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Borrachos, pero sin catarro

Mostrando su pomo (foto: Frank Correa)
Mostrando su pomo (foto: Frank Correa)

LA HABANA, Cuba (Cubanet).- El profesor colombiano Efrén Delgado, Director de la Universidad de los Trabajadores Latinoamericanos (UTAL), define a los cubanos como “las personas más recursivas del planeta, al adaptarse perfectamente a cualquier circunstancia y encontrar las soluciones más increíbles a los problemas”.

Así quedó evidenciado cuando orientó un trabajo en equipo a un grupo de cubanos en un curso de la UTAL. Un rompecabezas que eran cinco rompecabezas intrínsecos, y los cubanos resolvieron de una forma que dejó pasmado al maestro.

Resultó posible solucionarlo porque la subsistencia en Cuba es un diario rompecabezas, donde el individuo va agenciándose las partes integrantes por el camino, armándolas sobre la marcha, y al terminar el día tener confeccionado, sino completo, una parte “fundamental” del acertijo: “el sustento”, para al día siguiente comenzar otra vez la faena de armar un rompecabezas nuevo.

Mi vecino Lupe da una muestra elocuente de una de estas “salidas fantástica a las necesidades perentorias”. Cuenta que Mayito, vendedor de café por cuenta propia, le pidió que le vendiera un abrigo de pana que Lupe describía como enviado por su ahijada de Miami, (una pieza de uso, adquirida en la tienda de reciclaje “El Náutico”).

Como Mayito no tenía dinero para comprar el abrigo y le hacía mucha falta, Lupe, que es un bebedor empedernido de café, le propuso valorar la pieza en “un precio módico para un abrigo de Miami: 8 CUC o 192 pesos cubanos”, que pagaría Mayito a Lupe con una taza de café todas las mañanas.

“Ahora tengo 192 días de café asegurado. ¡Tremendo negocio!”, dice Lupe satisfecho por el trato concertado. Jura no poder vivir sin “el aromático grano”.

“El café para mí es la coca para los indios de Los Andes. Con un trancazo al despuntar el día puedo tirar hasta la tarde, y ya para esa hora debo tener inventada la comida. Ahora puedo incluso invitar a algún amigo a un café mañanero, algo que me da reputación, aunque eso va en detrimento de mi negocio, acorta el ciclo de 192 días”.

Otra recurrencia que hace la teoría de Efrén Delgado puntual, es la del grupo de borrachos de Jaimanitas, que han sobrevivido este invierno del 2016 con caldo de gallina y gallo. Lo hacen “para combatir el crudo frío de estos días y asimilar el alcohol y que no nos tumbe, como le pasó el invierno pasado a nuestro colega “Harina”, que amaneció muerto en Quinta y 232 por beber y no alimentarse”, dice Michiflín, uno de los borrachos insignes.

Intrigado por la solvencia repentina adquirida por el grupo, reunido todas las tardes en torno a una cazuela al fuego a la orilla del mar, me acerqué a preguntarles donde estaban comprando las aves, y a qué precio. Uno me contestó: “En ninguna parte y no nos cuestan nada, esperamos a los creyentes que las arrojen al mar, o al río, como ofrendas a Yemayá o a Oshún, y  las rescatamos del agua para la jama”.

“Escogimos este sitio de la costa para montar el tacho, porque el correntín de la ensenada las trae directamente aquí. A veces en una día sacamos hasta cuatro animales, aunque también calabazas, melones y plátanos, un festín”.

La saludable economía conque gozan en esta última semana me hizo hurgar más y descubrí una nueva bebida que los borrachos localizaron en la farmacia y han bautizado popularmente con el nombre de “extractín”, una Tintura de Romerillo preparada por la Empresa Farmacéutica para combatir los catarros, consistente en alcohol casi puro mezclado con el zumo de esta planta medicinal. Sólo vale tres pesos, mucho más barato que el alcohol de 90 grados rebajado con agua y que los otros “inventos” de los vendedores clandestinos: “Chispa’e Tren”, “La patada de Kin Kong”, “El pisotón de Mamut” y otros.

“Todo  eso quedó atrás con el extractin”, dice Michiflín, quien después de beberse su caldo humeante de gallina, saca su pomo del bolsillo, se da un trago y me lo muestra.

Por la pureza de este compuesto, las autoridades farmacéuticas recomiendan en su preparación solo veinte gotas por vaso de agua; infinitamente menos que la proporción utilizada por los borrachos de Jaimanitas.

“Aparte de la tremenda nota que da, nos tiene hecho unos troncos. ¡Míranos! Ninguno tiene catarro, ni dolor de nada. Mientras haya gallinas y extractín, leña y cazuela, ¡que venga invierno! Aquí estamos”.

Written by CubaNet

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