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A lo mejor para el año que viene…

Diario de Cuba. “Incluso en los peores momentos, el cubano que desayuna café sin leche jamás ha perdido el optimismo. Y han apostado por tres cosas; emigrar, ligar un extranjero o que el gobierno haga cambios económicos y políticos que les mejore sus vidas”, asegura el articulista.

En la televisión estatal es donde único la gente se muestra contenta, deseosa de celebrar el fin de año. En la calle los cubanos caminan de un lado a otro y, por mucho que algunas tiendas se esfuercen por mostrar un Papa Noel inflable, pocos parecen contagiados por el ambiente navideño.

“A esta altura, y con la fanfarria que le dieron el año pasado a lo de Estados Unidos, yo pensé que estaríamos nadando en dinero o por lo menos que habría un ambiente de prosperidad”, comenta Alberto sobre sus expectativas frustradas. “Pero compraron pescado, le cogieron miedo a los ojos y la decepción nos las llevamos los demás”.

Es como si la gente no supiera qué celebrar. Y no es que haya muchas opciones para escoger, es que no hay casi ninguna.

Los puntos de acceso a internet que las autoridades exhiben como avances son para Dennis un motivo de decepción. “Debería darles pena mostrarlos en el noticiero. Internet en parques… La verdad es que mientras no permitan que tengamos WiFi en la casa eso sigue siendo una mierda. Posiblemente para el año que viene tendremos todos los parques con internet y abajo la privacidad, eso es lo que parece que ellos (el Gobierno) quieren que suceda”.

“La calle 23 parece un puticlub, te enteras de las desgracias de todo el mundo, de los planes y encima tienes que conectarte rodeado de gente con pinta de delincuente”, critica.

A Patricia le parece que “la familia podría ser algo bueno a lo que aferrarse”, pero “qué familia si esta gente se ha encargado de dividirnos?”.

“Los que quedamos no hablamos de política porque podemos matarnos entre nosotros. Tampoco se puede hablar de herencias ni de dinero. Lo que nos queda es comer y esperar la llamada de los que están afuera”, dice.

Yamila cree que “el año que viene podría ser mejor”. No obstante, dice que el crecimiento económico anunciado por el Gobierno “quizás se esté yendo por los baches de la ciudad y no nos hemos dado cuenta”.

Cesar encontró un buen trabajo. Aún así este año le ha parecido demasiado largo. “Cuento los días para que termine ya. No hay comida y la que hay está más cara de la cuenta. Creo que la gente se ha vuelto más egoísta o está más desesperada. En Carlos III, por ejemplo, mucho globo, mucho Papa Noel, y no ha habido ni una sola oferta de la que uno pueda disfrutar”.

“Desde hace dos años aquí no se celebra nada”, afirma Aracelys. “Es como si la gente tuviera una única meta, irse lo más rápido posible porque esto no hay quien lo aguante. Y no importa que en la televisión digan lo contrario”.

No basta con que el Gobierno organice conciertos multitudinarios en varios espacios públicos de la ciudad. La celebración de la llegada de un nuevo año solo es posible cuando la gente tiene esperanzas.

“Es lo que les toca”, comenta un librero de la Plaza de Armas, “pero no deja de ser grotesco, desmedido. ¿Tú sabes lo que es cerrar la doble vía frente al Parque Central para que toque un grupo de danzón? Repiten hasta el cansancio la fórmula del circo porque el pan anda perdido”.

Los medios de difusión oficiales se han desbordado de una supuesta alegría que no logra verse en las calles. Para Erick, como para muchos, la esperanza es papel impreso, tiene doble moral y, además, miente.

“Estos tipos tienen tremendos pulmones”, dice Erick refiriéndose a las sesiones de la Asamblea Nacional. “Son unos infladores, cada día el globo es más grande y no les da pena”.

“Un diputado dijo que los constructores se roban los materiales y los venden, y no se le ocurrió preguntarse en voz alta ¿por qué los constructores se roban los materiales? Es la misma película de siempre. Se reúnen unos días para caerse a mentiras y después quieren que seamos optimistas con el porvenir de la patria”, lamenta.

Elis supone que deben estar pasando cosas buenas, pero ella no logra verlas. En el rostro de muchos se nota cansancio. “Este ha sido un año agotador”, comenta. “Junto con las decepciones personales, ha habido un estado de inseguridad económica y política del que no creo que sepamos cómo salir”.

Alexis hace música por encargo. Normalmente tiene trabajo en abundancia, por eso no dudó en aceptar el préstamo de sus padres para comprarse un apartamento. “Me metí en la deuda porque la cosa pintaba para bien y la verdad es que ha habido menos trabajo que otros años. Los contratos que tenía con los americanos se han detenido porque esos tipos se han desgastado en politiquería”, cuenta sus frustraciones.

Hilda cree que para el año que viene no mejorará nada. Ella es cuentapropista en la Habana Vieja y su negocio depende de las ventas que haga. “Es una queja generalizada de toda la gente de esta cuadra”, dice. “Llegan los americanos y los turoperadores se los llevan a quién sabe dónde. No hay nada para nadie”.

Orlando cree que hay una calma chicha preocupante. “La gente está aparentemente tranquila, pero no se limita al decir lo que cree donde quiera. Y no es la agresividad de otros años, porque no hay ni cerveza, es la incomodidad por lo de Costa Rica, por lo de los médicos, porque no hay ropa ni dinero, porque no se vende nada en las calles. Lo que pasa es que es más grande el miedo”.

Rey botea de la Habana a Cerro y Boyeros, y su apatía es tal que piensa que se sobredimensiona la importancia de la Navidad y el fin de año. “Lo más importante es el día a día, ¿tú crees que va a cambiar algo del 31 al 1 de enero? Ya eso pasó una vez y estos viejos se han encargado de que no pase nunca más”.

Written by @diariodecuba

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