La huida de los hermanos Gourriel en República Dominicana enciende el debate en la conocida peña deportiva del Parque Central habanero. En un video realizado por la prensa independiente, dentro la informal reunión de fanáticos que han hecho de este círculo abierto un sitio de referencia, se aprecia el cambio de los tiempos. La gente no se esconde para expresar lo que piensa sobre esta nueva fuga de conocidos peloteros. Los menos critican la decisión, los más manifiestan comprensión y aplauden el acto. Pero no pocos se preguntan el porqué de la escapada tardía, cuando no han faltado oportunidades y todo parece indicar el regreso de Cuba a las ligas de Estados Unidos.
La reconocida cercanía de Lourdes Gourriel –padre de los deportistas desertores– con el sistema político vigente en Cuba pudiera dar alguna pista. El golpe de la acción desleal de sus hijos en otra época llevaba al ostracismo, no solo a los que tomaban las de Villadiego sino a sus familiares más cercanos, sobre todo si estos tenían militancia partidista y gozaban de distinción dentro del sistema. Sin recibir una condena directa, sobre ellos pesaba la sombra de la duda ante lo que aparentaba ser falta de rigor ideológico en la educación del círculo familiar. Pero esto no parece preocupar al ex jugador villaclareño.
En La Habana los medios dieron rápida cuenta de lo sucedido, en virtud de la calidad y el apellido de quienes dejaron la selección nacional con el propósito de enrolarse en los equipos mayores de Estados Unidos. Pero la descarga de las acusaciones recae de manera especial sobre aquellos “personajes” vinculados al “robo de atletas”, que habían hecho un fuerte asedio a varios de los componentes del equipo cubano, incluso en el propio hotel donde se hospedaban, según expone la nota de prensa.
La primera deserción deportiva beisbolera del 2016 se produce en el marco de acercamiento político entre Estados Unidos y Cuba, en el que se han dado imágenes de relajamiento, impensables en anteriores casos de salidas irregulares de atletas cubanos. Incluso algunos de ellos ya han podido retornar a la Isla de visita o formando parte de un equipo norteamericano para efectuar juegos de exhibición.
Este mismo deshielo político entre los ahora reconciliados gobiernos pone sobre la mesa algunas cuestiones. Una de ellas es la posibilidad de que en un futuro cercano peloteros cubanos sean contratados por las Ligas Mayores y que estas puedan acceder directamente al mercado de jugadores en el patio. Pese a que ello depende del levantamiento del embargo, las puertas comienzan a girar sobre sus herrumbrosas bisagras.
Precisamente la clave a este evento, aparentemente intrascendente, podría estar en las recientes declaraciones del comisionado cubano de beisbol Heriberto Suárez, quien aseveró que vendrán cosas nuevas y que la idea es que en un futuro los peloteros de la Isla puedan participar en las ligas del país vecino con los mismos derechos que tienen peloteros del todo el mundo. Ante la pregunta de si las Ligas podrían negociar directamente para hacer esos contratos, Suárez dejó entrever la posibilidad en positivo, pero acotando que todos los trámites y contratos serán hechos a través de la Federación Cubana de Beisbol.
A manera de interpretar los tiempos y especulando un poco en los sucesos cotidianos, todo parece indicar que la escapada de los hermanos Gourriel tiene un poco en común con la estampida de miles de compatriotas que desesperadamente tratan de entrar a territorio norteamericano antes que terminen aquellos beneficios que hasta hoy les han garantizado un estatus diferente al de otros emigrantes.
En el caso de los peloteros es muy creíble que las negociaciones para su contratación estén a la vuelta de la esquina. Una vez conformados dichos acuerdos, estos restringirán de alguna manera las contrataciones fuera de lo establecido por la parte cubana. O sea, la “no gubernamental” federación deportiva se encargará de negociar el enrole de sus peloteros en los equipos de la liga norteña, recibiendo ganancias.
Sin duda alguna los peloteros recibirán una parte considerable de ese dinero, pero nunca en la misma proporción que lo conseguirán los que lo hagan por su cuenta, como ha sido hasta ahora. De esto es muy posible que Lourdes (padre) supiera algo de buena tinta; precisamente por su cercanía a la parte oficiosa de la organización cubana, y de alguna manera filtrara el dato que dio luz verde a la partida de sus hijos.
En definitiva los Gourriel saben que las cosas ya no son iguales y no es impensable que en sus momentos de intimidad, tanto padre como hijos hayan repasado el triste destino de tantas buenas estrellas de la pelota cubana que en su momento tuvieron la oportunidad de escoger entre “honor revolucionario” y “deshonra monetaria”.
Aunque sea en lo más interior de su pensamiento, la conclusión debió ser la misma: quienes escogieron la opción “honorífica” en dejación de la económica –que no fueron pocos– ahora muestran el costo evidente de su lealtad. Entonces antes de que se abran las puertas a las Mayores con ganancias limitadas mejor entrar por la brecha irregular para obtener todo cuanto se pueda, aprovechando las últimas oportunidades que les queda a los “cazatalentos por cuenta propia”.