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Ni derecho ni privilegio

Verónica Vega

Exilio.  Illustración por Yasser Castellanos

Exilio. Illustración por Yasser Castellanos

HAVANA TIMES — Quisiera agradecer a los lectores que comentaron en mi post A la 3ra no va la vencida, y aclarar algunos puntos que pueden parecer confusos, pues me limité a narrar hechos y expresar sentimientos que no constituyen un juicio definido.

Entiendo que todo estado se atribuya el derecho de controlar quién entra a su país, pero es indiscutible que las personas que intentan viajar a EE.UU. por invitación familiar, como quienes tramitan una salida definitiva, una visa parole o viajan por motivos culturales o de trabajo, merecen un trato respetable.

No entiendo por qué se hace pasar a una multitud al “salón de entrevistas”, y se les obliga permanecer en ese hacinamiento, sin espacio ni para cambiar de postura, cuando podrían esperar afuera, en la misma rampa donde se inicia la cola, y pasar en grupos pequeños, según el número de ventanillos que estén atendiendo.

Tampoco comprendo por qué la “entrevista” que por momentos toma visos de interrogatorio, sea escuchada por todos, cuando se inquieren detalles simplemente personales, y menos aun que sea obligatorio pagar una solicitud sin haber sido concedida la visa, y si lo que se paga es la entrevista, me pregunto cuántas embajadas del mundo se atribuyen el derecho de cobrar 160 dólares solo por valorar si se le otorga o no, un permiso de entrada a su país, a un ciudadano extranjero.

A esto agreguémosle el detalle de que los solicitantes en Cuba, para abonar ese pago dependen del familiar que invita, y de cuánto representa ese dinero para el cubano de a pie.

Tampoco tiene justificación alguna que a quien invita desde EE.UU., la embajada de la Habana le dé una información que no se corresponda con la realidad. Mi madrastra, que es abogada, se documentó ampliamente al iniciar los trámites, pagó a una agencia de envíos para que me llegara a tiempo una carta de invitación oficial, una relación de su estado financiero y hasta la recomendación directa y firmada de un congresista, solo porque le aseguraron por teléfono que únicamente aceptaban documentos originales (no escaneados), y que el funcionario que me atendiera iba a validar la información presentada por mí.

Ahora, discrepo con el lector que afirma: “Una visa no es un derecho sino un privilegio”. Polarizar cualquier aspecto de la realidad solo nos aleja de una comprensión más completa. Desde ese enfoque, los pobladores del mundo cuya ciudadanía les exime de solicitar una visa, son más dignos que quienes vivimos en países cuya situación económica nos convierte, querámoslo o no, en potenciales inmigrantes.

En esos términos, es un derecho para un primermundista entrar a Cuba, mientras que un cubano, si recibe un visado al país de esa persona, debe considerarse privilegiado. Más argumentos para las diferencias de clases, la discriminación y la xenofobia. Y si se esgrime la prosperidad como valor para insistir en una diferencia, hay que acotar también que los países más desarrollados se enriquecieron colonizando y saqueando en el pasado a los hoy tercermundistas.

En mi opinión, una visa no es derecho ni privilegio, sino un requisito dispuesto por circunstancias específicas, con fines específicos que no me incumbe siquiera cuestionar. Pero toda persona puede, debe ser, y sentirse honorable, y la embajada de cualquier país puede y debe tratar a todo ciudadano, nativo o extranjero (siempre que este se comporte dignamente), con honorabilidad.

 

 

Written by Havana Times

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