En una entrevista a Tribuna de La Habana, el administrador de un mercado, Ángel Martínez, explicó cómo se habían logrado bajar los precios de los alimentos: “Hemos incorporado al abastecimiento recibido desde San Antonio de los Baños, los decomisos realizados a los camiones que transportan mercancías ilegales a la capital; estas últimas se venden a precios topados como parte del plan estatal para oponerse al robo de sus recursos”.
Tremenda solución, le llaman “el milagro”, ¿pero que pasará cuando se acaben los camiones decomisados por la policía? Topar precios es una vieja respuesta del Estado cubano que solo promueve la escasez de productos. Liberalizar sin control es una vieja respuesta de los neoliberales de todo el mundo. Para unos y otros cabe la sentencia del economista cubano Juan Triana, quien hace poco decía que existe quien tropiezan varias veces con la misma piedra e incluso hay algunos que tal parece que le han tomado cariño a la piedra.
Tienen que existir soluciones a medio camino entre la imposición estatal de precios y la especulación con los alimentos por parte de los intermediarios. Se necesitan respuestas creativas que vayan más allá del neoliberalismo salvaje y del estalinismo improductivo. Si los economistas cubanos no son capaces de encontrar un modelo para desarrollar un mercado sujeto a normas y control muy mal vamos.
