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Ciegos de Cuba

La selección que participó en la Serie del Caribe 2014, en Puerto Rico, celebra una victoria.
La selección que participó en la Serie del Caribe 2014, en Puerto Rico, celebra una victoria.
La selección que participó en la Serie del Caribe 2014, en Puerto Rico, celebra una victoria.

Diario de Cuba.-Aunque ya el béisbol no entusiasma a los jóvenes cubanos, los jubilados y seguidores fieles del deporte más parsimonioso y extenso del mundo, siguen atrincherados en el concepto de que además de un juego rico en estrategias, la pelota es una válvula de escape a las penurias, neveras vacías y descontento social.

Sirve para desconectar, sobre todo durante el viaje de ida y vuelta en un atestado ómnibus o rutero P. Cuatro o cinco horas diarias dedican sus seguidores a discutir de estadísticas, comentar lo que dice “radio bemba” sobre los últimas fichajes en la MLB, el pelotero que saltó la valla, armar un tiro al blanco con los federativos corruptos o la confección del equipo nacional (camuflado de avileños) que tomará parte en la próxima Serie del Caribe.

Uno de esos bolsones en extinción donde todavía se habla exclusivamente de béisbol y se ve al fútbol como un deporte rudimentario y banal, se reúne todos los viernes en el parque John Lennon, del Vedado, en La Habana.

Su presidente, Sergio Giralt, es un mulato fibroso que puede estar horas hablando de pelota. La peña se llama MLB.com y cada día después de las 5pm, un grupo de fanáticos comparten estadísticas de Grandes Ligas y hacen una disección de los males que aquejan al deporte de las bolas y los strikes en la Isla.

Justo frente a la peña, tiene su casa Víctor Mesa, manager de la selección nacional. “Un par de veces se llegó aquí a comentar con nosotros de pelota”, recuerda Giralt, quien una vez a la semana descarga de internet noticias y datos beisboleros.

De la Serie del Caribe no quieren ni opinar. “Más de lo mismo. Championismo en estado puro. La prensa te cae a mentiras diciendo que los demás equipos se refuerzan, cuando sucede todo lo contrario. Son parches a los que deben acudir para reemplazar a sus jugadores estrellas”, dice un asiduo al parque John Lennon.

Michel Contreras, el cronista deportivo más honesto y con mayor sintonía entre los fanáticos, escribió en Cubadebate un artículo reprochando esa inveterada manía de los caciques del béisbol, de llevar al equipo nacional a competir en cualquier evento.

Da igual que sea un tope contra universitarios estadounidenses, un torneo portuario en Rotterdam o una pachanga intrascendente en Filipinas. A la hora montarse en el avión, siempre se echa a mano a los mismos nombres.

Nunca puede faltar el ilustre apellido Gourriel. Yulieski, libra por libra el mejor pelotero cubano, por misterios de la vida y majaderías, ha secuestrado a la Federación Nacional.

En una de sus perretas, el verano pasado, pidió la baja de la selección después de que Roger Machado no convocara a su hermano menor, Lourdes Yunielkis.

Si detrás de Yulieski Gourriel no hubiera tantos rumores —que si es esposo de una nieta de Raúl Castro; que si es amigo de Raúl Guillermo, la estaca solitaria que hace las veces de escolta de su abuelo—, ya hubiese sido sancionado por la Comisión local.

“No hay antecedentes en la historia de la pelota después de 1959 de un pelotero que no quiera integrar el equipo Cuba. Estoy seguro que si fuera otro ya estuviera cortando caña o expulsado de por vida”, indica Joan, asiduo a la céntrica peña del Parque Central, en el corazón de la capital.

Nadie pone en duda la estelaridad de Yulieski. En la insulsa Serie Nacional promedia casi para 500. Y cuando se para en el home, los pitchers contrarios lucen unos peleles en manos de un gigante.

Hasta jugando al suave es difícil batear esos guarismos. Pero Yulieski es el dueño del bate y las pelotas en la actual temporada. A sus 31 años, suspira por ser el primer jugador en firmar, sentado desde su residencia del municipio Playa, en la MLB.

Créanme que ahora mismo es el único jugador de calidad contrastada que puede dar el salto sin pasar por el sistema de granjas. Ya en la Liga japonesa, en la única temporada que jugó, demostró su valía.

Gourriel es un pelotero de todos los días. De temporadas largas. Donde le sube la bilirrubina, se le agita el corazón y le tiembla el bate, es en los juegos de morir o matar.

Yulieski es el Alex Rodríguez criollo, salvando las distancias, sin pincharse anabólicos y con amigos o parientes que manejan al país como una finca privada.

El morbo entre los aficionados habaneros es la actitud de Roger Machado, manager de los Tigres de Ciego de Ávila. “Si me la dejó en la mano en los Panamericanos de Toronto, si yo fuera Machado, le doy banco terapia esta vez. Yeniet Perez fue uno de sus baluartes para ganar el campeonato. Y en esta segunda vuelta tiene seis jonrones. Es para que Roger no hubiese convocado al Yuli, pero Machado no se manda solo”, esgrime Fernando, en una improvisada esquina caliente en el parque del Mónaco, mientras intenta conectarse a internet vía WiFi.

Dejando a un lado el culebrón de Yulieski, la selección nacional que participará en Santo Domingo es la mejor versión posible. Faltan los lanzadores Freddy Asiel Álvarez y Yosvani Torres, por lesión.

La meta no es otra que repetir el título de la edición de San Juan. Aunque siempre es un arma de doble filo. Si ganan, no habrá olas de elogios, por ser favoritos. Si pierden, harán el ridículo.

Incluso con el 90 por ciento de la selección, la victoria no es segura. El nivel de la Serie Nacional es el más rezagado en el Caribe. Los mandarines de la Isla no violan ningún reglamento a la hora de presentar a la crema y nata de sus peloteros. Están en su derecho.

El problema es de ética. Para muchos jugadores de Ciego de Ávila, la Serie del Caribe es la única posibilidad de viajar al extranjero, y topar con un béisbol de calidad. Ser campeón les permitiría encubrir la baja calidad de nuestra pelota.

Ya me dirán ustedes que a los torneos se va a ganar. Pero también a divertirse. Al final, el béisbol es un juego.

Diario de Cuba

Written by @diariodecuba

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