A veces quisiera ser una de esas personas a las que no les afecta que les digan en un solo día: murió Günter Grass, murió Eduardo Galeano.
Esas a las que poco les vale que hoy mismo mueran Harper Lee y Umberto Eco.
A veces tan solo quisiera que esas páginas que quedan inconclusas no me destrozaran tanto. Pero vivo y muero por las palabras. Y en mi vida, un escritor menos, representa soledades de más.
Y creo que también yo voy yéndome un poco.
A veces quisiera ser una de esas personas que no se duelen fácilmente. Pero yo soy yo. La que llega a México cuando ya no hay rastros de Octavio Paz o de Carlos Fuentes, ni Jaime Sabines ni José Emilio Pacheco.
Solo soy yo. La que llega tarde a la cita de los escritores. La que queda herida por cada libro que no será. La que muere un poco cada vez. Sin a veces…