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Un sueco en Burundi, un uruguayo en Cuba

Periodista uruguayo, Fernando Ravsberg/Foto: 14yMedio
Periodista uruguayo, Fernando Ravsberg. Foto: archivo

Por: REGINA COYULA, (14yMedio).- El periodista Fernando Ravsberg lleva años residiendo en Cuba. Pero, tras leer su artículo Los sobrinos cubanos de Sam y siendo bien pensada, creo que a Ravsberg le sucede en la Isla lo que a su sueco en Burundi.

Periodista cubano, Fernando Ravsberg/Foto: 14yMedio
Periodista cubano, Fernando Ravsberg/Foto: 14yMedio

Encuentro en su artículo errores fruto de un pecado de origen, ya que el periodista, a pesar de seguir de cerca el acontecer nacional, habla de la oposición como un todo; en ningún momento se permite frases como: “el grupo tal”, “los opositores del proyecto cual”. Eso es grave porque el blog de Ravsberg no está censurado en Cuba, llega por suscripción a muchos por correo electrónico, y de la lectura del citado artículo se desprende la falsa conclusión de que toda la disidencia actúa bajo la cobija del gobierno estadounidense, aunque contradictoriamente, según sus palabras, esa misma disidencia intente boicotear la normalización de las relaciones que su amo promueve.

Todo el artículo transmite el deseo de ver una parte como el todo. No me preocuparía la antipatía del autor hacia la disidencia de no ser que, como comunicador, con sus opiniones contribuye a confundir a una población mal informada.

El periodista afirma que “para sentarse en una mesa de negociación con el gobierno hay que ser una fuerza política real”. No reconoce voz disidente con derechos sobre la base de la falta de legitimidad por actuar supuestamente como amanuenses de Washington. Pero Ravsberg no es cándido y está en la obligación de saber que ni siquiera respetando los procedimientos legales establecidos, ningún disenso ha podido hacerse escuchar. Cuando Oswaldo Payá trató de sacar adelante el Proyecto Varela –respetuoso, autónomo, apegado a la ley, visible gracias a que Jimmy Carter lo mencionara en el Aula Magna de la Universidad de La Habana en vivo ante la prensa–, la respuesta del Gobierno fue desconocer la iniciativa entregada al Parlamento y con una recogida de firmas abierta a la que se dio carácter de referendo, se modificó la Constitución para hacer del socialismo un sistema eterno. Pero eterna era también la amistad con la Unión Soviética, y como esa, hay otras eternidades que tienen fin.

Pero Ravsberg no es cándido y está en la obligación de saber que ni siquiera respetando los procedimientos legales establecidos, ningún disenso ha podido hacerse escuchar

La mayoría de los disidentes no tenía edad para soñar “con una invasión de los marines”, ni con alma de suicidas apoyar “un bloqueo que rindiera por hambre a sus compatriotas”. No conozco a uno solo que simpatice con el terrorismo, pero me resulta inconcebible que un periodista que pretende saber sobre temas cubanos ignore que hasta la prensa “enemiga” ha sido citada en la Mesa Redonda para referirse al escándalo del desvío del dinero para “sufragar la democracia en Cuba”, esos 20 millones que menciona de pasada el autor y que harían creer al lector no avisado que es dinero contante y sonante entrando a Cuba año tras año.

“Perder el contacto con la realidad puede ser catastrófico en política”. No señor, ES catastrófico. Para hacer periodismo también, pero eso suele pasar en países como el nuestro cuando no se utiliza el transporte público, se tiene a alguien que hace la compra por uno y se vive en una burbuja de funcionarios, artistas, empresarios y otros personajes que siempre conocen a alguien que… Por otra parte, otorgarle al Gobierno cubano la solidez y el apoyo interno de hace 40 años, o de hace 25, es ignorar que una cosecha de fracasos, mala administración y corrupción que nada tienen que ver con el “bloqueo” o la amenaza imperialista ha dejado un pueblo exhausto y descreído con una migración joven nunca antes registrada. No toda la disidencia se manifiesta marchando por la calle o abriendo un blog; la lotería de visas, el cruce del Estrecho de la Florida y la crisis migratoria en Centroamérica son otra forma de disenso, la más popular, por cierto.

La lectura de Los sobrinos cubanos de Sam me deja la curiosidad de saber de qué manera cree el autor que puede hacerse oposición ante un Gobierno autoritario donde hasta asociaciones de la sociedad civil para la protección animal o el medio ambiente son sospechosas si no están aupadas desde el Estado y promover candidatos opositores en las Asambleas del Poder Popular de barrio despliega un enorme operativo de la Seguridad del Estado.

Barack Obama decidirá reunirse con todos, con una parte o con ningún opositor, pero estoy segura de que vendrá con una idea más clara de la disidencia cubana de la que se ha formado Fernando Ravsberg.

Written by 14ymedio

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