La llegada del mes de enero conlleva preocupaciones adicionales para buena parte de los trabajadores por cuenta propia, en especial para los elaboradores-vendedores de alimentos, los transportistas y los arrendadores de viviendas y habitaciones, quienes deben confeccionar las Declaraciones Juradas de Ingresos Personales que serán fiscalizadas con mayor rigor por los especialistas de la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT).
En la recién finalizada sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, la ministra de Finanzas y Precios, Lina Pedraza, al tratar de ofrecer una “buena” noticia a los cuentapropistas, anunció que se aumentaban en un 10% los gastos que podían reflejar en sus Declaraciones Juradas. Mas, aún no se habían apagado los ecos de las palabras de la Ministra, cuando el zar de la economía ‘raulista’, Marino Murillo, se encargó de lanzar el clásico jarro de agua fría sobre esos trabajadores no estatales: no se vislumbra la creación del mercado mayorista donde ellos puedan adquirir sus insumos, materias primas y otros productos que después venderían a la población.
Al señor Murillo no le quedó más remedio que reconocer la imposibilidad de crear ese mercado mayorista mientras no se abastezca adecuadamente el mercado minorista. Si eso es así, entonces los cubanos de a pie, que padecen a diario las carencias de artículos de primera necesidad, serían los primeros en certificar que no habrá, en largo rato, un mercado mayorista para los trabajadores por cuenta propia.
Entre las consecuencias que esa situación podría ocasionar sobresale la afectación de la imagen que posee la población de ciertas modalidades del trabajo por cuenta propia. En primer término porque, al comprar ambos en el mismo tipo de mercado, muchas personas no alcanzan a adquirir determinados productos que previamente fueron comprados en grandes cantidades por los propietarios de cafeterías y restaurantes (paladares).
Por otra parte, tenemos el elemento precio. Cuando un cuentapropista adquiere un producto en el mercado minorista, ese precio de adquisición es su costo. Por tanto, al comercializarlo debe agregar un margen de ganancia, y a la postre el consumidor final hallará encarecido dicho producto.
Con vistas a recoger criterios sobre estos temas conversamos con el propietario de una cafetería privada, que ya se prepara, con la ayuda de un Tenedor de Libros, para encarar la Declaración Jurada. “Mire, a mí no me va a beneficiar lo que dijo la Ministra de Finanzas. En los comercios donde compro mis insumos no me dan vales o facturas que justifiquen esas compras, y por tanto solo puedo incluir en la Declaración Jurada la mitad de los gastos contemplados por la ONAT, porque así lo estipula la ley. Es decir, que si ahora la ONAT admite un gasto de hasta el 60% del ingreso declarado, yo, y supongo que la mayoría de los elaboradores-vendedores de alimentos, podré reflejar en la Declaración Jurada solo el 30%. Y eso, lógicamente, podría aumentar el impuesto a pagar”.
Acerca de lo planteado por algunos diputados, en el sentido de que muchos negocios privados solo contratan a mujeres jóvenes, y que los sindicatos de cuentapropistas organizados por el gobierno visitan únicamente a sus afiliados para cobrarles la cuota sindical, nuestro interlocutor expresó: “Me alegra que haya salido a la palestra el accionar de esos sindicatos. Hace rato me están presionando para que me incorpore a ellos, pero pienso seguir resistiendo a esas presiones. Porque, con esos truenos, ¡quién duerme!… Y, mire, en mi negocio yo contrato a los buenos trabajadores. No me importa si son hombres, mujeres, jóvenes o viejos. Pero me preocupa que, a partir de ahora, el gobierno se inmiscuya en la contratación de los trabajadores por parte de los cuentapropistas. Óigame, de esta gente se puede esperar cualquier cosa”.
