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Otra afrenta de la TV cubana a las Damas de Blanco

Iroel Sánchez, creador junto a Fidel Díaz Castro de La Pupila Asombrada (centropablonoticias.cu)
Iroel Sánchez, creador junto a Fidel Díaz Castro de La Pupila Asombrada (centropablonoticias.cu)

LA HABANA, Cuba (Cubanet).- Por el Canal Educativo 2, las noches de sábados, cuando termina el encadenamiento –muy bien utilizada la palabra- al Noticiero Nacional de Televisión, durante casi 60 minutos que le quitan a la programación de Telesur, pasan uno de los programas de menos rating de la televisión cubana: La Pupila Asombrada.

El poco público que tiene La Pupila Asombrada se debe no solo al hecho de que coincide en horario con la telenovela cubana de CubaVisión y las películas y seriales norteamericanos de los demás canales, sino también a la naturaleza misma del programa, que pudiéramos definir como cultural-adoctrinativo.

La Pupila Asombrada, que es conducido por Katiuska Blanco, una de las periodistas insignia del oficialismo, es otro modo de inculcar el catecismo castrista. Un intento de hacer creer a algún que otro esnobista o zoquete con pretensiones intelectuales que el socialismo castrista -o lo que va quedando de él- puede ser menos chato y hasta tener swing.

Para ello se valen de materiales fílmicos comentados, poemas de Benedetti, Neruda y Roque Dalton, fragmentos de libros de Eduardo Galeano, un repertorio de canciones que abarca desde Silvio Rodríguez hasta Alí Primera y Atahualpa Yupanqui y frecuentes citas de Fidel Castro, Che Guevara y Hugo Chávez. Un derroche de romaticismo- revolucionario-marxista-guevarista, bien kitsch y demodé.

El programa viene a ser algo así como la versión televisiva de los blogs oficialistas La Pupila Insomne, de Iroel Sánchez, y El Diablo Ilustrado, de Fidel Díaz Castro.

Sánchez y Díaz Castro son habituales del programa. El primero, que es uno de los principales comisarios encargados de la contraofensiva oficialista en la blogosfera, apenas se esfuerza por disimular su talante de esbirro. El segundo, escritor, director del periódico cultural El Caimán Barbudo y cantautor, a veces, como cuando reprochó al chavismo no acabar de saltarse las reglas de lo que llama “la democracia burguesa”, se muestra más castrista que Fidel y Raúl juntos.

La Pupila Asombrada del pasado 30 de enero no tuvo desperdicio.

Fidel Díaz Castro, que con su gorra y su melena, presume de ser un tipo bohemio y con mucha onda, comentó Tango Feroz, una película argentina de 1993 del director Marcelo Piñeiro, basada en la vida del rockero Tanguito (José Alberto Iglesias). Y había que oír como Díaz Castro condenaba el trato dado a Tanguito, quien murió en 1972, con el cerebro achicharrado de tanto electroshock como le dieron para curarle su adicción a las drogas, y también para domar su rebeldía antisistema. Qué lástima que Díaz Castro no aprovechara la oportunidad para condenar también el trato similar que le daban las autoridades cubanas por la misma época y aún mucho después, hasta no hace tanto tiempo, no solo a los adictos a las drogas, que por entonces no eran tantos como son ahora, sino también a muchos jóvenes solo por ser rockeros y melenudos, desviados ideológicos como los llamaban. O a los gays, que antes de Mariela Castro y el CENESEX, eran considerados enfermos, aberrados y antisociales. ¡Desmemoriado que parece ser Fidel Díaz Castro!

Pero lo mejor del programa fue cuando Iroel Sánchez, al comentar sobre “la nueva estrategia imperialista”, los llamados “golpes blandos” y las revoluciones de colores contra gobiernos de la izquierda radical o que son afines a ella, explicó que una de las tácticas utilizadas es ubicar mujeres vestidas de blanco al frente de las manifestaciones, con el propósito de aprovechar el efecto dramático de la sangre sobre la ropa blanca cuando sean reprimidas por las autoridades. Las similitudes con el caso cubano son obvias, comentó sardónico Iroel Sánchez, que parecía no estar autorizado a mencionar directamente a las Damas de Blanco, ni siquiera para tildarlas por enésima vez de “mercenarias”. Y Katiuska Blanco asentía que daba gusto. Como si fuese lo más normal golpear a mujeres, hasta sacarles sangre, sólo por protestar de forma pacífica.

Fue entonces que apagué el televisor y me hice el propósito de no ver más ese vomitivo programa. Allá los que estén dispuestos a que le dilaten la pupila y le echen a perder la noche del sábado.

luicino2012@gmail.com

Written by CubaNet

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