Por Maya Quiroga
HAVANA TIMES — Imagínese que usted tuviera la posibilidad de decidir, en asamblea de vecinos, cómo invertir una parte del presupuesto público en función de mejorar y transformar su comunidad. Imagínese que su edificio tiene un reglamento, conocido por todos los vecinos, y de estricto cumplimiento.
Todo lo anterior es posible. No se trata de una utopía. Así funciona, en muchos países del mundo, la convivencia en un barrio, un edificio o un municipio. A esos mecanismos de participación ciudadana, que vieron la luz en Porto Alegre, Brasil, durante la década de los 80 y principios de los 90, se les conoce como ejercicios de Presupuesto Participativo.
En Cuba se han realizado algunos intentos de convocar a las personas para que decidan sobre el destino de los recursos de la ciudad, pero, hasta la fecha, todos esos ejercicios se han quedado en la fase de experimentación.
Entre los partidarios de darle voz y voto a la ciudadanía para garantizar un desarrollo local y como una de las vías para solucionar los problemas de la localidad, se encuentra el sociólogo español Carlos García Pleyán, quien se ha manifestado en varias de sus conferencias y artículos, acerca de la necesidad de “repensar la relación entre la administración y los ciudadanos e introducir la planificación y el presupuesto participativos”.
Actualmente, en la Isla existen un cúmulo de insatisfacciones, insuficiencias y deficiencias en la respuesta a las demandas ciudadanas por parte de los delegados de la circunscripción, quienes al no contar con un presupuesto local, no pueden solucionar todos los problemas vigentes tras años de deterioro acumulado. Esa es una razón más para incrementar la participación de los ciudadanos en la transformación de su comunidad.
Hoy, casi resulta imposible e inoperable que el Estado asuma funciones, que en otros países recaen sobre los ayuntamientos locales, como pueden ser: la reparación de aceras, pintura y arreglos de los edificios multifamiliares, entre otros.
La realidad está atravesada por muchos factores multicausales. “¿Qué se decide a nivel de los gobiernos municipales o provinciales? ¿Tendrá La Habana su propio presupuesto como ciudad o continuarán siendo los ministerios quienes decidan cómo contribuir al desarrollo de La Capital?”, se pregunta García Pleyán.
Trabajo no estatal en Cuba
Con la aprobación de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, el 18 de abril de 2011 se crearon nuevos espacios y retos para la planificación en los territorios.
El trabajo por cuenta propia, aprobado mediante el Decreto Ley 141 de septiembre de 1993, abrió la posibilidad de desarrollar “negocios privados” que conseguirían influir en el desarrollo local y, a la vez, contribuir a la recuperación, mantenimiento y transmisión de saberes a las nuevas generaciones sobre determinados oficios perdidos.
Al respecto, continúa su reflexión García Pleyán: “Con el paso de la gestión estatal a manos cooperativas, ¿realmente se están empoderando las empresas de las ganancias? En ese proceso hay debates, ensayos, rectificaciones, frenos. ¿Existe unidad de criterios en torno al proceso de descentralización?”.
Mensaje para los jóvenes arquitectos
Un nuevo escenario, en el que se introducen un conjunto de variables externas que van desde el tema precio, hasta la política y la cultura, en su más amplio sentido, se ha abierto en Cuba tras el inicio del restablecimiento de las relaciones diplomáticas con los Estados Unidos.
García Pleyán conmina a los futuros arquitectos de la Isla a utilizar como instrumento para explorar ese futuro incierto, la metodología de la prospectiva o las situaciones posibles, que se puede aplicar lo mismo a escala de edificio, barrio o ciudad, al desarrollo urbanístico horizontal o al sector inmobiliario:
“Exploren el futuro y prepárense para lo que va a pasar. Solo si están bien preparados podrán ejercer como emprendedores a través de la alianza entre equipos transdiciplinarios.
“En el mundo hoy no se construye nada sin antes hacer un estudio económico, arquitectónico, urbanístico y que tenga en cuenta la rentabilidad. No debemos renunciar a construir hacia las alturas, pero hay que pensar en el contexto socio-cultural y económico cubano.
“Salgan del aspecto físico, arquitectónico y estético, e introduzcan otros ingredientes como el derecho urbano, la economía, la sociología. Una parte del oficio es estar informado. Deben saber sobre el alquiler de los terrenos, acerca de la legalidad, las regulaciones urbanísticas y el valor de la tierra. Por ejemplo, un parque iluminado eleva el valor del suelo”, explica.
El reconocido docente, autor del artículo La Habana, ¿una ecuación imposible?, insiste en el tema de la participación ciudadana: “Es muy importante contar con la opinión de todas las personas, antes de acometer una obra. Para ello tiene que existir una descentralización de las funciones del Estado que permita mayores niveles de participación familiar. Eso es mucho más rentable y urgente en condiciones de propiedad colectiva como las que existen en Cuba”, concluye Pleyán.
El futuro dirá la última palabra, pero solo desde el barrio se puede encontrar la solución a los problemas de la comunidad, con un planeamiento estratégico serio, siempre que se les den incentivos a las personas para que laboren en aquellas actividades necesarias y beneficiosas para la colectividad.