Fidel Castro, en un discurso pronunciado el 20 de febrero de 1960, manifestó que: (…) La Revolución puso fin a la explotación de la vivienda (…) esto es lo que hizo la revolución, sustituir aquel sistema de explotación por un sistema de justicia, donde las familias adquirirán la propiedad de aquella casa, cuando amortizaran el capital(…).
El Estado Cubano por mandato constitucional, en su artículo 9, debe trabajar por lograr que no haya familia sin una vivienda confortable. Si tomamos la idea de Castro de que la Constitución es hija de la Revolución, debemos asumir que en el incumplimiento de esta Ley hay una traición documentada de las expectativas del pueblo.
La situación de la vivienda en Cuba no deja de ser penosa y absurda. Las limitaciones imperantes hasta ayer, unidas a la poca voluntad del Estado, lejos de revertir la situación, la agudizan, y se culpa al embargo económico.