LA HABANA, Cuba.- A la acción de los inspectores ahora también se suman los cuerpos represivos del Ministerio del Interior MININT, quienes, en áreas de la capital cubana donde se concentra el turismo, asedian a vendedores ambulantes, empleados no estatales aprobados por el gobierno desde el 2010.
Estos, con licencia para ejercer, exponen que en el llamado casco histórico de La Habana Vieja la policía decomisa las mercancías y arresta a los comerciantes, amén de que estos tengan o no acreditación para la actividad.
Entre las zonas de mayor riesgo señalan espacios públicos de atracción turística como los bulevares de Obispo y San Rafael; la Plaza de Armas, el Capitolio y el Parque Central con sus áreas aledañas.
Según Daniel Alberto Rodríguez, portador de una licencia para el comercio de útiles del hogar, a pesar de la vigilancia los vendedores ambulantes se acercan a estos puntos porque constituyen una referencia de poder adquisitivo.
“Yo vengo del (municipio) Cotorro a vender aromatizantes en el Parque Central, porque donde vivo un pomo (botella plástica con 1500ml) cuesta 20 pesos y aquí lo puedo soltar hasta en 2 CUC”, comenta Rodríguez.
La Habana Vieja ofrece un mejor mercado, sin embargo, amplía que “hay que ser ninja para que la policía no te agarre. Dicen que no podemos vender porque los turistas se llevan una mala impresión. Acabas de ver cómo se llevaron a uno que trataban de vender estampas artesanales del Ché, y del lado de allá (señala a la calle) las tiendas Artex las venden igualitas”.
La actividad cuentapropista en el municipio se encuentra sujeta a disposiciones adoptadas por la Oficina del Historiador de la Ciudad y el Consejo de Administración Municipal (CAM) del Poder Popular, para regular el entorno en cuanto a ornamento, sanidad y planificación física entre otras cuestiones, según aportó un trabajador de la Oficina del Historiador.
Al igual que Rodríguez, Yarienci Rebollo, vendedor de escobas artesanales, proveniente del municipio Guanabacoa, desconoce que funcionen estas regulaciones.
“Deberían publicarlo en algún lugar porque no somos adivinos”, expone Rebollo.
Desde su criterio, “lo que realmente pasa es que esto es una mafia. Todo el mundo sabe que este parque, por ejemplo, es un foco de prostitución homosexual, pero nadie se pone para eso. ¿Por qué? Porque tienen comprados a los policías. El negocio de nosotros no alcanza para tanto”.
