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Debate Rajoy-Sánchez, la antesala del 20D

(Foto tomada de internet)

(Foto tomada de internet)

MIAMI, Florida.- El cara a cara entre los representantes de los dos partidos políticos más importantes de España se produjo este lunes, apenas una semana antes de las elecciones generales que definirán si los votantes del país ibérico avalan el trabajo del Partido Popular encabezado por el actual presidente Mariano Rajoy o ponen las riendas del gobierno en  manos del PSOE de Pedro Sánchez.

El debate pactado a dos horas y con formato abierto en el que Rajoy y Sánchez se podían interrumpir, puso de relieve los temas principales que preocupan a la sociedad española, aún bajo los efectos de una profunda crisis que comenzó hace más de cuatro años. La economía, el desempleo, la corrupción, los nacionalismos separatistas, el terrorismo o el papel internacional del país europeo fueron los temas que abordaron los contendientes por la presidencia. Rajoy busca mantenerla por un nuevo plazo y Sánchez lucha por asumirla.

Frente al impulsivo discurso del socialista Sánchez se impuso la tranquila dialéctica del popular Rajoy, quien solo perdió la calma en un momento de la discusión cuando su antagonista utilizó una frase desafortunada acusando al actual mandatario de falta de decencia. Una frase que Rajoy apuntó de ruin, mezquina y miserable. Y es que desde mi punto de vista si alguien llevó la mejor parte en este encuentro fue precisamente el actual presidente que respondió con datos y cifras a las propuestas de Sánchez en caso de llegar a la Moncloa, Rajoy confrontó los esbozos de buena voluntad con ejemplos concretos de un accionar, que no será perfecto pero ha  sacado a España de la situación caótica de un paro que en los comienzos de su gobierno tocaba la cifra de los seis millones (un altísimo 25 por ciento) y un déficit fiscal que pedía a gritos un rescate que pudo ser evitado.

Que España ha ido saliendo del hoyo con políticas que no gozan de popularidad no debe dejar fuera de vista  resultados evidentes de mejoría. Los números lo indican y la situación de la gente, a pesar de que siga siendo crítica para muchos, tiende al alivio y la estabilidad. Los ataques sobre derechos y conquistas sociales limitadas o conculcadas obvian otra realidad. Los actuales ocupantes del gobierno encontraron una situación que hacía imposible mantener beneficios quebrados por la crisis que comenzó mucho antes de que el gobierno elegido por abrumadora mayoría en el 2012 tomara el mando con todos los riesgos que las futuras decisiones habrían de implicar.

En la primavera del 2010 estuve en Madrid por una breve estancia. Recuerdo como mi recorrido de horas por las céntricas calles de la capital española encontró nutridas manifestaciones organizadas por organizaciones sindicales que abanderaban reclamos laborales y protestas ante un alarmante incremento del paro bajo la administración del entonces presidente socialista Zapatero. Es cierto que los populares remachan una y otra vez el problema heredado de aquel mandato, pero no se puede negar que a sus espaldas quedó un país en plena recesión y con la economía a punto del desplome total. Cosas como esas no se arreglan en un corto plazo y a bajo costes sociales.

De ese caldo de cultivo han sacado provecho las nuevas formaciones políticas. La mayoría con tendencia al populismo del que deben cuidarse los sensibles electores españoles, porque es muy fácil hacer promesas que suenan a gloria en los oídos desesperados pero que en la práctica o bien resultan poco posibles de cumplir o simplemente quedan en una quimera. En este aspecto no puedo pasar por alto un hecho sorprendente. Se trata de la reacción de amigos y conocidos cubanos radicados en España y nacionalizados en aquella tierra, que se inclinan ante posicionamientos que van en la línea de los que hemos conocido en nuestra patria de origen y que han sido consecuencia principal por la que hoy estemos dando tumbos por tantos lugares.

No faltan en esta hora los nacionalismos que intentan aprovechar el ambiente para llevar a su terreno lo que siempre han pretendido. Si en esta ocasión han conseguido apoyos importantes se debe a la misma práctica de sus co-socios populistas, como ocurre en la Cataluña asediada por el chantaje de las CUP y las ambiciones de los integrantes de Junts pel Si. Engaños y más engaños.

Por estos días el panorama político español resulta apasionante de cara al futuro. Si se cumplen las encuestas el Partido Popular volverá a ganar las elecciones pero no con aquella plenitud que le ha permitido implementar medidas que para unos son inadecuadas e inaceptables por erróneas e injustas y para otros las únicas posibles para salir del bache. Se trata de un momento en que el bipartidismo ha quedado roto en una fisura por la que entran nuevas formaciones y rostros. Algo que para algunos resulta prometedor porque elimina el juego de “estabilidad” gobernante de dos partidos fuertes sin voces importantes en contrapartida pero que debe alertar contra radicalismos, fracturas nacionales e inexperiencia.

El 20 de diciembre se verá en definitiva si los españoles deciden otorgar un nuevo plazo al equipo comandado por Mariano Rajoy para poner en orden los números que siguen siendo adversos, sobre todo en el desempleo, pero que indican importantes repuntes, o por el contrario apuestan ante propuestas prometedoras que hablan de justicia e igualdades ofrecidas sin una explicación sobre que base ellas se sustentan.

Written by CubaNet

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