(EFE).- Los Gobiernos de Estados Unidos y México están ampliando sus esfuerzos para convencer a los padres mexicanos que tienen hijos en territorio estadounidense y luego vuelven a su país de origen de que documenten a sus niños como ciudadanos de ambas naciones, para evitar trabas en el acceso a la salud y la educación.
“Estamos tratando de explicar a los padres por qué es tan importante que los niños nacidos en Estados Unidos queden registrados también como ciudadanos mexicanos”, dijo hoy la secretaria adjunta de Estado de EE.UU. para asuntos consulares, Michele Thoren Bond, en un encuentro con un pequeño grupo de medios.
Cuando dos mexicanos tienen un hijo en EE.UU., ese niño “es un ciudadano estadounidense nada más nacer, y los padres normalmente reciben un certificado de nacimiento estadounidense”, explicó Bond.
“A menudo ocurre que cuando la familia vuelve a México, la única documentación que tiene el niño es ese certificado de nacimiento, lo que le presenta dificultades porque no hay pruebas de que sea mexicano”, continuó.
“Lo que debería ocurrir es que, además de conseguir el certificado de nacimiento estadounidense, la familia también debería ir a un consulado mexicano y registrar a su niño como ciudadano mexicano”, agregó Bond.
En México hay alrededor de 600.000 niños nacidos en Estados Unidos, según estimaciones de 2010 del Gobierno mexicano, y “muchos de ellos” no tienen la documentación apropiada sobre su doble nacionalidad, de acuerdo con la funcionaria estadounidense.
La campaña “Get Documented” (“Documéntate”) lanzada en 2015 por ambos Gobiernos busca difundir el mensaje de que es necesario acreditar esa doble nacionalidad preferiblemente en el momento del nacimiento del bebé, pero también puede hacerse cuando sea niño u adolescente.
La falta de documentos que acrediten la nacionalidad mexicana puede entorpecer el acceso a la educación, dado que hasta hace muy poco los padres necesitaban una apostilla, un certificado especial, para poder inscribir a sus hijos en una escuela mexicana.
Desde el inicio de este curso escolar, las autoridades mexicanas ya no exigen esa apostilla, pero es posible que “no todos los directores de escuela” del país estén al tanto de la nueva norma, explicó Euclides del Moral, un funcionario mexicano que trabaja en el Departamento de Estado dentro de un programa de intercambio.
No obstante, ese cambio no evita que los estudiantes puedan encontrar obstáculos una vez que traten de inscribirse en una escuela superior o en la universidad, según indicó Del Moral en el mismo encuentro con los periodistas.
Otra traba puede ser el acceso a servicios médicos, dado que el sistema sanitario mexicano asigna un “número único” a cada ciudadano para acceder a la red de salud, y la falta de acreditación de nacionalidad puede dificultar el proceso, añadió Del Moral.
Los dos funcionarios subrayaron que el hecho de tratar de documentar a sus hijos como binacionales no supone ningún riesgo para los padres, sea cual sea su situación migratoria.
Bond conversó sobre ese y otros temas durante una visita a México en enero para participar en el Diálogo Consular Bilateral que se celebra anualmente, y adelantó que planean poner en marcha pronto un programa piloto que permitirá a las autoridades mexicanas acceder a la base de datos estadounidense de certificados de nacimiento.
Ese programa permitirá a los funcionarios del Registro Nacional de Población (Renapo) en México acceder a los datos de EE.UU., y es “el único país” al que Washington ha permitido la entrada en ese historial, según Bond.