En este año transcurrido desde el anuncio de restablecimiento de relaciones entre Cuba y EEUU, ¿cuáles son los avances conseguidos?
Ha habido pocos y en mi opinión el mayor beneficiario de ellos ha sido el régimen castrista, que irónicamente se empeña en empantanar el proceso de “deshielo” mientras no se levante el embargo. Obviamente, el avance principal fue el restablecimiento de las relaciones diplomáticas bilaterales, lo cual ha permitido una relación fluida e inédita entre ambos gobiernos. Pero ello constituyó la legitimación política del régimen militar, lo cual prolonga su “vida útil”.
Ese espaldarazo de la Casa Blanca le abrió a Cuba todas las puertas del globo terráqueo, la puso de moda a nivel internacional y disparó el flujo de turistas, políticos, empresarios, artistas famosos, y hasta de curiosos hacia la Isla. Ello ha aportado mucho dinero al Gobierno. Por supuesto, los paladares y otros servicios de cuentapropistas también tienen más clientes.
Se ha logrado progreso para el restablecimiento de los vuelos regulares, el correo postal, protección al medio ambiente y combate al narcotráfico. Pero nada para mejorar realmente la vida cotidiana de los cubanos, que fue el objetivo declarado de Barack Obama hace un año. El régimen rechaza llegar a un acuerdo con EEUU para modernizar las telecomunicaciones y también las propuestas de Google que podrían poner fin al enorme atraso tecnológico del país menos conectado a internet en Occidente. Las reuniones periódicas entre los equipos negociadores son torpedeadas por La Habana como presión para que cese el embargo.
Durante este último año, ¿qué ha primado de parte del Gobierno cubano: los cambios o el freno a los cambios?
El freno ha primado. No importan las concesiones de EEUU y los llamados a “empoderar” a los cuentapropistas. El régimen prohíbe que estos hagan crecer sus negocios o inviertan capital en su propio país; se niega a restablecer el derecho a la propiedad privada, a que los profesionales universitarios presten sus servicios por cuenta propia, y a que los campesinos y usufructuarios de tierras estatales cultiven lo que quieran y vendan sus cosechas libremente. Y ni hablar de libertades políticas y civiles, o libre expresión. Esa alergia al progreso humano impide las reformas que requiere el país.
Además, salvo la compraventa de casas y automóviles, y alguna que otra medida irrelevante, las denominadas reformas raulistas no son más que un regreso al 12 de marzo de 1968, la víspera del día en que Fidel Castro estatizó o suprimió los 57.280 pequeños negocios de la Isla. Si su hermano autoriza ahora las cooperativas en peluquerías o cafeterías, hace 47 años eran totalmente privadas. Y propiedad privada eran los miles de bodegas de barrio, quioscos, lavanderías, guaraperas, bares, piqueras de autos, poncheras, casas de huéspedes, gimnasios, posadas, billares, talleres de mecánica, carpinterías, etc. ¿Ha habido cambios en Cuba, o una restauración?
Sobre todo el incremento de la represión contra los opositores políticos y defensores de los derechos y libertades ciudadanas es un freno colosal que bloquea toda posibilidad de adecentar un poco a la cuasi eterna tiranía tropical.
¿Qué medidas beneficiosas para la población de la Isla han sido puestas en práctica a lo largo de este año?
A mi modo de ver la medida más beneficiosa ha sido la de los “puntos de WiFi”, o sea, zonas en parques y áreas públicas con antenas para acceder a una internet censurada por el Gobierno, pero que permite cierta navegación y comunicarse con personas en EEUU y otros países.
Claro, en verdad lo más provechoso para los cubanos no ha sido ninguna medida, sino el haberse quitado de encima la insoportable retórica antiestadounidense y los llamados a prepararse militarmente para enfrentar una invasión. El “enemigo yanqui” ya no lo es y se puede hablar bien del Presidente de EEUU, o agitar banderas americanas sin ir a prisión. Ese alivio psicológico nacional podría ir sofocando el miedo a decir muchas verdades y exigir los verdaderos cambios que necesita la nación.
Por lo demás, el éxodo imparable de cubanos que abandonan la Isla como sea, y la crisis humanitaria que se ha producido en Costa Rica con miles de “balseros terrestres” expresan la frustración de la gente porque la dictadura no toma las medidas que en verdad se necesitan. Y, sobre todo, los jóvenes han perdido la esperanza de un futuro mejor en su suelo natal.
¿Qué puede esperarse a corto plazo de las relaciones entre Cuba y EEUU?
Muy poco. El general Castro y su Junta Militar lo han dicho claramente: o les quitan el “bloqueo” o no se va más allá de la existencia de embajadas en ambos países y contactos para hablar por hablar.
No obstante, con la victoria de la oposición en Venezuela y la posibilidad de que el petróleo regalado y los subsidios disminuyan, o desaparezcan, como ya ha prometido la MUD, lo lógico sería que La Habana ahora negocie con más seriedad con EEUU para tener alguna alternativa para paliar el previsible descalabro venezolano. Aunque la lógica nunca ha florecido en la naturaleza del castrismo.
Insisto en algo fundamental: la cúpula dictatorial no quiere relaciones amistosas y normales con EEUU, sino que se levante el embargo, recibir créditos, y muchos turistas estadounidenses. Y punto. Evidentemente, el Congreso en Washington no va a dar ningún paso en ese sentido si el régimen no mueve fichas.
Por otra parte, para los Castro acercarse mucho a Washington sería traicionar su tradicional liderazgo izquierdista “antiyanqui” en América Latina, y además erosionaría el enfermizo control que tienen de la sociedad cubana. O sea, mientras ambos hermanos y el resto de la gerontocracia “histórica” ostenten el poder, nada realmente fructífero pueden esperar los cubanos, haya o no relaciones normales con EEUU.
Fuente: Diario de Cuba
