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El aguafiestas

Erasmo Calzadilla

Los agro-mercados estatales, crónicamente desabastecidos, estan en crisis.  Foto: Juan Suárez

Los agro-mercados estatales, crónicamente desabastecidos, estan en crisis. Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES — Finales del 2015; el invierno que parece verano y el proyecto bolivariano parece no, se desmorona.

Hacia dentro la cosa no pinta bien. Los agro-mercados estatales, crónicamente desabastecidos, caen en crisis; el precio de los alimentos cosechados en la Isla se dispara otra vez. La gente protesta, pero nadie PROTESTA. En ese contexto tiene lugar la sesión ordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular.

El circo bianual de la Asamblea Nacional es un show impresentable, y los mandarines lo saben. Para que no sea demasiado evidente publican fragmentos cuidadosamente seleccionados: una pregunta aislada por aquí, una respuesta aislada por allá… Así me empaté con la intervención del ministro de Agricultura.

Cuando lo vi parado frente a los micrófonos pensé que iba a referirse a la crisis agroalimentaria, explicar sus causas, proponer soluciones. Pero no, error, lo que hizo el ministro fue desglosar minuciosamente -tanto que resultaba ininteligible- los ambiciosos planes de inversión para el próximo año. De pasada, y como quejándose, mencionó que en 2015 no hubo suficientes recursos para atender las cosechas; entre otras cosas faltó el combustible.

Mi memoria es terrible pero no lo bastante para olvidar las resonantes palabras del ministro de economía Marino Murillo -alias Cuello de Toro- hace justo un año atrás. Refiriéndose a los objetivos económicos del 2015 el ministro aseguró: “Los portadores energéticos para el cumplimiento de los planes económicos y agrícolas ESTÁN GARANTIZADOS”.

Con Venezuela en la cuerda floja fue muy osado o el ministro contó con la desmemoria del pueblo. Tampoco se me olvida aquel periodista con dotes de matemático, que en un órgano oficial afirmó: “Los precios están desacelerando, y seguirán esa tendencia gracias a las medidas tomadas por Murillo.

Pero regresemos a finales de 2015. La gente está como loca por el desabastecimiento de los agromercados estatales y el alto costo de los alimentos, pero la sesión ordinaria de la Asamblea transcurre ajena al tema. Entonces, ya casi al cierre, cuando todo parecía que iba a terminar en armonía, a un diputado de Yaguajay le da por aguar la fiesta: “Los precios suben y suben, ¡hay que hacer algo!”.

Sorprendido por la intempestiva intervención, Raúl se lava las manos: “No soy economista”, y le pasa la papa caliente a su ministro. A regañadientes, Cuello de Toro reconoce el problema y coincide en que hay que hacer algo. Al final logran desviar la atención y la culpa hacia los rufianes que revenden viandas, frutas y verduras. Baja el telón y se oyen aplausos.

Mi opinión

Raúl, Murillo y la pandilla de economistas que los asesoran apostaron las balas al reflorecimiento de la economía capitalista mundial, con la esperanza de que Cuba, finalmente, pudiera montarse al tren. En sintonía con lo anterior diseñaron y comenzaron a implementar un modelo agrícola intensivo, óleo y tecno-dependiente. Un modelo desarrollista que no renuncia siquiera a los transgénicos, pero donde no faltan sabrosas pinceladas de agricultura orgánica.

La pieza clave de este rompecabezas era el mercado de oferta y demanda; se le dio luz verde para que con su sistema de estímulos y castigos terminaría de dar forma al muñeco.

Pero la cosa no cuajó, la demanda nunca fue abastecida ni de lejos, y el mercado libre cayó bajo el cautiverio del cartel de comerciantes.

¿Qué fue lo que falló? Una cadena de acontecimientos: La economía mundial capitalista no refloreció, la divisa se esfumó, no se pudieron adquirir los insumos y maquinarias, y hasta el petróleo escaseó.

Moraleja

Planificar el futuro ignorando el declive civilizatorio es garantía de fracaso.

Written by Havana Times

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