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Rosas y otras satisfacciones a crédito

rosas y dolares

(Foto tomada de internet)

LA HABANA, Cuba.-  Los cubanos tuvimos la oportunidad de ver por televisión una versión de una de las obras de la francesa de origen ruso, Elsa Triolet, nombrada “Rosas a crédito” y cuyo personaje principal era una mujer que se popularizó como “Martín perdida en el bosque”.

Todos los que seguían la novela criticaban la falta de juicio e irresponsabilidad del personaje principal que gestionaba y obtenía créditos para explotar un negocio de producción de flores y derrochó esos recursos para darse una buena vida, pero cuando tuvo que honrar esas obligaciones no tenía como hacerlo y terminó en la más absoluta miseria. Los espectadores lamentaban ese modo de actuar que provocó, sin embargo, un perjuicio solo de índole individual, sin percatarse que algo similar estaba ocurriendo en Cuba pero que afectaba a todo un pueblo.

En el caso de nuestro país no se trataba de un endeudamiento para cultivar rosas, sino de un enorme gasto de divisas para cubrir déficits comerciales, un elevado plan inversionista como parte de un  supuesto programa de desarrollo y otras aventuras; lo que provocó que la deuda externa –sin incluir el antiguo campo socialista– que era de apenas 291 millones de dólares en 1969. La cifra pasó a ser de 2 913,8 millones en 1982, por lo que los pagos por el servicio de la deuda se incrementaron notablemente y, unido a la disminución de los ingresos por exportaciones, causaron una caída de la reserva de divisas hasta un nivel de solo 110 millones.

Ante esa situación se inició un proceso de renegociación de la deuda con los acreedores en septiembre de 1982, un segundo proceso en 1984 y una tercera renegociación en 1985, hasta que a mediados de 1986 se suspendieron los pagos de los intereses, lo cual se prolongó por 29 años –nada menos que hasta 2015– y repercutió en la ausencia del otorgamiento de nuevos créditos y una reducción de las importaciones.

Pero se continuó comprando con empréstitos, y en 1988 se debían 6 450 millones de dólares. Ya para 2013 se calculaba que la cantidad había ascendido hasta 15 000; aunque es de señalar que los Anuarios Estadísticos del país no brindan en la actualidad ese tipo de información.

La debacle se había agudizado con la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética y en julio de 2014, con la visita de Vladimir Putin a Cuba por fin se hizo público el monto de la deuda de 35 000 millones de dólares con ese país, cuando el mandatario ruso condonó –graciosamente– el 90% de la misma.

La estentórea escasez de divisas hizo que el periódico El Mundo de España informara el 16 de abril de 2009 que durante la visita ese mismo año del ex canciller Moratinos a Cuba, este se quejó a Raúl Castro que 280 empresas de su país asentadas en el nuestro, tenían bloqueados en bancos cubanos 300 millones de dólares que no se les permitía transferir por falta de divisas. No era el único caso, porque desde finales del año anterior, estaban retenidas las transferencias al exterior de todas las transacciones.

Los problemas de liquidez de la economía cubana no tienen cuando acabar y en la sesión de la Asamblea Nacional de julio de 2015 el titular del ministerio de Economía y Planificación Marino Murillo señaló que “se mantienen fuertes tensiones en la disponibilidad financiera del país” (Granma, 16 de julio de 2015).

Las permanentes dificultades tienen su origen en tres factores principales: el déficit comercial en cada uno de los últimos 56 años, por la ruina de la industria azucarera y la creciente importación de alimentos; un desenfrenado proceso inversionista que no produjo desarrollo alguno y solo un incremento de las inversiones en proceso o instalaciones que nunca produjeron. Casos abundan, como la planta termonuclear de Cienfuegos, el metro de La Habana o la fábrica textil de 80 millones de metros cuadrados de Santiago de Cuba; y la utilización de cuantiosos recursos en actividades ajenas a la economía, como fueron la subversión en América Latina o las guerras en África, así como la represión interna y la propaganda, estas últimas todavía funcionando.

El 13 de diciembre de 2015 la prensa nacional e internacional informaba que el régimen había acordado con el grupo de sus acreedores, regularizar un monto de 2 600 millones de dólares por concepto de deuda vencida en un período de 18 años como parte de una solución para una deuda global, que incluidos los intereses alcanzaba los  11 100 millones de dólares. Un comunicado del grupo de acreedores indicaba que las agencias de créditos que desearan hacerlo podrían reanudar sus actividades de préstamos. Esto último posiblemente sea acogido con cautela teniendo en cuenta el historial de impagos del país.

La actual situación en Venezuela augura nuevas penurias financieras para la isla, ya que ese país ocupaba en 2014 más del 40% del intercambio comercial y el 43% de las exportaciones (periódico Juventud Rebelde, 14 de octubre de 2015).

Por otra parte hay que tener en cuenta lo afirmado por Raúl Castro en el XX Congreso de la CTC en febrero de 2014 cuando reveló que “el ingreso fundamental del país en estos momentos obedece al trabajo de miles de médicos prestando servicios en el exterior” (periódico Juventud Rebelde, 23 de febrero de 2014) y éstos ingresos provienen en lo fundamental de Venezuela y Brasil. En el caso de Venezuela hay que dudar de su permanencia después del 5 de enero de 2016 cuando se instale la nueva Asamblea Nacional. Con respecto a Brasil el panorama no ofrece garantías, dada la situación de su presidenta Dilma Rousseff que puede ser sometida a un juicio político, ya que ella fue la promotora de la contratación de médicos cubanos.

Mientras tanto, al igual que en la novela “Rosas a crédito”, la cúpula gobernante y sus familiares se dan la gran vida a costa de la miseria general. El ejemplo más reciente es la del médico Antonio Castro Soto del Valle, vástago de Fidel que, comparándose con “Martín perdida en el bosque”, se pasea por el mar Mediterráneo en su yate, sin haber pasado por su mente siquiera formar parte de la brigada de la salud cubana que combatió la pandemia de ébola en África.

(Arnaldo Ramos Lauzurique)

Cubanet.

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