier modo del país. Ante este panorama, una pregunta nos podemos hacer todos: ¿Cuál sería el éxodo que pondría punto final a esta trágica historia? ¿Será acaso el éxodo de los que sofocaron la iniciativa privada, los que echaron a puntapié a los emprendedores, a los osados que levantaban la economía del país?
Nuestro José Martí, con su clara visión de la política y de los hombres, lo dijo por lo claro: “Cuando un pueblo emigra, sus gobernantes sobran”.