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Vivir alquilado, ilegalidad y zozobra

Malecon La HabanaDiario de Cuba.- La escasez de vivienda sigue siendo el problema más visible de la sociedad cubana y tiende a empeorar cada año. Según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) para el quinquenio 2006-2011 la construcción de viviendas en Cuba está experimentando una reducción evidente. Si en 2006 se construyeron 111.373 viviendas, en 2010 solo se terminaron 33.901 en todo el territorio nacional. La última cifra que se puede consultar, la de 2011, es más baja aún: 32.540.

Si contamos con la gran cantidad de ellas que son edificadas por organismos estatales, entre los que el MININT y el MINFAR tienen un lugar importante, lo que queda para la población es una gota de agua que se pierde —y se evapora— dentro del desierto.

Alquilar es hoy día una opción muy recurrente. Aunque lo precios tienden a subir, el cubano se las ingenia para pagar por un techo temporal donde instalarse.

En La Habana la población que vive alquilada aumenta constantemente.

Quiénes alquilan y cuáles son las opciones

La escasez sostenida de viviendas, que ha hecho que hasta cuatro generaciones convivan bajo el mismo techo, explica el incremento de la demanda de alquileres. Muchas viviendas familiares ya no dan abasto para alojar al número creciente de personas que componen el núcleo familiar. También están los problemas de convivencia que suelen aumentar proporcional al número de habitantes de una vivienda.

Estos factores hacen que la alternativa del alquiler sea la solución a la que recurren todos aquellos que puedan pagarlo.

Otro número de personas alquiladas proviene del incesante flujo migratorio de otras provincias a la capital y de los recién graduados de la Universidad de La Habana que también vienen de otras provincias. Este último número tiende a crecer cada año. No hay cifras exactas.

Digamos que de los miles que se graduan, la mitad resuelve su problema ya sea porque se fueron del país, se casaron con alguien de La Habana o compraron su casita o cuartico. No obstante es un ciclo anual que provoca un crecimiento indefinido.

Pueden alquilarse casas completas y apartamentos, cuartos independientes e incluso cuartos dentro de casas habitadas por sus propietarios. La última opción ha surgido como conjugación de la necesidad habitacional de unos y la urgencia de otros, los propietarios de las viviendas, de conseguir una entrada de dinero. En estos casos suele aplicarse lo que popularmente se llama “alquilar un cuarto con derechos”, que significa que quien renta puede usar los equipos del dueño de la casa como el refrigerador, la lavadora y el televisor.

En muchos de estos casos, el huésped termina haciendo las tareas domésticas del dueño de la casa, sobre todo en el caso de las mujeres. Denise, madre soltera que vive alquilada hace un año, lo asume como algo normal. “Yo limpio y lavo la ropa. Casi siempre soy la que cocina porque el dueño de la casa viene tarde del trabajo. Imagínate, no voy a dejar que la casa se nos caiga encima”.

Cuando el huésped es hombre no se exige tanto de él, puesto que el machismo de la sociedad se impone, pero, por supuesto debe respetar normas de convivencia que incluyen ayudar en las tareas del hogar y no darle trabajo extra a los propietarios de la vivienda. Joel lleva unos meses compartiendo vivienda y asegura: “Ayudo en la limpieza y en todas las cosas que tengan que ver con arreglos, como pintar o cualquier trabajito de electricidad o plomería. Me cocino y lavo aparte de la dueña, pero me cuido mucho de dejarle todo limpio y recogido en la cocina y a veces hasta friego la loza que ella utiliza y le recojo la ropa seca de la tendedera”.

El fenómeno de los precios

Los precios de los alquileres varían según la modalidad, las condiciones y la ubicación geográfica de la vivienda. Sin embargo, no existe una lógica oferta-demanda porque no crecen paralelamente. Mientras la demanda crece, la oferta se mantiene estática o disminuye, sobre todo desde que se aprobó la compraventa de viviendas cuando muchos de los que alquilaban decidieron vender.

Basta con revisar el sitio Revolico.com para darse cuenta de la proporción. Por cada anuncio de vivienda en renta hay entre 10 y 15 personas que buscan vivienda.

Esto da lugar a un alza sostenida de precios, pues quien está muy necesitado y tiene dinero ofrece pagar aunque el precio vaya en contra de toda lógica.

En lugares periféricos los precios suben si el propietario mejora las condiciones de la casa, por ejemplo, le pone teléfono o aire acondicionado. Así es posible encontrarse un apartamento en Micro X, en Alamar, con un precio de 70 CUC mensuales. Al subir los precios en la periferia, suben inmediatamente los de lugares céntricos como Centro Habana o el Vedado. En este último barrio se pueden ya encontrar apartamentos que, sin tener siquiera un estado óptimo, cuestan 200 CUC mensuales.

Otro fenómeno que es producto de la ilógica cotidiana de Cuba es el hecho de que los propietarios ponen precios según su necesidad. Alguien puede cobrar 50 CUC por un cuartico en San Miguel del Padrón solo porque ese es el dinero que le hace falta para completar el dinero para comprarse un carro en tres meses o para pagar la visa el mes que viene.

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Written by @diariodecuba

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