LA HABANA, Cuba.- Graham Murdock, uno de los más importantes impulsores de la investigación en comunicación de los años sesenta del siglo pasado, vino recientemente a Cuba para decirnos que la tecnología, por sí misma, es una herramienta de liberación del hombre.
Si no lo sabrá el pueblo cubano, que hasta hace muy poco carecía de teléfonos celulares, de Internet y de muchas cosas más relacionadas con las comunicaciones y que aparece en la lista de los países peor informados del mundo. El señor Murdock ignora que en 1910, mucho antes que Europa y Estados Unidos, Cuba se situó entre las primeras naciones del mundo en poseer el teléfono automático y una diversidad extraordinaria de medios de prensa que gozaban de plena libertad.
Al parecer, el señor Murdock no coincide con el Premio Nobel de Economía, Friedrick Hayek, autor del libro “Camino de servidumbre”, donde afirma que “la planificación centralizada por el Estado va en contra de las libertades y del progreso y nos empobrece espiritual y materialmente. Nos somete a la más vil servidumbre”.
Eso al señor Murdock ni le interesa. Según él, como asistente al VIII Encuentro Internacional de Investigadores y Estudiosos de la Información y la Comunicación, celebrado en La Habana en diciembre pasado, no es sostenible un mundo digital con las crecientes desigualdades de las sociedades capitalistas –como si esas desigualdades no correspondieran, en mayor medida, a una sociedad donde impera una dictadura totalitaria, como la cubana.
Pero al señor Murdock no se le escapa decir que ya por Internet se ve todo y se sabe todo y que esto, como una nueva arma política, “puede convertirse en un instrumento no sólo de protesta, sino además de subversión, de cambio”.
Los periodistas cubanos que lo entrevistaron, algo desconocidos en el mundo de la prensa oficialista, cuando se dieron cuenta de que ante la vieja idea de que surja una revolución al estilo castrista, el señor Murdock no cree que “vaya a suceder de nuevo”, rápidamente respondieron: “¿Tal vez un barco digital?”
No, doctor Murdock, ni siquiera tenemos que pensar bien cómo sería eso.
Y los periodistas se fueron por la tangente: “Es mejor cuando todo el mundo accede a él (al conocimiento) y puede utilizarlo, en lugar de una sola empresa diciendo”, dijeron.
La ingenuidad de estos periodistas es sorprendente. ¿Acaso el pueblo cubano participa de la prensa nacional, controlada por un puñado de políticos en el poder? ¿Acaso en Cuba ese puñado de políticos no pertenecen a “una sola empresa –léase ideología– diciendo?”
El eminente investigador británico, al parecer a última hora de su entrevista, no sabe qué decir. Afirma que el conocimiento es cosa de mercado. Y bajo una dictadura monopolista, ¿es cosa de quién?
En la Cuba castrista, el conocimiento no es una cosa de mercado, claro que no. En primer lugar porque no hay mercado. Es cosa de política, porque es lo único que realmente hay. Una política obstinada, de capricho, de locura, de gran testarudez.
Y ahora viene la barrabasada del eminente británico. Al referirse a las leyes fiscales de los ricos, expresa: “Es una batalla, es una batalla política. ¿Por qué regalarían su dinero? No, nosotros tenemos que quitárselo”.