Muchos extranjeros van a Cuba y se llevan malas opiniones de las cubanas. La mayoría se olvida que el 90% de las mujeres que conocieron, las encontraron en el 10% de Cuba, en áreas dedicadas al turismo. Muchos se van de Cuba sin saber, que el otro 90% de la isla vive una población hospitalaria, honesta y muy buena. Una población con valores humanos que ya quisieran muchos extranjeros tener, como decimos en Cuba, “por un día de fiesta”.
Estando en un barcito de Madrid, un español me comentó que él iba mucho a Cuba y que sabía “la calaña” que eran las cubanas. Calaña es una palabra amplia, por eso antes de responderle lo que yo creía de los españoles que van a Cuba en busca de mujeres, le pregunté: “¿Qué tipo de calañas?”
- Son putas, – me respondió-, son unas estafadoras que abusan del corazón de los demás.
- Las cubanas somos putas. Pero no del tipo que alguien puede comprar –le respondí. Somos putas con quienes queremos serlo, cuando queremos, tantas veces como queremos. Y el día que no lo queremos más, la putería se acabará.
- !Calañas! – dijo el español tragando en seco a pesar del gran buche de cerveza que tomó.
- Pero no han de ser tales calañas cuando usted ha ido tantas veces a Cuba. – le respondí.
El español no quiso explicar qué hacía él viajando más de 5000 Km para buscar mujeres cubanas. ¿Acaso no hay mujeres en España?
- No está bien estafar a un hombre que te da todo por amor. – me dijo.
- ¿Amor, le llamas amor al de un hombre que fue a un país a pagar por sexo y trajo a su puta con él ? – le pregunté.
- Claro que es amor. Pero son putas tontas, aquí podrían tenerlo todo, hasta amor. – me respondió.
- Es que una cubana puede que se venda, pero no hay dinero en este mundo que la compre.
- Son malas. – me dijo terminando su cerveza.
- Pero está por ver quién es peor, la calaña que va a Cuba a buscar sexo joven y barato o la que usa su sexualidad para irse a España.
Para no tener que seguir viendo la cara conejillo despechado de aquel español, pagué mi cuenta, y salí de aquel barcito. El regreso a mi hotel fue, digamos, deslumbrante. Justo afuera de los otros bares, mujeres vendían su cuerpo. Lo hacían sin tanto coqueteo y con miradas más serias que la del que quiere vender una póliza de seguro. Nunca como las cubanas, que hasta para vender su cuerpo, lo hacen con delicia
Metiéndome en la cama, me llegó el comentario de un español que reflexionaba sobre un artículo titulado: ¿Qué le destruye el matrimonio a los cubanos? El comentario decía:
“Me ha costado mucho en entender la cultura cubana pero así como hay buenos y malos personas en otros países en cuba tiene por idiosincrasia usar al extranjero como trampolín y mienten sentimientos, inventan una ensarta de cosas para poder usar a la gente noble de otros países, los cubanos son astutos por que se conmiseran con tal de lograr lo que pretender para llegar a su sueño Miami, dejando y destruyendo familias, y entiendo porque después de vivir en tal miseria y prisión cualquiera haría lo mismo. Además son de las personas más malagradecidas del mundo.”
O sea que además de ir tan lejos en busca de diversión y sexo, se tuvieron que llevar a la cubana a sus países para que la Rumba cubana continuara. A eso le llaman ellos “gente noble”, porque el mundo tiene la mala costumbre de juzgar a la que vende su sexo y no al “inocente” que se lo compra. Y al parecer, no solo hay que agradecerle el gesto de comprar un pasaje a España para seguir la Rumba cubana en el seno de su propia casa, sino que hay que serles fiel y quedarse por siempre al lado de ellos. A ese casamiento, le llaman “una familia” que lleva un tono tan sagrado, y a la diabla que se divorcia la llaman “destructora de familia”.
Son esos hombres los que dan tal mala reputación a todas las cubanas, los que lloran cuando un día llegan a casa y su puta personal recogió todo y se largó, los que pierden la cabeza cuando Facebook les confirma que la chica está en Miami. Son esos los que se sientan en los bares de ciudades como Madrid a hacerse pasar por víctimas y los que llegan a blogs como el mío a decir que los cubanos “son las personas más malagradecidas del mundo”.
Me pregunté si este lector era el mismo español con el que yo conversaba allá en Madrid, o si es que de veras hay tanta gente por ahí que llega a Cuba a comprar sexo a las cubanas y se regresan a sus países maldiciéndoles la astucia. Si hay tantos, ya es hora que aprendan la lección y se queden en sus países a buscar mujeres, y a pagar por sexo.
Por Jocy Medina, para el blog “Un Pedacito de Cuba”