De maestro a vicepresidente ejecutivo de Venezuela, Aristóbulo Istúriz, es sin duda una de las “sorpresas” que dio el presidente Maduro en su cambio ministerial. Debemos decir “sorpresa” porque en los últimos años, las removidas en los gabinetes han sido más parecidas al popular juego infantil de la silla, que la búsqueda de personas realmente capacitadas para asumir las carteras nacionales.
Debe suponerse entonces, que este “cambio” sea una estrategia por parte del gobierno, pero al mismo tiempo salta la interrogante: ¿Por qué Aristóbulo?
Por más de tres décadas, Istúriz se ha desempañado en la política nacional teniendo sus inicios en la tan odiada IV república. Nació en el año 1946 en la población de Curiepe, estado Miranda, en 1965 egresó del Instituto Experimental de Formación Docente como maestro en educación primaria y luego se especializó como profesor de Historia y Ciencias Sociales. No es sino hasta el año 1975 cuando el profesor pasó a formar parte del partido Acción Democrática (AD), organización donde militó por más de nuevo año para luego integrarse a las filas de un movimiento sindical denominado La Causa Radical.
Aristóbulo Istúriz dijo en público que “Chávez se había fumado una lumpia” en el marco de una confrontación política que hubo entre el extinto MVR y el PPT por la candidatura a la alcaldía del municipio Sucre. El candidato de Chávez era José Vicente Rangel Ávalos y el de Aristóbulo, William Ojeda. Al final, el dedo de Chávez se impuso y el candidato fue el primero, quien a su salida dejó la peor gestión municipal de toda la historia de la descentralización en Venezuela.
Durante los gobiernos de Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera, Aristóbulo Istúriz desempeñó cargos como: Concejal del Distrito Federal, diputado al Congreso Nacional (hoy Asamblea Nacional) y Alcalde de Caracas desde 1993 hasta 1996 para luego formar su propio partido llamado Patria Para Todos (PPT), desde el que apoyó la candidatura de Chávez para 1998.
Cuando comienza la era de la denominada V república, el ex adeco se gana la confianza del nuevo presidente y desempeña cargos importantes dentro del gabinete revolucionario. En el año 2003 es nombrado Ministro de educación, cargo que ejerció hasta el 2008 cuando se postuló para las elecciones de la Alcaldía de Caracas siendo derrotado por Antonio Ledezma. Sin embargo en el 2012 ganó la gobernación del estado Anzoátegui.
Pero ¿Por qué Maduro designa a un vestigio de la IV república como el segundo al mando del país? ¿Por qué uno de los tan odiados Adecos, de los que un día el expresidente Chávez juro que freiría sus cabezas y que borraría del mapa político de Venezuela es ahora vicepresidente ejecutivo?
Todo apunta a que Istúriz podría ser una línea de diálogo entre el gobierno y la nueva Asamblea Nacional que preside Henry Ramos Allup, ex compañero de la tolda blanca. Por lo menos así lo dejó entrever, el jefe de la fracción parlamentaria, Julio Borges, en un programa televisivo en Venezuela:
El gobierno venezolano debe dialogar. Al menos así lo han asegurado analistas políticos, quienes han indicado que en Venezuela, el diálogo resulta trascendental para llegar a convenios políticos que permitan un engranaje y enfrentar mancomunadamente, la crisis en Venezuela. Teniendo una Asamblea Nacional mayoritariamente en su contra, Nicolás Maduro, tendría entonces que apelar a sus fichas más cercanas a la oposición para buscar no salir tan perjudicado. Aunque ya su popularidad y liderazgo sólo se vean en vallas publicitarias.
La prioridad del país es que logremos surfear y resolver la gravísima crisis económica q vivimos. Y sólo se logrará trabajando en conjunto.
— Luis Vicente Leon (@luisvicenteleon) January 5, 2016
El ejecutivo necesitará validar políticamente las medidas de ajuste que serán inevitables. No es conflicto sino acuerdo lo que requiere.
— Luis Vicente Leon (@luisvicenteleon) January 5, 2016
Maduro no es Chávez, han repetido adeptos al “proceso revolucionario” y nuevamente Venezuela se encuentra en un año electoral. Sin la Asamblea Nacional, el camino se ve oscuro y turbio para el gobierno madurista, pero perder las gobernaciones, último legado de un moribundo Hugo Chávez, sería el entierro definitivo.
La apuesta al diálogo se ha hecho inminente ¿Podrán lograrlo esta vez?
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